Para un animal que sólo necesita un ataque efectivo contra su presa para obtener forraje, caminar en costra y ir lejos sería derroche de energía. Estos reptiles tienen costumbres domésticas y, en consonancia con su lento ritmo de vida, son propietarios de pequeños territorios. Además, son poco comestibles. Siempre en función de las condiciones climatológicas, son capaces de permanecer despiertos (dejando a un lado el descanso invernal o la hibernación) entre los meses de febrero y marzo y octubre y noviembre, atrapados por unos pocos animales (unos tres o cuatro presas al año).
La evolución les ha dado la capacidad de sacar mucho partido a esa poca captura. Los pocos alimentos ingeridos les permiten sobrevivir y crecer hasta los 60-80 cm de longitud según la especie. Por el contrario, la biología de las víboras limita su capacidad reproductiva y sólo cada 2-3 años surge una nueva generación: Unos 10 serpientes. Y no llegan rápidamente a la madurez: los machos llegan antes, pero las hembras tardan entre 4 y 6 años. Por ello, es habitual encontrar ejemplares de más de 10 años.
Sin embargo, es difícil obtener estadísticas relativas a las poblaciones de víboras. Como en otras muchas ocasiones, en este caso tampoco disponemos de datos históricos y las investigaciones de seguimiento actualmente en marcha son escasas. Sin embargo, se han documentado varios casos de desaparición provocados por el hombre, como el de la víbora de Lataste, y no es algo del pasado, sino una realidad actual que pone en peligro el futuro de esta especie.
Las serpientes están muy bien repartidas. Entre los reptiles no encontraremos ningún otro animal que comparta la zona con tanta precisión y eficacia. Lo hacen para evitar la competencia de otras especies de víboras cercanas. Este comportamiento es también habitual en el resto de especies de víboras europeas. Y es que, por la línea evolutiva seguida por todos, las necesidades de unas y otras especies, la alimentación, los refugios y, en general, las costumbres son similares.
Por ejemplo, en base a un modelo de gasto energético mínimo, han desarrollado un sistema de caza progresista que permite a la presa introducir el veneno a través de un único ataque. Después, siguiendo sus huellas y el calor que desprende, encuentran la presa y la comen. Para ello utilizan un órgano muy complejo que les sirve de orientación. Este hecho evolutivo determinante explica la morfología, características anatómicas y fisiológicas y el comportamiento actual de la víbora.
En Euskal Herria hay tres especies de víboras: la víbora aspis, la víbora de Lataste (morrurluzea) y la víbora cantábrica. Todos ellos mantienen el modelo de distribución mencionado y comparten el territorio.
La víbora Aspis es una especie de montaña que gusta de las gravas y las piedras. Habita en las montañas de la vertiente mediterránea, entre el Pirineo navarro y el Valderejo, y busca setos y bordes forestales llenos de matorrales. Se identifica con la víbora cantábrica en zonas como el pie del Gorbeia, los valles de Aralar, Ultzama y Basaburua, Roncesvalles y Sara-Donibane Lohitzun. En todos estos casos el hábitat está fuertemente dividido.
La víbora cantábrica se encuentra en zonas más frescas y húmedas, es decir, en matorrales y en matorrales y márgenes de bosques y pastizales, mientras que la víbora aspis se encuentra en las harkades. Por otra parte, la víbora cantábrica es común en la vertiente atlántica y puede alcanzar el nivel del mar.
La víbora es un animal tranquilo y, además, su mordedura no debería preocuparnos. En este País Vasco industrializado y tecnológico es muy difícil morir muerdido por una víbora. Se trata de otros tiempos, aunque las sorpresas se repitan cada año.
Pero estas mordeduras son una señal de que, por un lado, indican que todavía hay serpientes en los lugares que les corresponden, y por otro, ponen de manifiesto que entre los seres humanos, como siempre, existe un desconocimiento. Porque los animales somos bastante torpes
Para conocerlo, unido a la orgullo y a la irresponsabilidad que tenemos al movernos en el medio natural, puede convertirse en un resultado peligroso.
Conocer los modos de vida y costumbres de los animales es la mejor manera de evitar el riesgo. En el caso de las víboras es interesante conocer dónde viven y cuál es su distribución geográfica. Al pasar el día al monte, deberíamos tener cuidado con la piedra que queremos recoger o con la que queremos mover. La gente que vive en el medio rural debería saber que la cantidad de hierba que se está secando tras la siega es un lugar preferido por las víboras. Y todos, sean baserritarras o de calle, tenemos que vestirnos para ir al monte, es decir, botas. No hay dientes de serpiente capaz de atravesar el material de las botas de montaña.
Sin embargo, todos los años se producen accidentes, sobre todo hacia primavera. Y hemos dicho que son accidentes, porque no hay serpientes que tengan a la persona como presa. Al contrario, nosotros somos su depredador, por lo que si nos encontramos de frente, la serpiente se lanzará a toda velocidad. Si muerde es señal de que le hemos pillado accidentalmente y le hemos molestado o le hemos hecho daño. En estos casos la agresión es, por tanto, una medida de protección.
Ante una mordedura, lo primero que hay que saber es lo que ha hecho. A veces no estamos seguros porque no conocemos al animal o porque ha sido un suceso súbito. Esto puede dificultar la atención posterior en el centro de salud. Y es que, a menudo, las mordeduras, pedriscos, picaduras o picaduras de otros animales provocan síntomas o infecciones similares a los producidos por la mordedura de víboras de serpiente. En cualquier caso, recordad que los invertebrados normalmente producen picadura, mientras que las serpientes y otros vertebrados lo hacen con mordedura.
Si es posible, conviene limpiar la herida y, si no hay expertos al lado, olvidar los torniquetes. Nunca intente absorber el veneno verbalmente o realizar cortes alrededor de la mordedura con un cuchillo, ya que la situación puede llegar a equivocarse. En el primer caso, es habitual tener pequeñas heridas en la boca, por lo que también se puede alegrar a esa persona, mientras que en el segundo se puede extender más allá de sacar el veneno. Ten en cuenta que para salir de esta situación es suficiente con la vigilancia y control hospitalario del paciente, tomar las medidas oportunas y permanecer unos días en la observación.
No se puede acabar en la península ni en muchos lugares de Europa, incluso en Euskal Herria, sin mencionar una gran mentira intencionada. Es una mentira contra quienes desde la década de 1980 mantienen relaciones conflictivas con los vecinos del medio rural, es decir, contra los departamentos de medio ambiente de la administración y los grupos ecologistas.
La mentira es que en el monte se liberan un montón de serpientes llevados con helicóptero. Esta idea no tiene ni pie ni cabeza; además, conociendo un poco a estos animales, nos damos cuenta de que es una locura. Podría reírse si el tema de las víboras no fuera tan complicado y sensible, y si no produjera los enfrentamientos que ha generado.
Sin embargo, hay que aclarar que el crecimiento cerrado de las víboras es muy difícil, ya que las características biológicas y el comportamiento no son los adecuados. También hay que dejar claro que ningún organismo o gobierno ha iniciado nunca la instalación de viveros y la captura y acopio de animales en el monte. Es evidente que la mentira es redonda. Por tanto, olvídate de las víboras voladoras y ten claro que son animales que se mueven en el suelo de forma voluntaria. Cuanto más lo conozcamos, menos inconvenientes pondremos a las víboras y, al mismo tiempo, menos sorpresas nos tomaremos.