El punto de partida de la Geoingeniería es la realización de una serie de proyectos de gran impacto para reducir la temperatura de la superficie terrestre. En este campo, los investigadores proponen proyectos que van desde la fertilización del océano hasta la colocación de paneles que bloqueen los rayos solares en el espacio.
La temperatura de la superficie terrestre depende del equilibrio entre la radiación solar entrante y la expulsión de la Tierra, y la actividad humana provoca un desequilibrio entre ambas radiaciones.
Para intentar corregir este desequilibrio, desde el ámbito de la geoingeniería proponen dos tipos de soluciones: Reducir la radiación solar absorbida por la Tierra y aumentar la radiación emitida por la Tierra. Con el fin de reducir la radiación solar que recibe el planeta, evitar que los rayos solares penetren en la atmósfera y no pasen por las capas altas de la atmósfera, se han propuesto alternativas como la colocación de paneles que reflejen los rayos solares en el espacio o la emisión de aerosoles de sulfato en la estratosfera para impedir que los rayos del sol lleguen más abajo --como consecuencia de erupciones volcánicas de forma natural.
Por otra parte, otra solución es aumentar el albedo de las superficies para reflejar la radiación que consigue descender en la atmósfera. El albedo es la proporción entre la radiación que absorbe y emite una superficie. Diversos proyectos proponen aumentar el albedo de los desiertos y asentamientos humanos o construir estructuras que produzcan nieblas a partir del agua del mar, de forma que las nubes reflejen los rayos solares.
Entre las posibilidades de aumentar la radiación que expulsa la Tierra, la idea básica sería eliminar el exceso de CO 2 en la atmósfera y no volver a aparecer. Para ello se propone aumentar los depósitos de carbono propios del planeta o crear depósitos artificiales tanto en tierra como en mar.
Los investigadores proponen que el almacenamiento de CO 2 en el suelo se realice a través de árboles y tierras forestales. Este almacenamiento se realiza de forma natural, tanto en árboles como en tierra. Por ello, la plantación de árboles puede contribuir a la absorción y recogida de CO 2 atmosférico. En la actualidad el IPCC está estudiando el uso de la plantación de árboles como medida de mitigación. La geoingeniería, por su parte, propone estructuras artificiales que, imitando la naturaleza, llevan a cabo este mismo proceso, como son los árboles artificiales que aspiran aire y almacenan CO 2 bajo tierra.
De la misma manera, la bioincineración con pirólisis --en la que gran parte de la combustión se realiza sin oxígeno - convierte el 50% del carbono en biomasa de larga vida, como el carbón que se puede añadir al suelo. Y el resto del carbono que se genera se puede almacenar y almacenar. Paralelamente se han diseñado sistemas de almacenamiento directo de carbono asociados a las actividades de generación de bioenergías y emisión de carbono, denominados BECS --Bio-energy with carbon storage--. Así, los científicos investigan las técnicas de almacenamiento subterráneo de carbono y otros gases de calentamiento.
Otra opción es el almacenamiento de CO 2 en el mar, tanto de forma natural como artificial. De forma natural, tanto el agua como los sedimentos costeros almacenan carbono. Pero también hay proyectos de geoingeniería que aprovechan las dinámicas naturales. Uno de ellos es el proyecto que propone el abonado oceánico con hierro. Esto aumentaría el número de fitoplancton y el fitoplancton absorbería CO 2. El fitoplancton, al morir, se hunde y se convierte en depósito de CO 2. Este proyecto se puso en marcha este año pero lamentablemente no salió bien. Al aumentar tanto el número de fitoplancton, el número de zooplancton se acercó a las zonas abonadas y se comió la mayor parte del fitoplancton. Así, en lugar de almacenar el CO 2 recogido por el fitoplancton en el fondo marino, volvió a la atmósfera a través de la respiración del zooplancton. Sin embargo, los investigadores consideran que otra de las causas de la desaparición del fitoplancton puede ser la acidez del agua, cuestión que ahora se está estudiando. Sin embargo, de alguna manera, no se han obtenido los resultados esperados en cuanto a la absorción de CO 2.
Sin embargo, no es el único proyecto de los océanos. La adición de carbonatos en lugar de hierro aumentaría la alcalinidad de los océanos, lo que supondría una mayor absorción de CO 2.
Por otra parte, también es posible utilizar los flujos de carbono a lo largo del año, aprovechando los flujos naturales o aumentando mecánicamente los flujos. Si el agua superficial se hundiera --por ejemplo, añadiendo hielo en el mar para enfriar el agua superficial -, también se hundiría el carbono, acelerando así el acceso a los sedimentos que almacenan el carbono. Además, conseguiría una mayor y más rápida absorción de carbono por el agua superficial. Por otra parte, si el agua del fondo marino se empujara a la superficie, se lograría lo mismo.
Tim Lenton (Escuela de Ciencias Ambientales, Universidad de East Anglia, Reino Unido) y Naomi Vaughan (Centro de Investigación del Cambio Climático Tyndall, Reino Unido), tras el análisis y comparación de sus propuestas en el campo de la geoingeniería, han analizado el impacto de los proyectos. El criterio básico utilizado para la evaluación de este tipo de proyectos es su capacidad de enfriar el clima.
El estudio concluye que el vertido de aerosoles en la estratosfera y la colocación de paneles solares en el espacio son los únicos que en 2050 son capaces de volver a la situación preindustrial. Por otra parte, las duras medidas de mitigación, combinadas con la absorción y almacenamiento de aire a escala global, reducirían el nivel de CO 2 a una situación previa a la industrialización para el año 2100.
Otra opción sería mantener estable el CO 2 a través de severas medidas de mitigación y que la geoingeniería aumentase el albedo. Esto no sería una solución completa, pero se conseguiría reducir los niveles de radiación solar.
Lenton y Vaughan opinan que el hundimiento y la afloramiento del agua oceánica tendría muy poca influencia en un período de tiempo significativo. Creían que la fertilización de los océanos servía a largo plazo, pero la experiencia ha demostrado que surgen problemas.