El cacao para obtener chocolate pasa por un largo proceso: primero se deja fermentar y secar la semilla de cacao. El siguiente paso es la tostación, para luego descortezar y hacer los granos muy pequeños. De estas semillas se obtienen dos productos, uno es la pasta de cacao, que luego se utiliza para elaborar el chocolate y el otro el polvo de cacao. A la pasta de cacao que hemos mencionado anteriormente para elaborar el chocolate que tanto nos gusta, se le añade azúcar, grasa y leche. La grasa más utilizada es la manteca de cacao, aunque a veces se está extendiendo la costumbre de utilizar algún aceite de origen vegetal.
Desde el punto de vista nutricional, tanto el cacao en polvo como el chocolate son alimentos muy energéticos. El polvo de cacao es rico en hidratos de carbono y grasas, por lo que contiene 340 kcal por cada 100 gramos. El chocolate contiene 570 kcal por cada 100 gramos, debido principalmente al aumento de la cantidad de grasa debido a los ingredientes. Entre nosotros distinguimos dos tipos de chocolate, el chocolate negro y el chocolate con leche. Las diferencias también son notables. En chocolate negro las grasas representan el 53% y los hidratos de carbono el 38%, en chocolate con leche el 31% y los hidratos de carbono el 53%. Todos los hidratos de carbono presentes en el chocolate son sacarosa o, dicho de otro modo, azúcar blanco, lo que provoca caries. El chocolate tiene poca sal mineral y vitamina, principalmente potasio, fósforo y magnesio.
El chocolate es un alimento estimulante porque contiene teobromina y feniletilamina. El cuerpo también produce feniletilamina en situaciones emocionales.
Los productos chocolatados están prohibidos para personas con problemas hepáticos y renales, además de provocar o aumentar el estreñimiento. Algunas personas pueden tener dolor de cabeza por su especial sensibilidad a la tiramina y a la feniletilamina.
Debido a que el chocolate es una comida muy energética, se recomienda consumir con cuidado cuando no se realiza ningún ejercicio físico especial. Los consejos son más flexibles en el caso de los niños y jóvenes en temporada de montaña y crianza. Los primeros lo pueden tomar, pero siempre alternando con frutos secos, y los niños y jóvenes dos o tres veces por semana en la merienda y cuatro o seis cuadrillas cada vez.