Jacinto Iturbe Barrenetxea (Bilbao, 1951) ha recibido el Premio Elhuyar de Mérito CAF–Elhuyar en el año 2023, por su labor en la divulgación científica y en la normalización del eus. De hecho, en la Universidad de Bilbao (que luego se convertiría en la Universidad del País Vasco) estudió Química y en 1974 presentó su primera tesina escrita en euskera. Creador de libros de texto en euskera de Química, fue uno de los pioneros en la redacción de libros de texto de Química y en la impartición de asignaturas eus. Euskaltzaindia nombró a euskalain urgazle en 2006. Ha sido profesor durante varios años en la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad del País Vasco, pero actualmente se encuentra jubilado. Ha recibido el premio con satisfacción y agradecimiento y ha respondido con entusiasmo a las preguntas.
Empecé el pasado mes de junio en una estancia de dos años en Estados Unidos.
Al finalizar los estudios de química llevo trabajando en la Facultad de Ciencias de la UPV/EHU casi cinco años y, por diversos motivos, la investigación en aquellos años no tenía que tener lugar en una universidad. Por eso, cuando tuve la oportunidad de acceder a un centro de investigación puntera, me fui allí, al laboratorio Oak Ridge de EE.UU.
Era un mundo nuevo en todos los sentidos: cómo se organizaba el trabajo, los medios técnicos y humanos, los debates para desarrollar las ideas… todo era diferente. Las técnicas que antes sólo veía en libros o revistas estaban allí, eran reales y me esperaban. Intenté aprender y asimilar lo máximo posible.
La conclusión que sacé fue: Si se quiere hacer investigación en ciencia y tecnología en Euskal Herria, es necesario ir a los sitios donde se hace investigación puntera y aprender —absorber— cómo se hace. Afortunadamente, con el tiempo se ha visto cómo cada vez va más gente a los centros del exilio, cómo se han reforzado las relaciones con otros centros y centros de investigación, cómo se han multiplicado las colaboraciones… En los últimos años, en el País Vasco, se han creado centros de investigación, las universidades públicas se han convertido en centros de investigación, y se observa cómo vienen a ver y estudiar desde otros centros, cómo se hace aquí la investigación.
Pues bien, a la vista del estado de la ciencia me gustaría que fuese el lugar del nacimiento de la Teoría del Todo, que armonizara la mecánica cuántica y la relatividad. Porque los conocimientos y las bases del progreso tecnológico que han aportado tanto uno como otro han sido fundamentales para la materialización del panorama científico actual. Y con la teoría de Todo el conocimiento será, sin duda, más amplio y profundo.
Hasta que llegue esta teoría, tendré que conformarme con los aceleradores y las nuevas partículas, la genética y la edición CRISPR-cas9, la síntesis de sustancias con propiedades deseadas, la capacidad impredecible de la inteligencia artificial o de los ordenadores cuánticos, las aplicaciones de la complejidad cuántica que prometen...