Nuestros antepasados aprendieron rápidamente a distinguir especies vegetales que eran comestibles, tóxicas y aptas para curar enfermedades corporales. Este descubrimiento no se logró de un día para otro. En un principio, el uso de las plantas fue natural, por lo que la experiencia les enseñó la influencia de cada planta medicinal. Por otra parte, su curiosidad por los animales, que posteriormente se convirtió en un deseo alimenticio y de dominación, les llevó a observar qué y para qué comían y a adquirir su experiencia. Por lo tanto, ese conocimiento instintivo inicial pasó a ser una sabiduría basada en la experiencia y la observación, aunque todavía no se sabe explicar la influencia de las plantas medicinales.
El conocimiento de las plantas medicinales se ha transmitido a lo largo de los siglos de generación en generación, primero oralmente (con sus consecuencias) y luego por escrito. Debido a la comunicación oral surgieron varios errores y la escritura contribuyó a evitar errores. Por lo tanto, cuando se inventó la escritura, las descripciones de las plantas y la forma de usarlas aparecieron por escrito y así han permanecido hasta la fecha.
Sin embargo, en estos primeros escritos hay muchos errores, en los que sólo se tenían en cuenta las características morfológicas para clasificar las hierbas, ya que la sistemática que se conoce a día de hoy todavía no estaba desarrollada. Además, muchas hierbas se clasificaban con el nombre popular, lo que a menudo ayudaba a crear confusión. Por ejemplo, a una misma especie se le han dado dos denominaciones (a la nobilisa Laurus se le ha llamado laurel y laurel) o se ha utilizado el mismo nombre para designar dos especies diferentes (por ejemplo, a las especies Digitalis purpurpurea y Aquilejia vulgaris se les ha llamado kupraka).
Sin embargo, muchas de las clasificaciones y usos de las plantas medicinales se han mantenido hasta la fecha por su eficacia, aunque los métodos de entonces, como se ha dicho, no han sido desarrollados. Todavía hoy en día tenemos muchos problemas para clasificar las plantas y todavía son muchas las especies vegetales que desconocemos.
Por otro lado, una vez clasificadas las plantas, éstas se analizaron químicamente para conocer sus componentes y sus compuestos activos. La influencia de las plantas medicinales no está en las hojas o troncos, sino en los compuestos químicos producidos por la propia planta como alcaloides, glucósidos, saponina, terpeno, tanino, etc. Cuando el hombre se dio cuenta de ello, trató de producir químicamente análogos de estos compuestos, lo que le permitiría tener más acceso a remedios de plantas medicinales (además de poder almacenarse en lugares más reducidos, facilitó mucho la dosificación), a la vez que conseguiría homologar los diferentes tratamientos, aunque en muchos casos con consecuencias diferentes.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que determinadas sustancias obtenidas de plantas medicinales y sus análogos sintéticos pueden tener efectos diferentes, lo que está demostrado experimentalmente y, por ejemplo, ambos productos pueden tener una absorción diferente. Además, el número de componentes generados por cada planta es muy amplio y en muchos casos no pueden sintetizarse químicamente. Por tanto, a la hora de tratar una determinada enfermedad, en lugar de utilizar uno o varios compuestos producidos de forma sintética, es más conveniente considerar la planta medicinal en su totalidad, utilizando todos los compuestos que contiene.
Esto no quiere decir que los medicamentos actuales no sean útiles, a menudo son totalmente necesarios para curar una enfermedad, pero en cierta medida. Las recetas fitoterapéuticas, además de ser muy naturales, son muy adecuadas para curar muchas enfermedades, pero no debemos descartar los medicamentos sintéticos. A pesar de ser productos sintéticos, son fruto de numerosas investigaciones y están diseñados para curar enfermedades cada vez más específicas y su impacto es muy rápido. Por lo tanto, la función de estas dos áreas de la medicina es la misma, la curación de las enfermedades, y ambas son necesarias. Desgraciadamente, la sociedad actual ha dejado su salud en manos de la química, rechazando y despreciando todo lo que la naturaleza le ha dado.
¡Pero no está todo perdido! Últimamente la fitoterapia se refuerza y, además, en nuestra loca sociedad, cada vez son más los que dan a los valores naturales la importancia que merecen. En cuanto al uso de plantas medicinales, se puede pensar que nos encontramos en una nueva época, ya que con los medios que tenemos actualmente (laboratorios, invernaderos, etc.), la fitoterapia ha llegado a ser una ciencia moderna, alejándose de las antiguas leyendas y brujerías.
