El escritor británico Aldous Huxley describió en 1932 a los seres clónicos en su libro Bai mundu berria. La ficción, sin embargo, se acercó a la realidad en un nuevo paso II. Durante la Guerra Mundial. Con motivo de su deseo de ser un ejemplo de raza y de ejemplaridad, a las órdenes de Hitler se llevaron a cabo multitud de intentos bajo la dirección de Josef Mengele, quien conocimos como el Ángel de la Muerte; desde entonces, para muchos ciudadanos, la manipulación genética ha quedado vinculada a estos sucesos de Auschwich para siempre. Además, la ficción ha asegurado la pervivencia de este oscuro mito a través de varias novelas y películas, como es sin duda el caso de los niños de Brasil.
No es de extrañar, por tanto, la polémica que se ha suscitado nada más abrirse la noticia de Dolly. El sueño de la razón provoca monstruos y la ignorancia, o las verdades a medias, el miedo. Como se ha conseguido clonar seres de alto nivel, ¿por qué no, como suele decirse en el circo, más difícil aún los señores, clonar al hombre?
El debate no se centra en la viabilidad de la técnica utilizada por los investigadores del Roslin Institute de Escocia, ni en los problemas que puede suponer la manipulación de la información genética animal; el problema que ha suscitado intensas sesiones en periódicos, radios, televisiones y tertulias coloquiales se ha limitado al uso potencial de esta técnica: ¿llegará el ser humano a manipular su propia especie de forma deseada? Una vez abierto el camino, ¿quién pondrá las barreras al mar?
Después de Dolly, ¿qué?
Ian Wilmut se ha mostrado una y otra vez en contra del clonaje humano. “ Técnicamente analizados, no sería nada difícil, por supuesto, los investigadores deberían ir más allá de los pasos dados para conseguir Dolly si en algún momento quisieran trasplantar el código genético de los seres humanos, pero después de haber escuchado esas palabras. Como es sabido, siempre hay riesgo de que alguien haga algo en la ciencia, como en otros ámbitos de la vida. En los Estados occidentales, en la mayoría de los casos explícitamente y de otra manera implícitamente, está totalmente prohibido ser humano posible. El problema no es la viabilidad de la técnica que hemos utilizado; habría que analizar el contenido ético de ese posible uso y, en mi opinión, los investigadores que trabajan conmigo, eso sería una injusticia. Éticamente no es posible aceptar este tipo de experimentos, es contrario a la ley humana”. Estas declaraciones se dieron en todas las agencias de noticias; Ian Wilmut, jefe del equipo de investigación del Instituto Roslin, habló para tranquilizar a la gente.
Sin embargo, el ambiente no era del todo manipular la información genética de los mismos. Desde el mismo momento en que se puso en marcha el Proyecto Genoma, se abrió al público este debate sobre bioética. Según Xabier Etxeberria, director de la Cátedra de Ética de la Universidad de Deusto, “ todo lo que se puede hacer no tiene por qué ser hecho. Partiendo de esta base, creo que en el futuro no habrá que plantearse la posibilidad de clonar con el ser humano. (...) Porque la investigación no puede causar más perjuicios que beneficios”. En sus declaraciones al Diario Vasco, Xabier Etxeberria destacó la necesidad de crear un código deontológico que regule y controle este tipo de investigaciones.
También hemos oído que habría que distinguir clonaciones con animales y seres humanos. Te parecerá obvio lo dicho, lector, pero tras leer lo leído en los últimos meses nos hemos atrevido a volver a decir. La ciencia es a la vez la única responsable de todos nuestros males y la única solución. La propia ciencia nos salvará de la tragedia o de las llamas del infierno para ayudarnos a quitarnos. No hay medio camino, no hay quien haya puesto la ciencia y la técnica en su sitio; no hemos oído casi en ningún sitio que el desarrollo de la ciencia no es en sí mismo bueno o malo, sino accidental. Ante la tímida información que hemos recibido sobre Dolly, nos ha faltado el paraguas de la prudencia.
Sin duda. El código genético de estos animales puede explicar los misterios de la vida. En nuestros genes están codificadas las características de la vida. Conocerlos y, en los casos que sea necesario, corregirlos, nos permitiría superar muchos obstáculos. Por ejemplo, una vía de recuperación completa de muchas enfermedades o nuevas posibilidades de trasplante de órganos. En la actualidad en medicina se utilizan varios animales como biorredactor, a los que se les incorpora un gen extraño para producir sustancias anti-enfermedad. Es un ejemplo, claro.
Todo lo dicho es el lanzamiento súbito con la clonación de seres superiores en la cabeza. Si analizamos la manipulación genética de las plantas, el campo de los beneficios se extiende más: la producción de sustancias contra determinadas enfermedades, la abundancia de alimentos que resistan las plagas, etc., y mucho más. Estos experimentos ya se están realizando y en algunos casos el éxito será vital para millones de ciudadanos. Ahí está el rival de la moneda.
