1 de abril de 2005, George W. El presidente estadounidense Bush firmó un decreto especial para dejar de invertir dinero en el programa de transbordadores de la NASA. "No hay justificación para seguir ingresando dinero en este programa deficitario; además de demostrar que América puede hacer cualquier cosa con dinero suficiente, no tiene otra aplicación", dijo aquel día.
El objetivo de aquel año era que los últimos vuelos se realizaran en el año 2010, y para entonces los sustitutos de los transbordadores ya estaban preparados para empezar a trabajar. La intención no se ha cumplido del todo. Por un lado, debido a los retrasos, la última misión arrancará en 2011 (a la hora de redactar este artículo se anunciará que el lanzamiento final se realizará el 1 de abril). Por otro lado, no hay sustitutos de los transbordadores realizados por la NASA, que no se producirán al menos durante otros cinco años.
La administración de Bush no pretendía sustituir a los transbordadores. Hasta el momento, el papel principal de los transbordadores ha sido el de funcionar en órbitas bajas alrededor de la Tierra, pero un nuevo programa que debía estar en marcha para el año 2010 tenía objetivos más ambiciosos en el espacio: al principio, los astronautas los llevarían a la Luna y más tarde a Marte. Era el programa Constellation.
Supondría avances científicos a la vez que generaría interés en el público. "Mantenemos nuestra intención de explorar el espacio porque aumenta nuestra calidad de vida y refuerza el espíritu de nuestra nación", señaló Bush.
Pero la exploración espacial es muy cara. Los vuelos de transbordadores --con vuelos exclusivos- requieren de 3.000 millones de dólares anuales y de unos 19.000 millones de dólares anuales para el conjunto del programa. Y los expertos calculan que el programa Constellation sería mucho más caro. Para ir a Marte sería necesario invertir aproximadamente 500.000 millones de dólares. Por ello, la administración del presidente, Barack Obama, abandonó el programa Constellation el 11 de octubre de 2010.
El congreso estadounidense no quiere decir adiós al espacio, pero al mismo tiempo tiene que cuidar las cuentas. "Es mi temor que el Congreso siga marcando grandes objetivos -no muy definidos- y no ponga medios para cumplirlos", afirmó Frank DiBello, asesor de la industria espacial de la NASA, en una entrevista de la revista Business. Tiene motivos para tener miedo: Obama firmó en octubre una orden por la que solicitaba a la NASA la construcción de una nueva nave espacial para el año 2025, un buque capaz de aterrizar en un asteroide, pero para ello, en la medida de lo posible, pidió a la agencia que se apoyase en la tecnología ya desarrollada.
La orden no ha sido buena noticia para la gente que ha trabajado en el negocio del espacio. La caída del programa de los transbordadores ha traído consigo el desempleo y la crisis. Los sociólogos afirman que Florida alcanzará el 15% de desempleo, 2,5 puntos por encima de la media de Estados Unidos. Además de la crisis que afecta a todos los demás, el Gobierno no quiere invertir mucho dinero en astronáutica. Hay que tener en cuenta que la industria del espacio ha servido para muchas personas; las ciudades cercanas al Centro Espacial Kennedy han sido creadas y ampliadas gracias a esta industria (Cocoa Beach, Cape Canaveral y Titusville), y todo este tramo de costa ha sido llamado “costa del espacio” (Space Coast). Al igual que sucedió con la finalización del programa Apollo, los habitantes de la costa del espacio se enfrentarán a una grave situación económica.
El de los transbordadores fue el sucesor del programa Apollo. El presidente Richard Nixon anunció el inicio del programa de transbordadores antes de que la misión Apollo 17 llegue a la Luna. Pasaron varios años desde el anuncio (1972) hasta el lanzamiento de la primera misión de los transbordadores (1981). La situación actual es diferente, ya que los astronautas de la NASA seguirán viajando al espacio, pero no en las naves espaciales de la NASA.
Tras la última misión del transbordador Endeavour, quedan dos opciones para los astronautas: Buque Soyuz y naves espaciales de compañías privadas.
En este momento, además, Soyuz es la única opción. El barco ruso sigue en marcha, aunque el concepto no es el mismo de los transbordadores. El transbordador regresa completamente a la Tierra a la vuelta del espacio y gran parte de lo que ha vuelto puede ser reutilizado para futuras misiones; en el caso de la nave Soyuz, un único módulo vuelve a la Tierra una vez terminada la misión, aproximadamente un tercio de la embarcación, que no puede ser reutilizado. Por ello, conceptualmente es mejor idea la de los transbordadores, pero en la práctica el sistema más seguro que existe actualmente para salir y volver al espacio es el barco Soyuz.
De hecho, la NASA envía a menudo astronautas a la ISS en el barco Soyuz. Para ello tiene que pagar una cantidad importante, que ha costado unos 56 millones de dólares por astronauta. Por ejemplo, ya han pagado plazas para seis astronautas que serán enviados al espacio en 2013 y 2014: 335 millones de dólares. Sin embargo, cada vuelo de los transbordadores de la NASA tiene un coste aproximado de 450 millones de dólares y, por el momento, resulta más barato enviar astronautas a la NASA en Soyuz. Desde el punto de vista de la imagen, sin embargo, no es lo mismo.
La segunda oportunidad para sacar a los astronautas al espacio son algunas compañías privadas. De momento, lo más importante es la empresa Space Exploration Technologies, conocida como Space X. Fundada en 2002 por el empresario Elon M., uno de los fundadores del sistema de pago PayPal, ha desarrollado ya una cápsula llamada Dragon y unos cohetes. El cohete Falcon 9 que pondrá en órbita la cápsula Dragón ha tenido éxito en numerosas pruebas realizadas, como por ejemplo la puesta de la cápsula en órbita alrededor de la Tierra, que aún tendrán que recorrer un largo camino. Si todo sale bien, es posible que esté completamente disponible en tres o cuatro años.
Sin embargo, el concepto básico de las naves espaciales de la empresa Space X es la misma idea que Soyuze: poner en órbita una cápsula mediante un cohete lanzador y que ésta realice un viaje a la vuelta, acompañando al final a unos paracaídas.
Por su parte, la empresa Orbital Sciences pretende mantener la idea del transbordador, pero su objetivo es crear un vehículo de pequeño tamaño. El objetivo es desarrollar un minitransbordador, con una longitud aproximada de 23 metros para los transbordadores de la NASA y de unos 8 metros para el de Orbital Sciences. El minitransbordador X-37B está probando un prototipo con la ayuda de los militares, pero sin mucha información. Sin embargo, no parece que tengan disponible la versión disponible en los próximos años.
La NASA ha firmado contratos con estas dos empresas, Space X y Orbital Science, para mantener el negocio y la exploración espacial. No obstante, por el momento la suspensión es obligatoria. Los astronautas tendrán que viajar a la estación ISS en el barco Soyuz. Llega el final de los transbordadores.