El Servicio de Informática de la UPV/EHU (CIDIR) ha sido pionero en la implantación de áreas inalámbricas. En Donostia, en la biblioteca de la Facultad de Informática, en la cafetería e incluso en el campo, alumnos y profesores pueden conectarse a la red sin cables. (Foto: O. Araolaza).
La red Internet ha cubierto por completo todos los rincones de la Universidad de Twente. La universidad holandesa es un ejemplo de los cambios que supondrán los wireless o las zonas inalámbricas. Los alumnos y profesores pueden conectarse a la red de ordenadores desde cualquier lugar de las 140 hectáreas que tiene el campus universitario en el curso que acaba de empezar. Para ello, han habilitado 650 hotspots o puntos de acceso distribuidos por el campus. Los 6.000 alumnos de Twente pueden acceder a Internet desde la biblioteca, piscina o campo, instalando una tarjeta WiFi en su portátil y sin cables ni cables. Alumnos y profesores tendrán a su disposición la mayor red de wireless de Europa.
Las grandes compañías informáticas han considerado el campus de Twente como un probadero, por lo que han preparado una zona de wireless única por el momento. Pero más allá de las pruebas, la expansión de las redes WiFi es una realidad ósea y tras la crisis de Puntucom ha traído nuevos vientos, o al menos ha resucitado ilusiones de negocio a la industria. En los aeropuertos, grandes empresas y hoteles, universidades y palacios de congresos se han establecido las primeras zonas. En Euskal Herria también se realizaron las primeras sesiones a través de la universidad. El campus de Donostia de la Universidad del País Vasco fue uno de los pioneros y la red inalámbrica puesta en marcha en la Facultad de Informática lleva funcionando un año y medio.
Pero junto a las grandes universidades y empresas, los grupos de ciudadanos organizados en asociaciones también han asumido la iniciativa de hacer llegar Internet a cualquier lugar y están preparando los puntos de acceso de forma autónoma. En ello están trabajando grupos como Euskal Wirelesss, Donosti-Wireless, Bilbowireless o Anuestroaire de Vitoria. Colocan puntos de acceso en las calles de las ciudades y permiten navegar por Internet sin enchufarse a ningún sitio en el espacio de unos 100 metros que ocupan las ondas.
El 31% de los hogares de la CAPV dispone de acceso a Internet. Dicho de otro modo, el 69% de la población vasca no tiene acceso a internet en su hogar.En las ciudades hay iniciativas en marcha, pero también en los pueblos pequeños. Por ejemplo, en la localidad navarra de Aiegi se ha instalado la red WiFi entre sus vecinos. En poblaciones pequeñas y, por tanto, poco rentables económicamente, no tienen mucha esperanza de que les llegue el cable. Por lo tanto, sin esperar a que lleguen las empresas de comunicación, anticiparse y la ciudadanía ha comenzado a trabajar en el despliegue de redes WiFi.
De hecho, WiFi se ha convertido en una buena solución para ofrecer accesos a Internet en barrios, pueblos y regiones que se estaban quedando al margen de las principales redes de comunicación. Al sur del Pacífico, en la pequeña isla llamada Niue, viven 1.700 personas. La isla tiene 260 km 2 y a partir de ahí sólo el mar. Al estar completamente aislado en lo que a la Tierra se refiere, se entiende la pasión de sus habitantes por acceder a Internet. Han creado una asociación de aficionados a Internet y han establecido puntos de acceso que ofrecen conexión hasta cubrir toda la isla.
Las organizaciones han visto el wireless como un recurso interesante para reducir la brecha digital y han abordado de lleno los esfuerzos de difusión de la tecnología inalámbrica. La brecha digital se define como el intervalo que se produce entre quienes tienen y no tienen acceso a las nuevas tecnologías de comunicación. Por ejemplo, según los últimos datos ofrecidos por Eustat, el 31% de los hogares vascos dispone de acceso a Internet. Esta tasa de conexión es escasa respecto a países como Dinamarca, Holanda o Suecia, líderes en este campo, donde cerca del 65% de la población tiene acceso a Internet en su hogar.
