Jabier Agirre Lasarte: “Quiero ser testigo de que el euskera tenga el lugar que necesita y merece”

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

Jabier Agirre Lasarte (Donostia, 1952) ha recibido este año el Premio de Méritos que otorga el patronato de la Fundación Elhuyar. Este galardón tiene como objetivo homenajear a las personas que han destacado en la normalización del euskera y en la divulgación de la ciencia y la tecnología, por lo que ha merecido la pena. Ha recibido su satisfacción y agradecimiento y le ha permitido recordar el trabajo realizado en estos dos ámbitos, la normalización y divulgación de la lengua. De paso, ha reconocido el sueño que aún no ha cumplido: que el euskera tenga el nivel del castellano en España y el francés en Francia.
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Médico y activista
¿Qué es lo que más te ha sorprendido, alterado o fascinado desde que empezaste a trabajar?

Desde pequeño he tenido claro que quería ser médico. En mi casa mi tío era el médico Jabier y yo admiraba cómo vivía su trabajo. Era pediatra, también trabajaba en el hospital, pero lo que a mí me gustaba era el trabajo que hacía en casa. Tenía un trato muy cercano con los pacientes, muy cercano, y ese fue el modelo para mí.

Así que empecé a estudiar medicina y me quedé fascinado por la genética. En la carrera aprendimos muy poco este tema, todavía no estaba muy desarrollado. Pero el tío, que era de la generación anterior, también tenía mucho interés en la genética. En aquella época empezamos a hacer pruebas genéticas de diagnóstico prenatal, de qué pasaba con los que tenían síndrome de Down… Desde entonces, en estos 40 años, parece mentira el gran salto que ha dado la genética. Yo nunca he practicado esa medicina punta, esas técnicas de edición del genoma, etc. Pero me parece increíble el avance que ha traído. Con estas vacunas actuales, ¡es increíble lo que han conseguido!

¿Qué le gustaría ser testigo de la revolución o del descubrimiento?

Como he dicho, recibí de mi tío el deseo de dar un trato cercano a los pacientes, y siempre he tratado de explicar las cosas lo mejor posible, no sólo a los pacientes, sino también a los demás. Cuéntame: yo he conocido hablar a los médicos. Aquellos médicos daban órdenes, pero yo, y otros de mi entorno como yo, queríamos tener otro tipo de relación. Hemos querido estar al lado del enfermo, no por encima del mismo. Y ahí siempre entra el euskera.

Al principio, quizá no había tanta gente para hablar bien en euskera, pero cuando empecé en la radio —con una gran valentía, junto con otros dos amigos— vi que había gente dispuesta a hacerlo. Entonces, yo esperaba una mayor colaboración por parte de las instituciones y ha sido un gran deseo ver cómo no han hecho nada a favor. Al contrario, sólo han puesto obstáculos. No hay más que ver cómo la lengua ha avanzado en otros ámbitos y qué poco en medicina. Imagínate que todavía no se pueden cursar los estudios universitarios completos en euskera.

En mi empeño por el euskera en la administración sanitaria, he de mencionar el impulso del director del Hospital de Cruces, Iñigo Jaka Arrizabalaga. Creamos el Instituto de Euskaldunización de la Salud, totalmente voluntario, y desde entonces hemos trabajado junto con otros grupos, entre ellos Elhuyar, y no hemos conseguido ni la mitad de lo que queríamos. Solo pedimos que el euskera tenga el lugar que necesita y merece: Al Sur el nivel del castellano y al Norte el francés. Me gustaría ser testigo de ello, pero no soy muy optimista.

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