¿Qué hacer después de un ataque al corazón?

Agirre, Jabier

Medikua eta OEEko kidea

En contra de lo que mucha gente piensa, se puede prevenir un ataque al corazón (a partir de ahora solo utilizaremos el “infarto”) con cierta atención y cuidado desde la juventud, dando la importancia que necesitan y merecen a la alimentación, a no fumar y a hacer algo de ejercicio.

El infarto cardiaco (más concretamente, el infarto de miocardio) se produce cuando se interrumpe el flujo sanguíneo y no llega suficiente sangre al músculo o miocardio del corazón. Esto provoca la muerte de esta zona del corazón porque no recibe ni oxígeno ni alimentos.

Antes de sufrir un ataque al corazón, aparecen algunos síntomas especiales hoy o incluso semanas antes: en el centro del pecho se nota dolor o sensación de aplastamiento que puede extenderse a los brazos, cuello, mordaza o hombros. En algunos casos pueden aparecer sudoraciones, náuseas, vómitos y mareos (o incluso desmayos). En el 25% de los casos, sin embargo, este aviso no se produce.

Causas del infarto

Las causas más frecuentes de obstrucción de una arteria coronaria, con la consiguiente obstrucción de la circulación sanguínea y un infarto son:

  • En el interior de un vaso de sangre se forma un coágulo de sangre (un trombo). Esto puede deberse a una alteración en este vaso sanguíneo o a un cambio en la composición de la sangre. Cuando se da alguna de estas dos situaciones se habla de trombosis y como tratamiento se utilizan anticoagulantes (medicamentos para evitar los coáculos sanguíneos o coácidos) y vasodilatadores (para extender el calibre de la arteria por el que se pasa la sangre). En los casos más graves puede ser necesaria la cirugía para extirpar el trombo y mantener el flujo sanguíneo normal.
  • Algún cuerpo extraño, como una burbuja de grasa o aire, queda encajado en el vaso sanguíneo. Esta obstrucción se conoce como émbolo y de ahí el nombre de émbolo. Puede ocurrir que el émbolo tenga un pequeño diámetro y circule libremente por los vasos sin ningún problema. Pero cuando el tamaño del émbolo es mayor que el del vaso, surgen problemas. El tratamiento suele ser quirúrgico, ya que el émbolo debe ser extirpado mediante una operación, pero el tratamiento puede ser médico con medicamentos selvantes como en el caso anterior.
  • El proceso de una arteria que se contrae de forma prolongada y constante se denomina vasoespasmo y si su duración se prolonga a partir de un punto, podríamos decir que se producirá un infarto o un infarto.

¿Qué hacer ante el infarto?

En caso de pérdida de conciencia o parada cardiaca, se intentará la reanimación de la persona afectada, siempre antes de que transcurran 4 minutos, ya que a partir de ese plazo pueden producirse daños cerebrales (en muchos casos irreversibles) e incluso la muerte.

¿Y cómo hacer esa resurrección o reanimación del corazón? Se debería realizar un masaje cardiaco y una respiración artificial, ambos métodos a la vez, asegurando que no hay cuerpos extraños en el interior de la boca y que la lengua se encuentra en su posición normal (y no hacia atrás).

Si se trata de un niño (algo raro, pero desgraciadamente puede ocurrir) hay que tener especial cuidado a la hora de realizar la respiración artificial y no meter demasiado aire al niño.

Si no sabemos cómo hacer la reanimación (y en este punto todos tendremos dudas, más o menos) llamar inmediatamente a una ambulancia o buscar un experto, no necesariamente un médico, pero sí una persona con cierta experiencia en estas cuestiones.

Lo importante es trasladar al paciente inmediatamente a un hospital, ya que si se administran los medicamentos adecuados dentro de las dos horas siguientes a la aparición de los primeros síntomas del infarto, las secuelas posteriores son mucho menores.

Después del infarto, ¿qué?

Las estadísticas de recuperación son bastante buenas y satisfactorias, ya que de los infartos se recuperan dos de cada tres en las personas. No hay que olvidar que el paciente debe ser atendido lo antes posible.

Un adecuado programa de rehabilitación tras el envío a casa debe recomendar un ejercicio físico adaptado a las capacidades y gustos del paciente, así como una ayuda psicológica, ya que el miedo a una vida normal tras un infarto es muy generalizado, y en contra de ello hay que advertir al paciente que si lo cuidamos un poco puede tener una vida (o mejor) como antes de sufrir el infarto.

Pero, ¿qué hacer para prevenir el infarto?

Quizá conozcas los siguientes puntos, ya que he mencionado muchas veces en estas páginas de Elhuyar, pero en la confianza de que voy a conseguir algo, te vuelves a encontrar los principales factores de riesgo que pueden añadir la posibilidad de un ataque al corazón:

  • Cuando el nivel de colesterol “malo” aumenta, esta grasa se va acumulando en las paredes de las arterias y comienza a apretar su calibre (arteriosclerosis). El infarto aparece cuando estas arterias se bloquean completamente.
  • Tensión alta Cuando por cualquier motivo las arterias se estrechan, la sangre ejerce mayor presión sobre sus paredes y poco a poco se van gastando y erosionando hasta que aparecen arrugas. Estas arrugas son mucho más fáciles de acumular.
  • Obesidad El exceso de peso aumenta el riesgo de colesterol e incluso de hipertensión. Por eso es muy importante perder esos kilos que nos sobran y cuidar la comida. Un reciente estudio realizado por investigadores italianos demuestra que el pescado “baja” la presión arterial alta y evita la formación de coádulos sanguíneos, disminuyendo así el riesgo de padecer enfermedades coronarias. Otro motivo más para incrementar el consumo de pescado.
  • Falta de ejercicio físico Como dice el proverbio “quien mueve las piernas mueve el corazón”. Y es que, a pesar de que el miocardio es un músculo, él también necesita hacer un poco de ejercicio para fortalecerlo y fortalecerlo. No es precioso realizar ejercicios muy duros, por ejemplo, caminar media hora al día, a una velocidad relativamente rápida, o hacer algún deporte que te guste un par de veces por semana. Se trata de hacer frente al sedentarismo, al “estancamiento” tan extendido entre nosotros.
  • Tabaco Este factor engloba todos y cada uno de los riesgos de infarto. Fumar en exceso (y con unos pocos cigarrillos se supera fácilmente el límite) aprieta las arterias y dificulta la circulación sanguínea, facilita la formación de coagulados o sangrados y anula el efecto del colesterol “bueno”.

Las estadísticas demuestran que los grandes fumadores (más de 10 cigarrillos al día es suficiente para entrar en este grupo) tienen un riesgo de sufrir un infarto de miocardio cuatro veces mayor que los que no fuman o que fuman poco. El 80% de las víctimas de infarto que llegan a los hospitales son fumadoras, que llevan una vida sedentaria, y cada vez son más las mujeres (que se han incorporado al colectivo de fumadores en los últimos años).

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