En un artículo publicado en el número de marzo de la revista Journal of Human Evolution, se indica que los antepasados humanos, como los homínidos de la especie Australopithecus africanus, han encontrado evidencias para su implantación en regiones tectónicamente activas. De hecho, el equipo de investigadores de la Universidad de York, la Universidad Witwatersrand (Sudáfrica) y el Instituto Physique du Globe de París aseguran estar adaptados a los mosaicos de hábitat habituales en regiones tectónicamente activas.
Estas conclusiones han sido extraídas de investigaciones llevadas a cabo en Etiopía. De hecho, se han encontrado muchos restos del Australopithecus y otros homínidos pioneros. Se ha analizado la localización de fósiles de antepasados humanos y las características de los mismos como consecuencia de los movimientos tectónicos.
En Etiopía, y en general en el Valle Rift del este de África, son muy frecuentes los terremotos y volcanes, ya que existen límites divergentes entre dos placas tectónicas: por un lado, las placas de África y Arabia se alejan entre sí y, por otro, las pruebas sugieren que los bloques de África y Somalia se rompen alguna vez. En esta ruptura y alejamiento del continente, la superficie terrestre se agrava, es decir, se forman fallas normales que hunden unos bloques y elevan otros. De este modo, entre los bloques se forman un montón de pequeños valles. Intercalados entre los valles, los trozos de superficie no hundidos forman sierras.
El equipo internacional de investigadores ha explicado cómo cambia la corriente de agua de un río si estas fluctuaciones se producen en las proximidades de un río: en las zonas en las que se han formado los valles se acumulan las aguas y sedimentos de los ríos, mientras que en las sierras se forman terrazas y cañones.
De esta forma se forman cuencas sedimentarias y lagunas, condicionadas por cerramientos y vallados formados por bloques elevados en el entorno. Zonas tan accidentadas "podrían complicar el movimiento de los mamíferos runners, mientras que para los primates, homínidos y hombres modernos serían transitables", señalan. Su presencia en ambientes hostiles les daba, además, "protección y seguridad".
Preguntados por Arturo Apraiz, experto en tectónica y Arantxa Aranburu, investigadora de Atapuerca, sobre esta investigación, han respondido que la relación entre estos dos fenómenos puede ser mucho menor. "No se puede decir que eligían zonas tectónicamente activas para establecer sus asentamientos --dice Apraizek-. Y es que son hechos a muy diferente escala".
Las características topográficas a las que se hace referencia en el artículo "no basta con que se produzca uno o dos terremotos --explica Apraiz -. Se necesitan cientos de terremotos y miles de años para dar este tipo de cambios. Los terremotos modifican poco a poco las características de un territorio inestable. Y después, los seres humanos se instalan en un lugar en el que hay unas características adecuadas. Los homínidos de aquella época no sabían, no podían saber de dónde procede la riqueza. Por otro lado, además, otros lugares con muchos terremotos no serían aptos para los antepasados humanos de la época y estoy seguro de que no se quedaron allí. Y por el contrario, si en otro lugar se crearon condiciones de vida adecuadas sin influencia tectónica, también se aplicarían allí".
De hecho, como decía Arantxa Aramburu, el hombre, y los antepasados humanos, "no han estado adscritos a un solo nicho ecológico. Nos hemos adaptado a vivir en todas las condiciones, desde la nieve de los tiempos fríos hasta los lugares más áridos del desierto. De forma retrospectiva, los yacimientos se han encontrado en ambientes de climas variados: sabanas, tundras, mitad del bosque... Tal vez no éramos así (dicen que somos de sabana), pero luego hemos sabido adaptarse".
Aranburu añade otro argumento en este asunto: "En el Valle Rift del este de África se han encontrado muchos restos de nuestros antepasados, por un lado, porque estuvieron allí, pero por otro, porque las condiciones de sedimentación son muy adecuadas. Entonces se ha conservado lo que estuvo allí. Tal vez en otros lugares hubo poblaciones de la misma época, pero las condiciones no han sido adecuadas y no se han conservado".
Aramburu ha querido recordar que ha pasado al registro fósil "menos del 1%" de todos los seres humanos que han existido: ... "De este poco tratamos de entender todo lo demás. Y a veces se nos olvida que ha habido una historia que no se ha guardado.
Al margen de la supuesta vinculación de los antepasados humanos con la tectónica, ambos expertos coinciden con la riqueza de hábitats que describe el artículo Journal of Human Evolution. Como el Rifta es, por definición, una zona fuertemente hundida respecto a los bloqueos circundantes, "en África, por ejemplo, reduce un clima muy árido en sí mismo", afirma Apraiz. "El rift también provocó la formación de lagos. Por lo tanto, en este clima poco habitable aparecieron rincones más apropiados", ha añadido Aramburu.
La riqueza de hábitats también ha crecido en esta región africana desde la fundación del rift. En el valle sobre el Rifta se encuentra una vegetación de tipo sabana, mientras que en la ladera del fondo del rif hasta este valle hay numerosas zonas forestales. "Ten en cuenta que en un espacio muy reducido hay una diferencia de altura entre 2.000 y 2.500 metros", comenta Apraiz.
Además de crear nichos ecológicos singulares en una zona determinada, los movimientos de placas tectónicas provocan fenómenos de mayor escala en la Tierra, como el cambio climático. Por ejemplo, "la frontera del Pleistoceno coincide aproximadamente con la época en la que aparecieron Centroamérica y Norteamérica y Sudamérica", explica Aramburu. Fue creando lo que hoy era Centroamérica, y al unirse los dos subcontinente cambiaron las corrientes marinas, "antes las corrientes iban entre Norteamérica y Sudamérica", afirma. De hecho, "en la ecuación del clima intervienen muchas variables, y una de ellas es la geología. A veces es una variable muy importante".
En el Mediterráneo, Apraiz ha mencionado otro cambio relacionado con la tectónica: "Hace 40 millones de años el Mediterráneo se desecó por completo, lo que provocó grandes cambios. El Cabo de Gibraltar se cerró debido a los movimientos tectónicos, impidiendo la entrada de agua desde el Océano Atlántico. Como el agua que llegaba de los ríos y de la lluvia era menor que la que se evaporaba, entre 100.000 y 200.000 años se secó totalmente. Posteriormente, con otro movimiento se extendió el cabo y, como se ha anunciado recientemente, parece que hubo un terrible tsunami en toda la costa mediterránea. El agua se metió en la rampa como si fuera una cascada".
Por otra parte, y aunque no todos ellos están directamente relacionados con la tectónica, los fenómenos asociados a la geología configuran los pasos naturales, es decir, los corredores de bajo relieve que se forman en la orografía de un determinado entorno. Estos pasos son "muy beneficiosos para los seres vivos, ya que los utilizan como vías de migración y dispersión. Son autopistas naturales", explica Aramburu.
La vida en la Tierra no hubiera sido la misma sin estructuras, formaciones, fenómenos y cambios producidos por movimientos tectónicos. Tienen una gran influencia sobre la vida y la vida local. Y también puede ser contradictorio en qué escala se mira. Para Apraiz y Aramburu, el terremoto y el tsunami japonés son un buen ejemplo: "En Japón ha habido un terremoto brutal, el tsunami ha causado una devastación en la costa, el propio Japón se ha desplazado hasta dos metros... pero el cambio en el paisaje, al margen de las infraestructuras humanas, no ha sido nada".