Sin duda. Lamentablemente, por el momento no se han encontrado monedas unilaterales, por lo que es inevitable que todas las monedas tengan su contrincante y su parche.
La manipulación genética puede acelerar la pérdida de biodiversidad y, como sabemos, ya es un problema bastante grave para profundizar más. El siguiente ejemplo sirve para comprender lo que queremos decir. Supongamos que tenemos la posibilidad de producir masivamente una variedad de plantas capaz de hacer frente a un determinado tipo de plagas; lógicamente, el resto de variedades de la planta se descarta poco a poco, porque tenemos una planta más sana, más productiva y, en definitiva, mejor. Sin remedio, la planta perderá su tesoro genético, sólo será cuestión de tiempo. Es más, si el mecanismo causante de esta epidemia detectase y superase en alguna ocasión los sistemas de protección de esta variedad, la planta perdería, además del tesoro genético, todas sus posibilidades de supervivencia. En pocos años, meses o días, deberíamos retirar una de las especies vegetales existentes en el mundo, otra.
Lo que decía Heidegger parece hoy profético: “la capacidad de manipulación de la propia vida será en el futuro más peligrosa que las nuevas tecnologías capaces de provocar la muerte”.
Lee Silver Princenton, Catedrático de Biología de la Universidad de Princenton “Es increíble. En esencia esto significa que ya hemos superado todos los límites; significa que la ciencia ficción se ha convertido en realidad. Decían que nunca se iba a hacer y ya se ha conseguido antes de que llegara el año 2.000.” |
J.L. de la Serna Periodista Científico “(...) Al cabo de unos años, clonar animales no es, como hoy en día, una excepción que nos emociona, sino una práctica común, porque ¡los beneficios que puede reportar son tan grandes! Entonces, después de haber probado debidamente la utilidad de todas estas técnicas, alguien tiene la tentación de clonar también a los seres humanos. Sin duda, las leyes van a prohibir este camino, pero va a ser inútil. Alguien hará los pasos para hacer realidad el sueño de Mengele y la sociedad no podrá hacer nada.” |
Juan Ramón Lacadena, Catedrático de Genética de la Universidad Complutense de Madrid “La bioética, entendida como una rebelión entre expertos interdisciplinares, es cada vez más importante en la comunidad científica. Según Severo Ochoa, el desarrollo de la ciencia no puede frenar (...) el camino que nos ha enseñado Dolly es el resultado de ese desarrollo. De ahí no debemos deducir que los seres humanos también llegaremos a clonar. No se deriva necesariamente de ese logro.” |
Joseph Rotblat, Premio Nobel de la Paz “El desarrollo de la ciencia puede condicionar totalmente el futuro de la especie humana. Mi principal preocupación ante estos hechos es que, en la medida en que la ciencia avanza, tendremos cada vez más acceso a los recursos que pueden provocar destrucciones masivas; cada vez será más fácil destruir nuestro mundo por desidia o por negligencia. La ingeniería genética puede facilitar el acceso a esta competencia a cualquier persona.” |
Joaquín Araujo Ciencia divulgativa y ecologista “Ahora hemos descubierto la clonación, pero es el último paso de algo que se está gestando desde hace tiempo. Nuestro mundo ya es clónico; fíjate en nuestro modo de vida, en nuestra cultura, en nuestra forma de ser. Todo depende de un canon y estamos fomentando comportamientos que serán imposibles a corto plazo. La homogeneización de la cabaña ganadera, por tanto, me parece una anécdota si la comparamos con el modelo de vida clónico que supone el asfalto, el cemento, la globalización económica o los medios de comunicación. Todo ello con el objetivo final de acabar con la desigualdad (...) Bertrand Rusell señalaba que el conocimiento científico facilita las vías para destruirlo todo.” |
El Investigador Ian Wilmut, cofundador del Roslin Institute y Dolly “Me parece muy despreciable que el hombre quiera clonar, y no veo ninguna necesidad. En cualquier caso, me ha encantado la polémica que surgió en torno a nuestra investigación. Todo ello ha servido para dar a conocer a los gobiernos y a la ciudadanía nuestro trabajo. Algunos nos acusan de no haber realizado ningún estudio ético antes de profundizar en esta línea de trabajo. ¿Cuándo teníamos que hacer ese estudio y, más aún, si lo hacemos nosotros? Los científicos llevan cerca de 40 años trabajando en ello, pero hasta ahora no se ha considerado. En un principio también se comentó que esa preocupación, es decir, llegaríamos a encontrar técnicas de clonación humana, pero nos consideraron locos.» |