El piojo pubiano es una especie de piojos llamada Pthirus pubis que habita en pelos alrededor de los genitales humanos. Además, el ser humano puede tener otros dos tipos de piojos como parásitos: uno es el piojo de cabeza (Pediculus humanus capitis), común y conocido entre los escolares, y otro el piojo (Pediculus humanus corporis), más escaso que el anterior, pero más peligroso para la salud, que puede causar infecciones graves.
La frecuencia del piojo de pubis es muy inferior a la de las dos especies de piojos mencionadas, pero según los expertos, un 2% de los adultos puede sufrir esta infección. Este parásito se transmite por relaciones sexuales, como la clamidiosis, la gonococia, el herpes genital, la sífilis, la hepatitis B y el sida. Por tanto, la enfermedad que podemos encontrar a todos los niveles sociales es la de los zorros de pubis.
Estos insectos conviven con los seres humanos desde hace tiempo y pueden haber evolucionado juntos. Sin embargo, hay una diferencia evidente entre el ser humano y los piojos: los piojos tienen sus propios patadores, es decir, cada especie de piojo sólo perjudica a un determinado mamífero, mientras que los humanos pueden tener hasta tres especies de piojos.
Esta curiosidad y el origen del piojo pubiano fueron investigados hace unos años por unos genes del parásito y del hombre y de los homínidos, curiosidad y origen del piojo de pubis. Este estudio permitió conocer cuándo se produjo la distribución evolutiva de las especies. Parece que hace unos tres millones de años, más o menos, el piojo del gorila acogió a nuestro antepasado como hospedero y evolucionó con él hasta convertirse en el actual piojo de pubis.
Según los expertos, en aquella época los gorilas y los humanos mantuvimos una estrecha relación. Los monos se convirtieron en nuestras presas, utilizábamos su piel para calentar y compartíamos los mismos espacios. Estos hechos facilitaron el “salto” que hizo nuestra especie el piojo del gorila.
Los piojos pubianos suelen ser algo más cortos que los piojos de la cabeza y el cuerpo y presentan un color transparente o blanquecino. Como todo insecto, tienen un par de antenas y de ojos. El aparato bucal, por su parte, es extremadamente complejo y está formado por varias cuñas de punción cutánea y absorción de sangre. El piojo tiene tres pares de patas de clave fuerte. Estas claves son fundamentales para el buen agarre del cabello. Una de las peculiaridades de este insecto es que está enganchado a los pelos, por lo que tienen dificultades para caminar por encima de la piel y, a diferencia de las pulgas, no pueden hacer saltos.
La transmisión del piojo de pubis requiere un contacto físico estrecho, es decir, relaciones sexuales. Según algunos expertos, la infección de transmisión sexual más contaminante es la de los piojos de pubis.
El piojo de pubis maduro pega las lienzos con una materia adhesiva en forma de cemento.
Las mordazas suelen tener un milímetro de longitud y se ven a simple vista. Tienen una estructura en forma de cámara en un extremo para que el embrión que se encuentra en su interior llegue aire y humedad. Las ninfas jóvenes nacen una semana después, y en dos semanas pasan tres mudas y se convierten en maduros de pubis. La hembra sobrevive un mes y pone entre 30 y 50 huevos. Para sobrevivir, puncionan la piel de nuestro cuerpo y absorben sangre unas cinco veces al día (un mililitro de sangre por día).
En cada absorción de sangre el piojo emite sustancias irritantes a la sangre, lo que provoca un picor intenso. También es frecuente la presencia de pequeñas manchas de color morado en la superficie parásita. En algunos casos, los insectos también pueden encontrarse en otras zonas pilosas, como el vientre de los hombres o el pelo del pecho, la barba, etc., así como en pestañas y cejas. Por ejemplo, un niño que ha estado en contacto con un adulto con este parásito puede tener piojos de pubis en los pelos de los ojos. Su existencia puede ser signo de abuso sexual contra menores. Puede ser un tema serio el de los piojos de pubis.
Estos parásitos que siempre hemos tenido entre nosotros no tienen consecuencias extremas para la salud, además de las mencionadas. Sin embargo, la vergüenza, la indiferencia, el miedo y la ignorancia siguen dominando en la sociedad al hablar de estos insectos, por lo que la mayoría de los afectados se avergüenzan y muchas veces no acuden al médico. Los tratamientos inadecuados producen reinfecciones en el paciente y en su pareja sexual.
El tratamiento de los piojos pubianos suele ser sencillo y es obligatorio no sólo tratar al enfermo, sino también a su pareja sexual. Mediante unos peines especiales o pinzas se deben soltar los piojos adultos y las liendres de los pelos, al igual que con los piojos de cabeza. También es conveniente frotar una loción pediculicida para matar insectos en las zonas de piel afectadas por la infección. Una semana o después, los especialistas recomiendan aplicar la loción para eliminar las nuevas ninfas nacidas de los huevos. Por último, se limpiarán adecuadamente los trajes, sábanas y toallas que han estado en contacto con el paciente para evitar que vuelvan a aparecer infecciones.
Según algunos estudios, entre el 30% y el 40% de los afectados por los piojos pubianos sufren otras enfermedades de transmisión sexual, incluido el sida. Y ahí está la sangría de los piojos de pubis. La detección y diagnóstico médico de estos parásitos permite descartar otras enfermedades de transmisión sexual mediante un estudio físico más profundo y la toma de muestras para la realización de pruebas microbiológicas.
Las graves y mortales consecuencias del SIDA son conocidas en la sociedad. Hoy en día, sin embargo, hemos perdido el miedo al sida gracias a los nuevos medicamentos que se utilizan para combatirlo. Por ello, las medidas para evitar la transmisión son cada vez menos utilizadas, lo que ha supuesto un aumento de otras enfermedades de transmisión sexual. Y no son una tontería. La clamidiosis y la gonococia, por ejemplo, a menudo no presentan síntomas clínicos, pero pueden provocar esterilidad, mientras que las hepatitis B y C pueden convertirse en infecciones crónicas con graves problemas hepáticos.
El impacto social de estas infecciones es conocido desde hace tiempo, ya que se publican datos epidemiológicos sobre estas enfermedades. La incidencia de los piojos pubianos en la población, sin embargo, no es percibida en ninguna parte, a pesar de tratarse de una enfermedad de transmisión sexual; epidemiólogos y médicos seguimos “ciegos” ante este problema. Por ello, para que la sociedad sea “normal” y “visible” debería ser una enfermedad de declaración obligatoria.
Además, en las campañas y anuncios que se realizan para prevenir enfermedades de transmisión sexual, la infección de los piojos pubianos puede ayudar a que las personas que sufren esta enfermedad puedan acudir al médico sin miedo ni vergüenza.
Por lo tanto, la detección de piojos pubianos puede ser una buena oportunidad para detectar precozmente otras enfermedades de transmisión sexual más graves, tratarlas adecuadamente y tomar medidas para evitarlas a partir de ese momento, a pesar de la poca preocupación o vergüenza del paciente.