“La superación del límite de difracción de la luz me sorprendió profundamente”

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

Javier Aizpurua Iriazabal (Donostia, 1971) es investigador y profesor del Donostia International Physics Center y líder del Grupo de Teoría de la Nanofotónica. En él analiza la interacción entre la luz y la materia a nanoescala, con especial atención a la respuesta óptica de las nanoantenas metálicas y a los efectos cuánticos. Ha recibido numerosos reconocimientos por sus aportaciones en este ámbito, entre ellos el Premio Euskadi de Investigación 2022. Reconoce que las preguntas no le han resultado fáciles, pero responde con precisión y claridad.

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¿Qué es lo que más te ha sorprendido, alterado o sorprendido desde que empezaste a trabajar?

En mi opinión, uno de los principales desarrollos tecnológicos relacionados con la luz por llevar a mi área ha sido superar el límite de difracción. ¿Qué es eso? La luz es una onda electromagnética, pero, como todas las ondas, la luz no se puede atrapar, se dispersa. A esta dispersión le llamamos difracción, y ya en el siglo XIX el físico Ernst Karl Abbe dijo que no podemos focalizar la luz, que no podemos capturarla a distancias inferiores a la mitad de la longitud de onda. Este es el límite de difracción.

En las últimas décadas, las tecnologías ópticas nos han permitido superar este límite de difracción. Y al superarlo, las células de un micrómetro que antes podían verse exactamente, ahora las vemos con gran resolución, así como las estructuras internas. Este logro llevó en 2014 al premio Nobel de Química a tres físicos: Eric Betzig, William Moerner y Stefan W. Hell.

A mí me sorprendió profundamente. Utilizaron diferentes técnicas para superar el límite de difracción de la luz, lo que nos ha permitido progresar enormemente, como la biomedicina.

¿De qué revolución o descubrimiento te gustaría ser testigo?

Al pensar en la respuesta a esta pregunta, la salud humana me viene a la cabeza una y otra vez. A mí me gustaría que, combinando todas las técnicas: fotónica, electrónica, histología, bioquímica, genética, ingeniería, inteligencia artificial..., tuviese el médico robot perfecto. Es decir, que entras a una cámara, lo que te escanea de arriba abajo en una forma no invasiva, y lo que te dice es lo que tienes, y cuál es el tratamiento o la solución.

Finalmente, la herramienta más cercana es la resonancia magnética nuclear. Con ello puedes ver la estructura de todo el cuerpo, capa a capa. Esta información, con la ayuda de la inteligencia artificial, pasaría al nivel de fisiología y de ahí el diagnóstico, ya que de célula se sabría si hay algún problema. Y una vez conocido el diagnóstico, vendría el tratamiento. Esto ya es un paso más, y ahí estaría la nanotecnología, la intervención asistida... Es un sueño, pero no me parece tan imposible, y si se cumple, no sé si vamos a vivir más años, pero sobre todo vamos a vivir mejor. Eso me gustaría.

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