"Me gustaría encontrar que no somos la única especie humana del planeta"

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

María Martinón Torres (Ourense, 1974) ha sido nombrada recientemente directora del Centro de Investigación de la Evolución Humana en España, CENIEH. No ha sido fácil, por tanto, dedicar un tiempo a nuestras preguntas. Sin embargo, no ha sido capaz de negarse: siempre ha demostrado que la investigación le da tanta importancia a dar a conocer lo investigado. Leyendo sus respuestas es evidente que seduce el conocimiento del pasado de nuestra especie, pero también el presente.
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¿Qué es lo que más te ha sorprendido, alterado o fascinado desde que empezaste a trabajar?

En la reconstrucción de nuestro pasado Asia ha tenido un papel mucho más importante de lo que pensábamos hasta ahora, y me ha fascinado saber eso. El foco de la paleoantropología estudiada en África era la cuna de la humanidad, mientras que Asia aparecía como un escenario lateral donde se produjeron historias secundarias que no estaban relacionadas con el argumento central de nuestro origen. La primera sorpresa fue saber que los primeros europeos, documentados hasta la fecha en el yacimiento de Atapuerca, podían tener un origen asiático en lugar de africano.

Detrás de este descubrimiento han sucedido otros que han supuesto un cambio de paradigma en la interpretación de la evolución humana de los últimos dos millones de años, como el descubrimiento de los denisoveses, esa población encontrada en Siberia, de la que disponemos de ADN pero no tenemos fósiles. O que el modelo "Fuera de África" haya encontrado seres humanos modernos mucho antes de lo que preveía, como Daoxian, China, o la recientemente publicada Misliya en Israel; o que los humanos H. sapiens y H. neanderthalensis se hibridaron probablemente en Eurasia.

¿Qué le gustaría ser testigo de la revolución o el descubrimiento en su trayectoria?

Uno de ellos es casi un sueño de ciencia ficción: me gustaría encontrar que no somos la única especie humana del planeta, que en algún lugar todavía existe algún homínido que consideramos desaparecido. Parece imposible, pero estuvo a punto de suceder cuando descubrieron fósiles del Homo floresiensis.

Desde el punto de vista científico, por ejemplo, el ver cara a cara y vivo de un neandertal tendría un valor enorme. Siempre pienso que hay algunos detalles, relacionados con el comportamiento o la actitud, que son muy difíciles de deducir del estudio de los fósiles, y quizá eso nos ayudaría a comprender por qué una especie inteligente, el neandertal, desapareció. Sabríamos mucho más del pasado y del presente y de nosotros. No estoy seguro, sin embargo, de que lo que podríamos saber de nuestra especie y de nuestra relación con otras especies sería necesariamente bueno, teniendo en cuenta cómo nos tratamos.

Más realista me gustaría ser testigo de una amplia excavación de la Gran Dolina. Sabemos que allí se produjo el canibalismo gracias a un sondeo realizado en la década de los 90 y tenemos la esperanza de encontrar cientos de fósiles del Homo antecessor.

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