Antes de nada tenemos que conocer nuestro entorno, por un lado, para saber dónde están las plantas y, por otro, para tomar hierbas en lugares no contaminados. De hecho, utilizaremos plantas que no han estado en contacto con la contaminación de la industria y los coches, y que han quedado fuera de los abonos y productos químicos utilizados en la agricultura.
El efecto beneficioso de las plantas medicinales se consigue uniendo la planta y manipulándola y transformándola. Para empezar, tenemos que conocer bien la planta que queremos utilizar, para que no se produzcan errores en su recogida, así como saber qué parte de la planta se utilizará para curar nuestra enfermedad, ya que dependiendo de ello, habrá que recogerla en una u otra época. Por ejemplo, cuando las flores están para expandirse o hay que unirlas antes de hacerlo, mientras que las raíces las tomaremos en primavera o otoño, cuando se acumulan todos los principios o con las espinas de la planta.
Cuando se necesitan hojas, cuando se está desarrollando la planta, lo ideal es unirlas antes de empezar a florecer, ya que la mayoría de los compuestos activos se acumularán en las flores. Las semillas se recogerán en otoño, cuando la planta esté totalmente madura, y si las superficies están desarrolladas, se pueden recoger en cualquier momento del año. Dado que todo lo expuesto puede variar en función de la planta a unir, habrá que elegir la forma más adecuada en cada caso. Ni que decir tiene que las plantas protegidas no se pueden coger, así que ¡cuidado!
Una vez recogidas las plantas, se procederá a su inmediata secado, es decir, a retirar lentamente el agua que contienen para no dañar todas sus propiedades y conservarlas. Este proceso se realiza en lugares ventilados y secos, protegidos del sol, polvo y humedad. En la medida de lo posible, lo mejor es unir las plantas a lo largo de todo el año (podemos plantarlas en nuestra huerta) y utilizarlas a medida que se vayan recogiendo, pero cuando esto no sea posible, no se preocupe, ya que las plantas secas mantienen sus propiedades durante todo el año.
Pero, ¿cómo debemos preparar estas plantas medicinales para curar o aliviar nuestras enfermedades? Aquí vamos a dar sobre todo recetas que cualquier persona puede preparar en casa. Tenemos que procesar la planta (o una parte concreta de ella) para obtener las sustancias deseadas. Habrá algunas transformaciones muy sencillas, otras muy complejas y que nosotros no podremos llevar a cabo, sino farmacéutico u otro especialista. Vamos a explicar algunas de estas transformaciones.
Estas transformaciones las podemos hacer de muchas maneras, pero siempre de cara al efecto que queremos conseguir. Por ejemplo, muchas aplicaciones deberán realizarse en el exterior del cuerpo. Algunas de ellas serán para aplicación cutánea: pomadas, polvos, jabones, etc. Inhalación adicional. Entre los que tienen aplicación interna, algunos serán soluciones de ingestión y otros se prepararán para inyectar. En este último caso la esterilización será totalmente necesaria.
Para la utilización de plantas medicinales se exponen las cuatro principales vías:
Además de estos cuatro métodos existen otros como: cuchillos, lociones, toques, jarabes, tinturas, aceites, inhalaciones, esencias, etc. En la mayoría de los casos, además, los procesos mencionados anteriormente se consiguen modificando ligeramente.
Los productos obtenidos por estos métodos también tienen sus limitaciones. Las soluciones obtenidas incluyen una serie de compuestos biológicos que, al participar en los procesos de oxidación y fermentación, pueden producir alteraciones en las sustancias medicinales obtenidas. Para evitarlo se pueden añadir conservantes, pero así añadiríamos sustancias químicas. Ten en cuenta que el resultado obtenido ya no será del todo natural, es decir, será el obtenido mediante transformaciones químicas. Por lo tanto, es preferible añadir un poco de azúcar o alcohol a la solución obtenida para mantenerla un poco más.
Como hemos visto, es mucho lo que nos ofrecen las plantas medicinales y es muy fácil seducirlas. Como se ha mencionado, el número de compuestos activos que cada planta puede producir es enorme. Por lo tanto, la naturaleza puede ser un gran almacén para curar enfermedades y, además, todos estos remedios nos ofrecen de forma gratuita como flores, semillas, hojas, raíces y frutos. Muchas enfermedades pueden curarse con un mejor estudio y conocimiento de las especies vegetales. Sería lamentable, por tanto, que estas alternativas se perdieran y que por casualidad cayeran en el mundo de los medicamentos sintéticos.