Así pues, lector, ya sabes: el principal culpable de tu enfermedad es un bacilo gram negativo ( el Helicobacter pylori) y no el café que tomas diariamente o el estrés o inquietud que padeces en el trabajo.Los investigadores han descubierto esa bacteria en el 90% de los casos de úlcera y gastritis que no tienen nada que ver con los factores genéticos o los alimentos mencionados. Sin embargo, para la mayoría de la población, y también para muchos enfermos con úlcera, el Helicobacter pylori sigue siendo desconocido.
Así lo demuestra, al menos, la última encuesta de opinión que se ha realizado entre nosotros sobre la úlcera péptica promovida por la firma farmacéutica Schering-Plough. La gente no sabe el papel del bacilo Helicobacter en el origen de la úlcera. Aún más, entre las personas afectadas por la úlcera, un 38% son las que han conocido el bacilo en prensa y medios de comunicación y sólo un 20% lo han conocido por boca de los médicos. Y si analizamos estas cifras en la población general, se observa que todavía son más bajas (27% y 4% respectivamente). Como se puede observar, a pesar de que Helicobacter pylori ha levantado bastante polvo entre los médicos, todavía no ha llegado gran noticia entre la gente.
Bacilo gram es negativo, alargado, en forma de espiral, con un XXXX de flagelo que le confieren capacidad motriz (ver figura inferior). A pesar del ataque del ácido gástrico hacia la mucosa digestiva, una enzima (ureasa) que fluye el bacilo convierte la urea del jugo gástrico en amoniaco y bicarbonato, con lo que el medio es menos ácido. De esta forma llega hasta la mucosa del estómago y, una vez allí, se extiende por la mucosa que cubre la mucosa. Muquía es un lugar ideal para el crecimiento y reproducción de Helicobacter pylori, donde no encontrará ninguna competencia por otros gérmenes. Y además, las inmunoglobulinas que el cuerpo crea como mecanismo de protección contra sustancias extrañas no son capaces de destruir el bacilo.
El primer signo que indica el comienzo de la infección es la gastritis aguda, que dura unas dos semanas (dolor, vómitos, etc.). ). La inflamación progresa y en algunos casos, aunque el enfermo no tenga ningún síntoma, se producirá una gastritis crónica que puede durar muchos años (digestiones pesadas, corazones, etc.). ). Gracias a las características de la bacteria, a la predisposición genética de la persona o a otros factores, cuando hay demasiados ácidos en el estómago la lesión puede progresar hasta convertirse en úlcera péptica.
La úlcera es una herida que aparece casi siempre en la mucosa del duodeno y mucho menos en la mucosa del estómago. El síntoma principal que produce es el dolor, que se aprecia en la boca del estómago y que se va calmando poco a poco; en el caso de la úlcera gástrica se aprecia en la sucesión de las comidas y en la úlcera del duodeno, aproximadamente una hora después de la comida. Tanto en uno como en otro caso, la úlcera puede presentar problemas asociados (hemorragias, orificios, etc.) y por eso siempre es muy importante tenerlo en cuenta.
Además, debido a la sintomatología de la úlcera, la calidad de vida del paciente también se altera considerablemente: cambios de humor, alteraciones del entorno familiar y laboral y moderadamente recurrentes resucitaciones, hasta llegar al paciente a partir de la cronicidad, con el conjunto de consecuencias que ello conlleva (consumo de medicamentos, restricciones dietéticas, etc.). ).
Afortunadamente la situación ha empezado a cambiar. Una vez descubierto el papel de Helicobacter pylori en la génesis de la enfermedad, se ha producido una verdadera revolución en el tratamiento de la úlcera. Hasta ahora los tratamientos disminuían la acidez excesiva del estómago, pero no provocaban la desaparición de la bacteria que provocaba la infección. En consecuencia, la gastritis persistía y, por supuesto, el riesgo de aparición de nuevos episodios ulcerosos. La encuesta promovida por Schering-Plough demuestra que la cronicidad y la tendencia a la recuperación son los problemas básicos de la úlcera.
Según la misma encuesta, el 56% de los pacientes con úlcera péptica lo sufren desde hace diez o más años, y se estima que en 1.200.000 casos ha vuelto a aparecer tras la cicatrización con tratamientos convencionales. A mediados de los años 70 aparecieron en el mercado los antagonistas H 2, medicamentos que reducían o disminuían la secreción ácida; tras ocho semanas de tratamiento, se obtenía una cicatrización del 90% de las úlceras. El último fármaco inhibidor de la secreción de ácidos, con gran éxito, era el omeprazol, que permitía una cicatrización de más del 95% de las úlceras duodenales tras cuatro semanas de tratamiento.
Sin embargo, y sin negar en absoluto la importancia de estos avances, la frecuencia de las reposiciones seguía siendo un problema. Todas las investigaciones han tenido la misma meta: para curar definitivamente la enfermedad es necesario eliminar el bacilo Helicobacter pylori. Se sigue utilizando todo tipo de medicamentos para reducir el ácido, sobre todo porque alivia mucho el dolor y el resto al paciente, aunque hoy se propone añadir antibióticos a los medicamentos antiácidos.
Los mejores resultados obtenidos entre nosotros son la cloritromicina, la amoxizitrina y el metronidazol (siete años sin síntomas). El índice de recuperación ha disminuido drásticamente, lo que permite afirmar que la úlcera puede curarse definitivamente. Sin embargo, la mayoría de los pacientes afectados por úlceras siguen siendo tratados con antiácidos e inhibidores de ácidos y rara vez se utilizan antibióticos. Pues bien, hay que mejorar mucho en el tratamiento.