Los bazos, al igual que la mayoría de los animales, priman el primer crecimiento somático. Es decir, crecen estructuras ajenas a la reproducción. Una vez crecen lo suficiente, comienzan a crecer. Todo esto alrededor de un año, piensa.
Además, los bazos son especies hermafroditas secuenciales protandricas, es decir, cada grano tiene ambos sexos pero no al mismo tiempo: primero son machos y después hembras. Cuando llega el momento de cambiar de sexo, el macho debe crear un nuevo aparato reproductor, el aparato reproductor de la hembra. Y si la hembra quiere poner sus huevos en la época adecuada del año.
Para la obtención de las materias primas necesarias para esta tarea urgente, no basta con lo que se puede obtener de la comida. Por tanto, a medida que se van incrementando las exigencias del aparato reproductor de la hembra, además de las fuentes exógenas de materias primas, surge la necesidad de aprovechar las fuentes endógenas. Para ello, el bazo comienza a utilizar todas las reservas acumuladas en el crecimiento somático. Durante la época reproductiva el aparato reproductivo sólo crece y el resto de estructuras van disminuyendo progresivamente. Por ejemplo, una hembra de bazo puede poner en una sola puesta más de 200 huevos y perder aproximadamente una cuarta parte de su peso. Para tomar medida sobre la cuantía del esfuerzo reproductivo de las bazas, diremos que el peso que una hembra pierde en la puesta puede compararse con la pérdida de 15 kg en el parto de una mujer de 60 kg. La hembra queda tan agotada que normalmente muere a un solo día o a un par de días.
En el departamento de Genética, Antropología Física y Fisiología Animal de la UPV/EHU, se miden e investigan todos estos cambios: cuánto crecen los serenos, qué pasa con cada parte del cuerpo y cómo se crea esa estructura inexistente (el aparato reproductor de la hembra), entre otros. En definitiva, investigan la dinámica de crecimiento de los bazos. Y es que el crecimiento cambia cuando el bazo es niño, joven, macho o hembra. Para analizar esta dinámica de crecimiento utilizan las matemáticas. Es decir, tratan de definirlo matemáticamente mediante ecuaciones matemáticas lineales y no lineales. El objetivo es realizar predicciones sobre los comportamientos fisiológicos y anatómicos de los bazos mediante diversas ecuaciones matemáticas.
En primer lugar, forman un polinomio con diversas variables (peso inicial del bazo, peso que se pierde o se adquiere con el paso del tiempo, proteínas alimentarias, carbohidratos, almidón...). La importancia y el tipo de influencia (positiva o negativa) de cada variable viene dada por los coeficientes y signos. Todo ello permite predecir cuantitativamente cómo se va a producir el crecimiento de los serenos.
Con ecuaciones matemáticas más complejas, definen las dinámicas de crecimiento de las partes del cuerpo y las formas de relacionarlas entre sí. Para predecir las dinámicas de crecimiento de las partes del cuerpo se necesitan complejas ecuaciones matemáticas de regresiones no lineales con términos exponenciales. Algunas de estas ecuaciones son ideadas y adaptadas para explicar la dinámica de crecimiento de los bazos. Los términos de estas ecuaciones deberán tener un significado biológico.
Para explicar el funcionamiento coordinado de todas las partes del cuerpo definen modelos dinámicos. En estos modelos dinámicos las dinámicas de crecimiento de las partes del cuerpo dependen no sólo de los recursos derivados de la comida, sino también de las relaciones y relaciones entre las partes del cuerpo.
El equipo de investigadores de la UPV lleva años investigando la complejidad del crecimiento de los serenos. A la vista de estos animales pacíficos, pocos pueden imaginar que su crecimiento es tan complejo.