En los últimos años se está incrementando el interés por un medicamento prohibido. De hecho, los investigadores están demostrando que este medicamento, el talidomida, es eficaz para tratar enfermedades complejas. Así, la FDA, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, autorizó en 1998 la comercialización de talidomida para la terapia del eritema nodoso asociado a la lepra. Posteriormente, ha sido autorizado para el tratamiento del mieloma múltiple y lo ha hecho la Agencia Europea de Medicamentos, EMEA, en 2008. Eso sí, se han concedido permisos con estrictas normas de uso.
Además de tratar la lepra y el mieloma, los investigadores creen que la talidomida puede ser útil en otras enfermedades, por lo que se están realizando pruebas para evaluar su eficacia. Entre otros, han obtenido buenos resultados en el lupus eritematoso sistémico y discoideo, así como en enfermedades de origen dermatológico-reumatológico como la estomatitis aftosa y la enfermedad de Behcet.
También se está investigando si puede ser eficaz para tratar enfermedades más conocidas y extendidas: Enfermedad de Chron, artritis reumatoide, colitis ulcerosa, algunos cánceres como el de próstata y el de riñón, algunas alteraciones relacionadas con el sida como diarreas y úlceras aftosas...
Sin embargo, tanto en la terapia como en las pruebas clínicas, los médicos e investigadores deben tener muy en cuenta los efectos secundarios de la talidomida, ya que son muchos y variados: somnolencia y fatiga, disminución de glóbulos blancos, anemia, hormigueo y excreción de brazos y piernas, erupciones cutáneas, mareos... Y en ningún caso pueden olvidar su influencia en los fetos. De hecho, la talidomida provoca malformaciones y el aborto a altas dosis.
Precisamente por sus efectos en los fetos, la talidomida ha estado marginada durante muchos años. La talidomida, que nació el día de Navidad de 1956, fue el primer niño con malformaciones. La talidomida, producida por la compañía alemana Chemie Grünenthal, era hija de una trabajadora de la compañía, que distribuyó gratuitamente las pastillas a sus empleados, que fueron retiradas por su mujer, embarazada y que eran idóneas para aliviar el insomnio, la ansiedad y las náuseas durante el embarazo.
Sin embargo, nadie pensó entonces que el responsable de las malformaciones era el talidomida. Chemie Grünental probó el medicamento en los animales durante dos años -- simios, ratas, conejos y perros - y, según el informe que recoge los resultados, no se detectaron consecuencias negativas para las hembras gestantes ni para los recién nacidos. Así, el gobierno alemán no tuvo inconveniente en conceder la autorización de comercialización del talidomida, que se puso a la venta en Alemania en 1957 con el nombre comercial Contergan.
En Estados Unidos, el talidomida no obtuvo la autorización de comercialización, al considerar que las pruebas para garantizar la seguridad se habían realizado de manera insuficiente. En otros muchos lugares no sufrió molestias; con la ayuda de la publicidad se dividió en 50 países con 80 nombres comerciales, siendo en poco tiempo el tercer medicamento más vendido del mundo.
En la misma época nacieron niños con graves malformaciones en los países donde se vendía talidomida. Algunos tenían totalmente distorsionados los músculos de la cara; otros, brazos o piernas cortas; o no tenían oído; o eran ciegos; otros con alteraciones del corazón, del aparato digestivo o de los riñones... En total, se estima que en los 7 años en los que el medicamento estuvo a disposición de las embarazadas se produjeron 20.000 niños con estas consecuencias. De ellas, el 40% murieron antes del primer año.
El médico Widukind Lenz fue uno de los primeros en descubrir la relación directa entre talidomida y malformaciones. En 1961 publicó un artículo en la revista médica The Lancet, con el título "Thalidomide and congenital abnormalities". Posteriormente fue retirado del mercado de talidomida. En algunos países fue retirado inmediatamente, por ejemplo en Alemania y Gran Bretaña. En otros casos, sin embargo, se tomaron medidas más tarde, entre ellas en España: Permaneció en el mercado hasta 1963.
Los investigadores descubrieron con relativa rapidez que uno de los dos isómeros con talidomidas era nocivo y el otro beneficioso. De hecho, la molécula adopta dos formas iguales, pero una como espejo de la otra: R y S. R-talidomida es buena y S-talidomida tiene efectos nocivos. Sintetizar y tomar sólo el isómero R no soluciona el problema: dentro del cuerpo, uno se convierte en el otro.
Sin embargo, otros aspectos de la talidomida siguen siendo desconocidos. Los investigadores saben que el mecanismo de acción de la talidomida es complejo y multifactorial, ya que con un único mecanismo no pueden explicarse sus efectos antiinflamatorios, reguladores del sistema inmunitario, etc., pero para muchos de ellos no tienen una explicación precisa. Y aún no tienen claro el mecanismo por el que provoca malformaciones en los fetos.
Pero están trabajando. Recientemente investigadores del Instituto de Tecnología de Tokio han dado un paso en este camino. Takumi Ito y su equipo han publicado en la revista científica Science que la talidomida se asocia a una proteína llamada cereblón, lo que provoca malformaciones en las extremidades de pez cebra y pollos de gallina. Según el propio artículo, la investigación "servirá para hacer una versión no tóxica de la talidomida".
El médico del Hospital San Agustín de Santiago Pintado Avilés sigue de cerca las investigaciones sobre la talidomida. De hecho, el año pasado publicó un artículo sobre el desastre que este medicamento provocó hace 50 años en la revista médica Jano ("La catástrofe de la talidomida en el cincuentenario de su comercialización"). Por supuesto, el equipo de Takumi Ito ha recibido con gran interés la noticia de la investigación realizada.
Según Pintador, el objetivo final de los investigadores sería "un gran paso adelante", desarrollar una talidomida no tóxica. Y es que, en su opinión, las nuevas aplicaciones de talidomida son "esperanzadoras"; además, al margen de las malformaciones fetales, sus efectos secundarios son reducidos respecto a la quimioterapia. Por ello, aboga por el uso de talidomida en terapia, "siempre con la garantía de que se han adoptado las medidas necesarias para evitar todos los riesgos en pacientes en periodo reproductor". Sin embargo, todavía no se ha avanzado lo suficiente: "hay que hacer más investigaciones, hay que estudiar más casos y dejar pasar el tiempo".
Los investigadores de Química Orgánica de la UPV, Claudio Palomo y Antonia Miel, también han conocido el trabajo publicado en Science. En su opinión, aunque esta investigación puede ayudar, "hay que tener en cuenta que muchas otras proteínas también interaccionan con el talidomida". Además, advierten que los efectos de la talidomida varían de una especie a otra: "por ejemplo, genera malformaciones en personas, pollos y peces, pero no en el ratón". Así que coinciden con las últimas palabras de Pintador: "hay que seguir investigando".