La relación entre el cerebro y la competencia lingüística es mucho más estrecha de lo que se pensaba. Las lenguas no son, en ningún caso, una sucesión aleatoria de palabras, sino un complejo sistema formado por un conjunto de elementos. Por otra parte, todos estos elementos, fonética, fonología, morfología, morfofonía, sintaxis, semántica y pragmática, no se relacionan caóticamente, sino que en todo momento son interdependientes. Asimismo, los cambios que se producen en cada elemento afectan a todos los demás en la forma de hablar.
El lenguaje humano tiene una serie de características y peculiaridades como la arbitrariedad, el uso de segmentos discretos, las formas de combinar segmentos, el uso de conjuntos de reglas, los universales semánticos, la capacidad de hacer referencia al pasado, la capacidad de utilizar los negativos y de hacer preguntas, la capacidad de utilizar la infinidad, etc. Para el uso de la lengua humana es necesario utilizar las capacidades lingüísticas adquiridas a lo largo de la vida, por lo que se considera que, al menos en parte, su capacidad lingüística está limitada por la biología y la provisión genética. En general, las competencias lingüísticas se clasifican en dos grupos: por un lado, las competencias relacionadas con la parte interpretativa —las capacidades o mecanismos de interpretación— y por otro, las relacionadas con la parte creativa —las partes creativas o los mecanismos—.
Estas competencias lingüísticas incluyen apartados relacionados con la capacidad lingüística, como la parte léxica, fónica, sintáctica y semántica, es decir, mecanismos relacionados con la audición, la comprensión y la capacidad de buscar y seleccionar información. Es más, según los investigadores, el origen de todas estas capacidades está en el cerebro[1][2]. Es evidente, por ejemplo, el poder especial que tienen los niños para aprender lenguas diferentes, o mejor dicho, lenguas diferentes, y que dicen que tiene un periodo o “periodo crítico”. En la edad adulta esta capacidad disminuye. En las siguientes líneas de este artículo expondremos y describiremos algunos conceptos relacionados con las bases lingüísticas.
Se han realizado diversas propuestas para explicar la adquisición del lenguaje por parte del ser humano, entre las que se destaca la existencia de un período crítico de adquisición de la lengua (infancia). Este período está relacionado con la estructura de las redes neuronales cerebrales, el fenómeno conocido como “mielinización”. En el período crítico se utilizan zonas especializadas del cerebro que se forman de forma natural en el campo de la lengua, mientras que después de ese período crítico todas las lenguas que se aprenden las asimilamos de otra manera y, además, se activan diferentes áreas cerebrales en el proceso de aprendizaje.
A pesar de que todavía no hay una explicación clara al respecto, se considera que los cerebros de adultos y niños son diferentes, al menos atendiendo a las conexiones de las redes neuronales. Parece que una sustancia grasa llamada mielina aísla las conexiones entre neuronas para hacerlas más rápidas, pero a la vez impide nuevas conexiones. Por eso es más costoso aprender nuevos conceptos a la edad adulta y seguir formando partes especializadas del cerebro.
Este fenómeno no es una transformación brusca, pero cuanto más antiguo, más se percibe. Por el contrario, los niños saben completar la coordinación, las preguntas, las frases negativas y las oraciones relativas y elegir los pronombres adecuados antes de aprender a realizar la operación matemática “dos más dos”. También es sorprendente cómo se apropian de las lenguas locales que viven en pocos años, a pesar de estar limitadas y dotadas de escasas experiencias lingüísticas. Se han realizado numerosos trabajos de investigación que analizan y relacionan la infancia, el lenguaje y los fundamentos biológicos, como el fracaso de la hipótesis de instrucción, el fracaso de la hipótesis de la imitación, el caso de niños aislados [3], el caso de niños salvajes [4]...
En cuanto al lenguaje natural, al hablar se activan algunas zonas del hemisferio izquierdo, entre ellas: Zona de Broca y zona de Wernicke. Estos campos son de vital importancia ya que ayudan a comprender la arquitectura del lenguaje y a relacionar palabras y significados. Es más, en los casos en los que estas zonas cerebrales están afectadas —afasias—, la capacidad lingüística suele estar limitada. La afasia de Broca, agramática, está relacionada con el habla lenta, las pausas en la búsqueda de palabras, las pérdidas de palabras funcionales y los problemas de comprensión, mientras que la afasia de Wernicke se relaciona con el habla fluida pero con una mala selección léxica, el uso de palabras sin sentido.
Por otro lado, se ha encontrado un gen que puede estar relacionado con la competencia lingüística, el gen FOXP2, que ayuda a convertir el pensamiento en habla [5]. Sin sumergirse en aguas profundas de la biología, el funcionamiento de este gen puede entenderse como un canal útil para comunicar pensamientos [6]. En los animales también se ha encontrado un gen parecido, pero no tan desarrollado como en los humanos. En este sentido, es evidente la existencia de una base biológica en el proceso de adquisición del lenguaje.
En un artículo escrito por Juan Uriagereka se menciona claramente la base biológica de la competencia lingüística expuesta [7]. En este artículo, Uriagereka menciona, entre otros, los errores cometidos en la recuperación del euskera y, por encima de todos, destaca que puede resultar perjudicial obligar a los trabajadores adultos a aprender una nueva lengua, ya que el proceso de aprendizaje de una nueva lengua está relacionado con la genética, las hormonas y el desarrollo biológico, el período crítico. Sin embargo, este período crítico puede variar de una persona a otra, por lo que la exigencia puede ser injusta.
Por otra parte, Juan Uriagereka afirma que todas las lenguas tienen una representación similar en el cerebro humano, y por ello, muchas lenguas comparten los mismos procesos lingüísticos, incluido el euskera. Apoyándose en estos argumentos, y haciendo frente al artículo publicado en el Wall Street Journal que consideraba el euskera como lengua arcaica [8], destaca que el euskera no es una lengua rara, ni obsoleta o relacionada con la antigüedad. Y es que todas las lenguas tienen en cuenta una serie de bases, y por ello, teniendo en cuenta el sistema gramatical del euskera, es un error inexacto concluir que la lengua es obsoleta.
Además de la base biológica, existen otras bases lingüísticas importantes como son la base cultural (consecuencia de la evolución cultural) y la base social (consecuencia del uso de hablantes). El motivo de la clasificación del euskera como lengua arcaica es precisamente en estas últimas, ya que probablemente el euskera no tiene líneas de investigación comparables con las lenguas “mayoritarias” por razones económicas e históricas. Está claro, por tanto, que no hay una lengua primitiva ni una lengua moderna, ya que la trayectoria de las lenguas está cambiando constantemente.