Mordedura de víbora

En el caso de la víbora no podría limitarme a escribir el artículo habitual. De todos los amigos que les dije que tenía que escribir sobre la víbora, ninguno me preguntó qué comen, cómo se reproducen o qué especies hay en Euskal Herria. ¡Por supuesto! Eliminando algunos de los extravagantes que nos gustan estas cosas, me di cuenta de que la mayoría sólo quería saber una cosa: “¿qué hay que hacer si llegamos a las víboras?”. Lea este artículo como complemento al artículo habitual y si encuentra respuesta.

La víbora tiene colmillos móviles perforados por su interior.
M.M. Elosegi

Las mordeduras de serpientes venenosas provocan graves problemas médicos que mueren cada año en el mundo más de 40.000 personas. Aunque la mayoría de los casos se dan en lugares como India, Birmania o Brasil, en 1982 se estima que en el Estado español cada año mueren entre 3 y 7 personas. Estas muertes se producen no sólo por la acción del veneno, sino también por la reacción del suero anti-veneno. Si bien en Euskal Herria hemos analizado un montón de casos de mordeduras de serpientes venenosas, hemos conocido un único caso de muerte y no hemos podido confirmar. El hecho de no encontrar casos de muerte puede deberse a que no nos encontremos o que, tal y como se ha escrito en el artículo anterior, el veneno de las víboras de aquí puede ser menos efectivo.

En primer lugar, en caso de mordedura y debido a la localización de los dientes, las únicas serpientes que pueden introducir veneno en las proximidades son las víboras. Aunque la serpiente de Montpellier (Malpolon monspessulanus) es venenosa, tiene los dientes muy por detrás y para poder introducir el veneno deberíamos meter el dedo en la boca y, por supuesto, no se conocen muchos casos de envenenamiento de esta especie. En cuanto a las víboras, ya hemos mencionado que no son animales agresivos y que utilizan la mordedura como defensa. La mayor parte de los casos de envenenamiento estudiados eran de agricultores, embotelladores, montañeros o gente jugando en el monte, y se produjeron entre marzo y octubre. He aquí un par de ejemplos para ver cómo pueden pasar las mordeduras:

  1. El leitzarra Jabier Zubillaga acudió una mañana a coger el cesto. Al dejar el coche y no tener una bolsa para guardar las llaves, decidió guardar las llaves bajo una piedra. De repente, al meter la mano bajo la piedra, sintió una gran punción en la punta del dedo y vio la serpiente. Al estar en la carretera, pararon el primer coche y con la otra mano, sujetando la sangre, lo llevaron al hospital de Pamplona. Como estaba muy bien tras varias punciones de suero en el hospital, volvió a Leitza y esa misma tarde arbitró un partido de fútbol.
  2. El caso del tolosarra Juan Inazio Elosegi fue más grave. En el monte, vestido con sandalias, buscaba los hongos y probablemente después de haber pisado, la víbora le agarró en el pie. Hace el torniquete y corre a la carretera en busca de ayuda. Cuando un conductor de coche paró y llegó a la clínica de Tolosa pasó bastante tiempo. La bota entró mareada y extremadamente hinchada y tuvo que pasar 8 días hasta que se formó. Durante años notó el picor en la zona mordida.
Si nos encontramos con él en el monte, lo mejor es dejarlo en paz. Si nos muerde debemos ir inmediatamente al hospital y meter el suero contra las serpientes.
R. Erce

Otros muchos casos estudiados eran similares a los descritos y aunque los casos de envenenamiento en el tronco no son del todo imposibles, todas las muescas vistas son de extremidades: manos y pies. Por tanto, es posible prevenir el envenenamiento, ya que con pantalones largos, calzado alto y guantes gruesos es casi imposible envenenarlo en las extremidades.

Por otro lado, podemos observar que las consecuencias son muy diferentes en cada caso. Si las víboras ya han mordido menos veneno, por lo que la influencia también es menor. También hay que tener en cuenta la forma de la persona que ha sufrido la mordedura, su edad, el tiempo que ha pasado hasta llegar al médico, etc. Y ahora, como lector, intentaré responder a la pregunta de ti y de mis amigos.

¿Qué hacer con la llegada de las víboras?

El tratamiento anti-veneno de la serpiente es suero y debemos intentar introducirlo cuanto antes. El suero mencionado surge de la hiperinmunización de los caballos, introduciendo venenos de diferentes especies de víboras en dosis cada vez mayores, y es producido por el Instituto Pasteur. Además de introducir el suero, para evitar la infección es conveniente introducir antibióticos, aunque la vacuna antitetánica no se haya administrado hace tiempo. Cualquier otro tratamiento (corticoides, analgésicos...) sólo se utilizará en aquellos casos en los que sea necesario. Se cree que antiguamente se utilizarían plantas medicinales, pero desgraciadamente no hemos podido recoger noticias de hierbas anti-serpientes.

Un caso espectacular de envenenamiento. Chico muerdido en el brazo por la víbora.
R. Erce

Normalmente, dado que la persona que sufre la mordedura no lleva suero encima, deberemos llevarlo al hospital cuanto antes. Es conveniente identificar la serpiente que nos ha mordido y tener en cuenta que las serpientes dejan la marca de dos orificios de los caninos (a veces sólo uno) y las muescas que dejan muchas marcas son las más serpientes sin veneno. Los médicos, por su parte, piden llevar el animal que nos ha mordido, pero muchas veces esto no es posible, por lo que deberían tener claro cómo actuar en estos casos (según los mapas de distribución, se puede saber qué especie ha sido).

La realización del torniquete puede ser adecuada, pero el riesgo de apriete excesivo es mayor que el de la propia mordedura, ya que puede producirse isquemia y/o edema por obstrucción de la circulación venosa. De la misma manera, realizar operaciones sobre los caninos y escurrir el veneno puede ser peligroso, ya que el que se está aspirando desde las mucosas de la boca o pequeñas heridas puede asimilar el veneno.

En todos los casos es necesario dar la debida importancia a la mordedura y no dejar pasar el tiempo para evitar consecuencias graves. Sin embargo, no conviene poner nervioso al paciente y evitar movimientos innecesarios para no aumentar la velocidad de la sangre.

Para terminar, se me ocurre plantear la situación más complicada. “¿Qué harías si no pudieras meter el suero, solo en una punta de los Pirineos, sin esperanzas de encontrarlo si llegaran las víboras?” No sé, quizás lo más correcto sería bajar de arriba abajo en busca de ayuda, siempre teniendo en cuenta que, puesto nervioso y corriendo, el veneno se expande más rápido en la sangre. De todas formas, es mejor que uno mismo lo sufra ver en una película, ¿no?

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