Secuenciaciones del genoma humano, pero también de otras especies, lo que ha supuesto una evolución muy interesante a nivel molecular. El genoma humano abre muchas puertas, como la realización de diagnósticos a nivel molecular o el conocimiento de mutaciones asociadas a determinadas proteínas. En definitiva, nos permitirá avanzar en la dirección de la medicina personalizada.
A ello se asocian los avances en las técnicas de edición genética. Falta garantizar que sean seguros con toda seguridad, pero no tengo ninguna duda de que eso vendrá. Es decir, que seremos capaces de corregir los errores del genoma sin que se produzcan otros cambios.
Eso sí, hay que tener en cuenta que muchas enfermedades no tienen un único agente, es decir, tienen más de una diana. Pero, a pesar de su complejidad, hemos empezado a ser herramientas moleculares para comprender bien las patologías y desarrollar tratamientos adecuados.
Para mí, el mayor logro sería integrar toda la información. En estos momentos vivimos la fascinación por las nuevas técnicas que nos dan información terrible: la biología molecular, los nuevos materiales… Pero falta integrar toda esa información. Se trata de un trabajo interdisciplinar que traerá novedades.
De alguna manera, es más una revolución tecnológica que científica. Y para ser una revolución científica, los expertos de todas las disciplinas deben reunirse sin prisas, no para hacer nada, sino para pensar. Es cierto que queremos resultados, pero tenemos que superarlo para llegar a otro nivel. Por ejemplo, para que productos farmacéuticos nuevos y potentes sean accesibles al público en general. Lo mismo para que materiales, energía, producción de alimentos… sean sostenibles. Esto va a venir de la integración y ya hay ejemplos como el proyecto Brain.