En el caso del niño en edad escolar, se diferencian varias etapas o fases:
La edad cronológica del niño, el ritmo de crianza, el grado de madurez, la actividad física y la absorción y uso de los alimentos que se ingieren, son algunos de los factores que deben tenerse en cuenta a la hora de definir y cuantificar los requerimientos de mantenimiento.
En todas estas etapas, el cuerpo se encuentra en un continuo proceso de crecimiento, mientras la actividad física es dura e irregular. El gasto metabólico basal es superior al que se produce en las personas adultas, y el agua y el calor perdidos a través de la piel también son mayores en los niños.
Alto gasto metabólico, rápidos cambios biológicos y especial estado hormonal, que son motivos suficientes para considerar estas etapas vitales sobre todo anabólicas.
La persona, en este caso el niño, además de estos factores heredados o espontáneos, puede alterar las posibilidades genéticas, aumentando o disminuyendo. Entre estos factores ambientales se encuentran los hábitos alimenticios, tanto propios como sociales, así como las condiciones familiares y sociales. Todos estos factores tendrán una gran influencia en el mantenimiento.
Numerosas organizaciones internacionales (OMS, FAO, UNICEF, etc.) han marcado las cantidades de cada nutriente necesario para alcanzar un nivel óptimo de salud por grupo de edad. Estas demandas o necesidades van más allá de las propias exigencias fisiológicas, ya que en un mismo grupo de edad se admiten cambios dentro de la normalidad.
Las necesidades de mantenimiento de un joven en pleno proceso de crecimiento están más vinculadas a su altura y actividad física que a su edad o peso. Por otro lado, hay que tener en cuenta los cambios personales en cuanto a necesidades cotidianas, hábitos familiares y capacidades o posibilidades individuales.
A la vista de las necesidades calóricas de cada grupo de edad, la distribución porcentual de calorías es la siguiente:
En estas edades las necesidades de proteínas son proporcionalmente superiores a las de los adultos debido a la especial cuota que el crecimiento impone al consumo. Las proteínas deben ser de alto valor biológico, por lo que es importante que la proteína animal presente 1/3 - 1/2 (33-50%) del aporte total. Y a partir de los 10 años el tope sería del 50%.
La leche es una de las principales fuentes de proteínas, por lo que es un alimento clave para cubrir estas necesidades. Se recomienda tomar al menos un medio litro de leche al día.
Los huevos, la carne y los pescados son también una importante fuente de proteínas, entre las que destacan las de origen vegetal, procedentes de cereales, frutas y verduras.
Las grasas desempeñan un papel específico en la alimentación. Además de su valor energético, algunos contienen ácidos grasos esenciales y vitaminas liposolubles.
La mayor contribución de las grasas de alimentación se realiza habitualmente a través de tres fuentes:
Las necesidades de líquidos son muy diferentes en los niños sanos. Las cantidades totales para 24 horas serían:
Teniendo en cuenta todas las necesidades anteriores, a la hora de planificar una medida de comida adecuada son necesarias ciertas normas o recomendaciones:
Sin embargo, esta forma, aunque sea la más lógica y adecuada para la salud, queda bastante lejos de nuestras costumbres. Por eso, a medio camino o, simplemente, otra propuesta: tres comidas fuertes bastante fuertes y otras dos intermedias (almuerzo y merienda), repartiendo correctamente las calorías en cinco turnos.
Los temas fundamentales son de composición diferente, y esa diferencia es la principal barrera que se encuentra en la práctica cuando se quiere completar la medida de comida adecuada. En la tabla superior se puede observar cómo se forman los principales grupos de alimentos en sus nutrientes, para qué sirven y qué funciones principales desempeñan en nuestro cuerpo.
Excepto el aceite, el azúcar y la sal, todos los alimentos o alimentos convencionales están constituidos por más de un principio inmediatos o sustancia esencial, además del agua. Los valores conservadores y las características de la comida dependen de esta composición diferente.
Existen muchos procedimientos para facilitar la planificación de los esquemas dietéticos, como por ejemplo, agrupar los alimentos según el principio de semejanza, o denominar unidades dietéticas, etc.
En la siguiente tabla, basada en una clasificación convencional de los alimentos y realizando una evaluación de las aportaciones, se propone un esquema de una dieta o una medida de comida, mediante la aplicación de raciones o raciones en gramos o mililitros (depende de lo que corresponda):
Los expertos en nutrición y mantenimiento recomiendan realizar cuatro comidas diarias mientras la persona crece y, a ser posible, respetando la siguiente distribución de calorías:
Por lo tanto, el 55% del total de calorías en la primera mitad del día.
Es interesante mantener una cierta regularidad en cuanto a la hora de la comida y más aún cuanto más joven es el cuerpo: esta demanda se debe guardar especialmente en los lactantes; la alternancia Begira/Sueño, es decir, el turno de estar despierto/dormido ya que la comida/descanso se asimila directamente al ritmo.
Por otra parte, los órganos y vísceras que practican la digestión no son capaces (no están preparados) de ingerir comida de forma continuada. Sólo pueden tomarlas en determinados momentos o, dicho de otro modo, por lo menos con ciertos intervalos para que la transformación metabólica se produzca correctamente.
Aproximadamente las dos terceras partes de la ración calórica se dan en la primera mitad del día, para que el cuerpo pueda hacer frente a los gastos que requieren las actividades físicas y mentales del día. La distribución del último tercio en dos comidas (entre la merienda y la cena), por su parte, eliminaría el exceso de peso de la cena y facilitaría el descanso tan necesario entre la noche, ya que la digestión sería más ligera.
Prótesis
En una dieta o dieta bien equilibrada, los protésidos representan entre el 12 y el 15% del aporte calórico total diario.
Las dietas hiperproteicas severas (con más del 50% de protésidos) limitan el apetito y en algunos casos se utilizan en dietas o regímenes de alimentación para flaquear (en la dieta del ATKINS, p.ej. ).
Este 12-15 por ciento se distribuye por edades. Para niños muy pequeños, por sus especiales exigencias en la fabricación de tejidos parece adecuado recomendar una cifra del 15% y ir descendiendo lentamente hasta llegar al 12% para adultos.
La proteína de alimentación más adecuada (en cuanto a los aminoácidos) es el huevo entero. Si el valor biológico de la proteína de huevo se pusiera a tope del 100 por 100, comparativamente este coeficiente de asimilación se reduce a 80-85 para la leche de vaca y 80-90 para las carnes.
Las proteínas animales (principalmente las procedentes de huevos/lácteos) son los mejores alimentos para el niño, ya que son los que tienen un mayor rendimiento metabólico y plástico. Sin embargo, es muy recomendable aumentar el consumo de proteínas vegetales desde edades tempranas, para ir en contra de la tendencia al consumo excesivo de carne en las sociedades occidentales. Por otra parte, las proteínas de origen animal son muy ricas en grasas o grasas saturadas, lo que puede provocar enfermedades a lo largo de la vida (arteriosclerosis, enfermedades relacionadas con el colesterol, etc.). ).
La dieta vegetariana o mediana comestible (compuesta por verduras, lácteos y huevos, sin carne ni pescado de ningún tipo) no aseguraría un crecimiento o exaltación adecuado, sin dar aditivos ni suplementos.
Por lo tanto, deberíamos tratar de mantener la omnisciencia propia de la especie humana, evitando el consumo de carnes rojas en exceso y haciendo una alimentación más ligera y acorde con las tendencias actuales.
Los alimentos ricos en prótesis son:
Nota: Consulta las tablas en formato PDF.