La verdad es que en nuestra conversación habitual estos punpuiles no tienen muy buena fama y los utilizamos para hacer algunas comparaciones. Pero en el ámbito de la física es muy diferente. “Haced un punpuil de jabón y mirad —escribió el prestigioso físico Kelvin—. Aunque paséis toda la vida investigando, siempre sacaréis nuevos conocimientos de la física”.
Las capas policromas admirables que aparecen en estas finas capas de jabón permiten al físico medir las longitudes de onda de las ondas luminosas. Por otra parte, la investigación de la tensión de estas capas, la ley de fuerzas que aparecen entre las fracciones, nos permite entender, es decir, las fuerzas de cohesión. Sin cohesión el mundo sería sólo un montón de polvos.
Ch. Boyce es un físico inglés que ofrece una larga serie de experimentos con punpuiles en su libro titulado “jaboncillos”. Nosotros sólo traemos uno u otro, pero quien tenga especial interés en este tema sabe a dónde dirigirnos.
Para hacer nuestros punpuiles utilizaremos el jabón de cocina tradicional, ya que el baño no sirve para ello. Si es posible se recomiendan jabones de aceite de oliva o almendras vacías, por ser los más adecuados para este fin.
Para que se produzca la disolución, fundiremos un trozo de jabón en agua limpia y fría hasta obtener un líquido bastante compacto. Lo ideal es utilizar agua de lluvia o agua de nieve limpia, de lo contrario cogeremos agua hirviendo y enfriada. Para conseguir una mayor duración de los punpuiles, Plateau indica que a la disolución hay que añadir un tercio de su volumen de glicerina. Las espumas y punpuiles que se formen se retirarán con una arqueta. Una vez hecho esto, introducimos a la disolución el extremo de un tubo de barro. Con una paja de unos diez centímetros también se obtienen buenos resultados, pero para ello hay que cortar el extremo inferior en cruz.
Para la realización de los punpuiles hay que seguir los siguientes pasos: meter el extremo del tubo en disolución y mantenerlo verticalmente hasta que aparezca en su extremo una membrana de líquido; después soplaremos. Al hacerlo, el punpuil se llena con el aire caliente que sale de nuestros pulmones, lo que hace que el punpuil lleno suba rápidamente.
Si el primer punpuil obtenido tiene un diámetro aproximado de diez centímetros, la mezcla de jabón realizada es buena; si no, debemos poner más jabón hasta que tengamos el punpuil de dicho diámetro. Pero esto no es suficiente. Después de hacer el punpuil mojamos un dedo con una mezcla de jabón e intentamos meterlo en el punpuil; si el punpuil nos molesta podríamos empezar con los experimentos, si se baba, tenemos que poner un poco más de jabón.
Los experimentos deben realizarse con calma y mucha atención y en una sala muy clara, ya que de lo contrario los punpuiles no nos mostrarán sus bonitos reflejos policromos.
Echar agua jabonosa en un plato hasta una capa de dos o tres milímetros. En el centro del plato colocaremos una florita u otra cosa y la cubriremos con un onil de vidrio. Después, y mientras soplamos por el canutillo de la onila, elevaremos el cesto poco a poco, como se ve en la imagen. Se está haciendo jabón punpuil y cuando esto sea bastante grande lo dejaremos libre. La florita, u otra pieza pequeña, quedará rodeada por una semiesfera transparente en la que se reflejarán todos los colores del arco iris.
En lugar de poner la flor se puede poner una estatuilla y sobre sí misma se puede poner un pequeño punpuil como corona. Para ello hay que colocar previamente una gota de agua de jabón sobre la cabeza de la estatuilla y después, después de hacer un gran punpuil, pasarlo con un chorrito y soplar en su interior el pequeño punpuil.
Como hemos dicho con la onila utilizada anteriormente se fabrica un gran punpuil. Después, cogemos una pajita y una vez mojado un extremo en agua de jabón, atravesamos con cuidado la capa del gran punpuil hasta llegar al centro. A continuación, soplando, hacemos el segundo punpuil y poco a poco sacamos la paja al exterior. Si se quiere, dentro del segundo punpuil se puede hacer otro de la misma manera, etc.
La capa de jabón punpuil está todo el tiempo en tensión y presiona el aire que hay en su interior.
Si acercamos el canutillo de la onila a la llama de una vela comprobaremos que la fuerza de estas membranas no es tan pequeña: la llama se desvía claramente.
Una de las peores ideas sobre los punpuiles es la duración. La mayoría considera que duran muy poco, pero si se utilizan con cuidado pueden durar varios años. El físico inglés Dewar, famoso por sus trabajos sobre la licuefacción del aire, almacenaba pompones de jabón en botellas especiales y el estadounidense Lawrence consiguió mantenerlos en un recipiente especial durante varios años.
Para finalizar con este portillo, nos ocuparemos de la capa de punpuiles. Estas son las cosas más finas que se pueden ver a simple vista. En la mayoría de los casos, el espesor de los objetos utilizados para la comparación de finura es mucho mayor que el de la capa de punpuiles: a menudo decimos que una cosa es “tan fina como un pelo”, pero el espesor de la capa de punpuil es cinco mil veces menor que el de un pelo. Esto quiere decir que, mientras un pelo humano aumentase doscientas veces un centímetro de espesor, haciendo lo mismo con la capa de punpuil, sería todavía casi invisible. Para poder ver la sección de la capa como una línea fina deberíamos multiplicarla por doscientas veces, es decir, cincuenta mil veces, y entonces el pelo tendría un espesor de dos metros.