La quimioterapia se sustituye desde hace años por bioquimioterapia para tratar melanomas. En la bioquimioterapia, además de los agentes habituales, se suministran sustancias para reforzar el sistema inmune del paciente. El objetivo es que el paciente disponga de un potente sistema inmune para combatir el cáncer.
Ahora se cuestiona la influencia de algunas de estas sustancias activadoras y de la propia bioquimioterapia. En comparación con la quimioterapia, la bioquimioterapia no prolonga la vida del paciente, por lo que las sustancias activadoras están en vías de eliminación de medicamentos.
En Leioa, sin embargo, en 1992 se dieron cuenta de que una de estas sustancias activadoras tenía efectos nocivos. Se trata de la sustancia Interleuzina-2 (IL-2). Esta sustancia activa el sistema inmune, pero también la proliferación de células tumorales. En consecuencia, la metástasis se extiende aún más y el paciente no se beneficia.
A pesar de ello, los investigadores de Leioa no optaron por descartar esta sustancia. De hecho, consideraban que un uso adecuado podía tener un efecto positivo, es decir, que había que modular su acción.
Comenzaron los estudios para ver los procesos que el agente IL-2 provoca en las células. Así se dieron cuenta de que el IL-2 eleva el glutation intracelular (GSH), un elemento que acelera la proliferación celular. Pero este compuesto está presente en todas las células, no sólo en las sanas. Por eso se extiende también la metástasis.
En consecuencia, para que la influencia del agente IL-2 fuera positiva, el glutation de las células cancerosas debía reducirse de otra manera, lo que se consiguió con el compuesto oxotiazolidin-karboxilato (OTZ).
El OTZ compuesto tenía un papel importante, sólo debía reducir el glutation de las células cancerosas al margen de las saludables. Para conseguirlo, es necesario encontrar un patrón adecuado de tratamiento, ya que el efecto varía mucho si se administra una sustancia antes o después de otra.
Tras varios años de ensayos, los investigadores han encontrado el modelo adecuado: primero se entrega el OTZ protector, después el agente de quimioterapia y finalmente el IL-2. No se trata de una única dosis, el modelo es más complejo, pero deben emitirse en ese orden.
Siguiendo este modelo, los investigadores han conseguido además reducir el problema más importante de la quimioterapia, la toxicidad. Esto significa que la dosis de quimioterapia puede aumentar y, por lo tanto, tener una vida más larga si las investigaciones avanzan. La calidad de vida también mejoraría con el nuevo tratamiento.
Todo ello ha sido probado durante años de ensayos. Empezaron con el ratón y ahora trabajan con células humanas en ensayos in vitro. En todos ellos se han obtenido resultados positivos, por lo que cabe destacar la conclusión de que una sustancia no debe ser descartada de forma inmediata, ya que es posible que no sea la misma sustancia sino su uso inadecuado.