¿Qué es lo que más te ha sorprendido, alterado o fascinado desde que empezaste a trabajar?
Sin duda, las investigaciones sobre el cerebro y el cerebro han sido para mí las más fascinantes y las que más me han influido. Empezando por Santiago Ramón y Cajal, su dibujo, su mirada rigurosa para describir lo que veía y cómo funcionaba esta compleja estructura para inventar la inteligencia... Me fascinaron desde el principio y me siguen encantando.
Ramón y Cajal ha sido desde el punto de vista científico a la altura de Einstein, Newton y Darwin, y además era artista. Tengo en mis manos dos libros que recogen sus imágenes de 1972, regalados por mi director el día de mi boda. Son maravillosas.
Después siempre me ha fascinado el cerebro: Estudiando en la facultad de medicina, me parecía que el cerebro era una caja mágica llena de misterio y secretos. Y todavía los paisajes que aparecen al mirar al microscopio me parecen espectaculares. Es el órgano más maravilloso de la naturaleza.
¿Qué le gustaría ser testigo de la revolución o el descubrimiento en su trayectoria?
Se pueden contestar tantas cosas... Pero una vez que me lo pidan, me gustaría ver que se consiguen medicamentos eficaces para combatir las enfermedades neurológicas. Por ejemplo, los medicamentos que tenemos para el Alzheimer son paliativos y no curativos. No se puede curar, pero sí aliviar y frenar.
Me encantaría ser testigo de la aparición de un tratamiento que lo logre, y que seamos capaces de evitar la pérdida que sufren estos enfermos. Porque tiene que ser terrible darse cuenta de que todo lo que has vivido, lo que has sido, te escapa. Si conseguimos evitarlo y me da igual quién lo consigue, todos nos vamos a brindar. Esto es un trabajo en equipo y lo celebraremos todos.