Si miramos los datos por el espejo, la preocupación puede aumentar. De hecho, al decir que en el 31% de los hogares de la CAPV hay conexión a Internet, estamos indicando que el 69% de la población no tiene acceso desde casa. Algunos de ellos seguramente tendrán otra forma de acceder a Internet, en el trabajo, en la escuela, en los cibercafés o en los Kzgunea, pero otros no lo tienen, y esa es la brecha digital que preocupa a muchos expertos.
El estándar 892.11b funciona con una frecuencia amplia de 2,4 GHz y una velocidad máxima de transmisión de 11 Mbps. (Foto: J. Mendiburu).De hecho, varias organizaciones han empezado a ver la tecnología WiFi que puede llevar la red Internet a cualquier calle y su entorno, una de las vías para reducir la brecha digital. Spri ha concedido ayudas para la instalación de redes inalámbricas con tecnología WiFi en lugares públicos y el Gobierno Vasco ha calificado el área de wireless como una línea de investigación estratégica. Varias entidades han comenzado a ofrecer la posibilidad de conectarse a Internet en las calles de las ciudades creando espacios wireless. En Zamora, por ejemplo, la empresa Wireless Satellite Networsk ha cubierto ya el 75% del casco urbano.
Un wireless o red inalámbrica es, básicamente, una red que conecta ordenadores entre sí sin utilizar cables. Las redes inalámbricas son comunes en nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, no hay que decir que la comunicación entre la televisión y el mando a mano se realiza de forma inalámbrica. La televisión y el mando a mano se comunican mediante rayos infrarrojos. También se utilizan infrarrojos entre ordenadores portátiles PDA o teléfonos GSM.
Los rayos infrarrojos permiten enviar y recibir información a una velocidad máxima de 4 Mbps. Pero para que la comunicación entre los rayos infrarrojos pueda llevarse a cabo es necesario que tanto el emisor como el receptor se revisen entre sí y no haya obstáculos entre sí. Por eso, con el mando a mano, es necesario hacer punterías en ocasiones para poder cambiar de canal de televisión.
Silicon Valley ha desarrollado recientemente nuevos chips para poder realizar conexiones inalámbricas rápidas y potentes. AG100 ofrece 108 Mbps de ancho de banda.La radiofrecuencia está cada vez más presente en los electrodomésticos. Además de las señales de radio y televisión ya extendidas, ahora, en algunos coches, las llaves que abren a distancia funcionan por radiofrecuencia, las puertas de los garajes, los teléfonos inalámbricos de la casa y, por supuesto, los teléfonos móviles tipo GSM.
En los últimos años se han lanzado varios estándares para redes wireless, entre ellos el 802.11, regulado por el IEEE (Institute of Electrical and Electronic Engineers). Una de sus versiones, la 802.11b, es la que más se ha extendido y en torno a ella se ha creado el nombre comercial WiFi, abreviatura para Wireless Fidelity. El estándar 802.11b funciona a 2,4 GHz de ancho de frecuencia y tiene una velocidad de transmisión máxima de 11 Mbps. Una vez instalado el punto de acceso, se pueden conectar alrededor de 10 ordenadores a través de este hotspot o acceso y dependiendo de las paredes y obstáculos del entorno, estará disponible en un radio de unos 100 metros.
El estándar 802.11b es el que mayor difusión ha conseguido y en torno al cual se ha extendido el nombre de WiFi, pero el nuevo espacio de negocio ha atraído inversiones y está continuamente comercializando nuevas herramientas que mejoran las capacidades del anterior. Por ejemplo, 802.11g ofrece un ancho de banda de 56 Mbps. El chip AG100 presentado en Silicon Valley en agosto de 2003 anuncia un nuevo salto en las redes inalámbricas. Esta nueva tecnología, denominada MIMO, ha anunciado una velocidad máxima de transmisión de 108 Mbps. Además, la zona que puede cubrir puede ser hasta seis veces mayor.
La tarjeta WiFi se introduce en el portátil y el ordenador se conecta a la red mediante radiofrecuencia. La conexión ofrece un buen resultado en torno a 100 radios en función de los edificios que hay alrededor. (Foto: G. Roa).