Cartas del exilio con fisión

Etxebeste Aduriz, Egoitz

Elhuyar Zientzia

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Ed. Manu Ortega/CC BY-NC-ND

Aquellas vacaciones navideñas fueron muy especiales. Otto visitó a su tía en el pueblo sueco de Kungälv. A la mañana siguiente iba con ganas de hablar sobre un nuevo experimento. Pero lo encontró en una carta y no lo escuchaba.

Otto también tuvo que leer la carta. Al principio no creía lo que decía aquella carta, pero si lo que allí se contaba tenía explicaciones, podían estar ante uno de los grandes descubrimientos de la historia.

Era imposible conseguir bombardeo y bario con neutrones. Si nunca se logró separar de un átomo nada más grande que los protones y las partículas alfa, ¿cómo entonces el bario del urano? "Habrá algún error", sugiere a su tía Otto. "No, Hahn es un químico demasiado bueno para ello", dijo. Su tía conocía bien a Hahn; trabajaron durante 30 años hasta que en 1938 tuvo que huir de Berlín a Suecia.

En 1907 Lise Meitner conoció a Otto Hanh cuando fue a Berlín a estudiar con Max Planck. Meitner, venía de Viena. Debido a las limitaciones que tenían las mujeres para estudiar, hasta 1901, cuando tenía 23 años, no pudo entrar en la Universidad de Viena. Y hasta entonces cursó sus estudios gracias a sus padres, que consideraban que a sus hijas e hijos se les tenía que dar la misma educación porque pagaron los estudios privados.

Fue la segunda mujer en obtener el doctorado en física en la Universidad de Viena. Saltó la oferta de trabajar en una fábrica de lámparas de gas y se fue a Berlín para tomar clases de física teórica de Max Planck. Allí empezó a trabajar con el químico Otto Hahn.

Al principio, al no admitirse ninguna mujer en el Instituto de Química, Meitner tuvo que trabajar en el sótano en una habitación con entrada independiente. Después, en 1912, Meitner y Hahn se trasladaron al Instituto Kaiser Wilhelm. Allí, durante un año, Meitner tuvo que trabajar sin sueldo como "invitado" de Hahn. Al año siguiente obtuvo su primer puesto real en este instituto. En 1917 comenzó a dirigir el departamento de física del instituto y en 1926 ocupó el puesto de profesor de física de la Universidad de Berlín. Fue la primera mujer en conseguir ese puesto.

James Chadwick diría que Meitner y Hahn serían "una de las colaboraciones más fructíferas de la historia de la ciencia". Hanh era un gran químico, metódico y preciso, un experimentalista absoluto, más débil en el terreno teórico, mientras que Meitner era un físico teórico claro, sin experiencia en química, pero muy hábil en la explicación de del laboratorio.

Trabajaron sobre todo con radiactividad y descubrieron nuevos isótopos. Pero cuando estaban en el camino del mayor descubrimiento, Alemania conquistó Austria y Meitner perdió el apoyo que hasta entonces le proporcionaba ser austriaco. De origen judío, su conversión en protestante en 1908 le serviría de poco. Apenas consiguió escapar gracias a la ayuda de científicos de fuera y de dentro de Reich. Dejó para siempre a Alemania con sólo 10 marcos en su cartera. También disponía de un anillo de diamante, proporcionado por Hahn, para poder comprar los guardas fronterizos.

Pasó a Holanda y terminó en Suecia, en el laboratorio Manne Siegbanh's. Continuó su relación con Hahn por carta.

Antes de abandonar Alemania, Meitner, Hahn y Fritz Strassmann investigaban las sustancias que se producían por bombardeo de uranio con neutrones. No eran los únicos, como estaban Rutherford en Inglaterra, Joliot y Curie en Francia, y Fermi en Italia. Desde que Chadwick descubriera el neutrón, sospechaban que el uranio, el elemento más pesado que conocían entonces, bombardeado con neutrones, podía ser posible conseguir elementos más pesados.

Meitner era consciente de que en esos experimentos ocurría algo raro. Y luego los recién llegados de París decían que las nuevas sustancias que se generaban parecían más ágiles que el uranio. Hahn también lo vio enseguida, y los experimentos realizados junto a Fritz Strassmann sugerían que se producía radio.

Meitner se enteró por carta. Y viendo que no tiene sentido, pidió a Hahn que no publicara esos resultados incomprensibles. Después, en noviembre de 1938, se reunieron en Copenhagen y Meitner propuso a Hahn que hiciera más experimentos para descubrir qué era realmente aquel radio.

Así lo hicieron Hahn y Strassmann. Y allí encontraron que el radio no era un bario, uno de los elementos que salía del uranio. Sorprendía, pero los resultados eran claros. "Quizá tú seas capaz de dar una buena explicación a esto", escribió Hahn a Meitner.

Los sobrinos de tía Meitner y Otto Frisch se sentaron sobre un tronco en la nieve y comenzaron a hacer cálculos en trozos de papel. Teniendo en cuenta el modelo de “gota de líquido” de Bohr para los núcleos de los átomos, concluyeron que un neutro podía producir la división de la “gota de uranio” en dos, mediante la aplicación de gotas más pequeñas. A Frisch le viene a la cabeza la división de bacterias, por lo que le llamaron "fisión". Meitner se dio cuenta además de que en esta división se perdía la masa, por lo que, como decía la famosa fórmula E = mc 2 de Einstein, se producía energía, un montón de energía. Todo coincidía. ¡Ya tenían la explicación!

Hahn y Strassmann publicaron aquel descubrimiento del bario. No pudieron incluir a Meitner en este artículo, que podría ser el reconocimiento de haber colaborado con un judío exiliado. Pero Strassmann luego dejaría claro la importancia de Meitner: "a nosotros estábamos vinculados intelectualmente desde Suecia... era el líder intelectual de nuestro grupo".

Meitner y Frisch publicaron su exposición en Nature. Pero en 1944 sólo Otto Hahn recibió el premio Nobel por "encontrar la fisión de los núcleos pesados".

Meitner concluyó también que la fisión podía provocar una reacción en cadena que liberara una enorme energía. Y, por supuesto, pronto algunos vieron su aplicación. Cuando le pidieron participar en el proyecto Manhattan, Meitner no dudó: "no quiero tener nada que ver con una bomba! ".

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