Los robots, entre otros, nacieron para sustituir a las personas en algunas tareas. Para diseñar el esqueleto de los robots era necesario basarse en algo. El modelo en el que se basó fue el cuerpo humano. Por lo tanto, el esqueleto de los robots nos recuerda una o varias partes de nuestro cuerpo. Al principio se puede decir que el robot era una persona ciega, sorda y sin tacto.
Los robots se han ido completando y mejorando según las necesidades. Inicialmente se inició el número de movimientos. Después se trabajó en sensores y actualmente se está trabajando la vista. Por supuesto, el brazo humano se tomó como modelo para ajustar el número de movimientos y los sensores se basaban en el tacto humano. Ya, como lector, habrás imaginado qué parte de nuestro cuerpo se ha tomado como modelo de trabajo visual: el ojo, por supuesto.
¿Pero cómo lo puede ver el robot?
Primero hay que tomar la imagen de lo que se quiere ver (esto se hace a través de una cámara de televisión). Y luego el robot debe identificar lo visto (esto se hace por ordenador). Por último, una vez que la imagen ha sido identificada, el ordenador dirigirá al robot las órdenes de un tipo u otro.
El segundo de los tres pasos mencionados es el que genera mayores quebraderos de cabeza. Sin embargo, algunas técnicas ya han comenzado a aplicarse y en las líneas que siguen daremos un salto a este paso.
Si antes hemos dicho que el ojo humano es un ejemplo, hay que decir que el ojo es el órgano más conocido del cuerpo (científicamente). Este conocimiento ha sido aprovechado por los técnicos.
Lo que vemos desde los ojos va al cerebro. Si se puede asociar a una imagen almacenada en ella, se nos conocerá y por lo tanto se sabrá qué hacer. Sin embargo, si no es posible relacionar lo visto con lo acumulado en el cerebro, nos resultará desconocido y por tanto no podremos dar respuestas fiables. Sin embargo, las características de las imágenes que nos son desconocidas podemos hacerlas conocidas aprendiendo de otro lugar o de alguien. Guardaremos la información aprendida en el cerebro, por lo que si vemos la imagen que nos era desconocida en una próxima ronda nos resultará conocida. En este sentido, podemos decir que conocer lo visto, se trata de comparar la imagen con la información acumulada y se trata de acumular experiencias de conocimiento.
El concepto que se introduce en este proceso es el de la inteligencia. Es decir, para poder trabajar el campo de la visión es necesario trabajar también el de la inteligencia.
Al identificar un objeto, los problemas comienzan inmediatamente. Una de las más elementales es que las imágenes bidimensionales que dan las vistas de un objeto tridimensional, normalmente no tienen nada que ver con el mismo objeto.
Uno de los ejemplos de identificación más sencillos es conocer los bordes de una imagen. Si en una imagen aparecen los bordes, es porque hay distintas tonalidades o intensidades de la luz. Esto ocurre normalmente en entornos de objetos. Las técnicas de ordenador actuales no son capaces de identificar objetos mediante la detección de variaciones de intensidad lumínica. Los métodos de análisis numérico son los utilizados para la detección de bordes.
Para la detección de superficies se utilizan scanners láser. Una vez realizadas todas estas mediciones, el análisis de los datos recopilados constituye el mayor reto para los técnicos.
No vamos a explicar qué camino matemático y técnico utilizan los técnicos. En cuanto al tema de la actualidad, diremos que cada mes se están haciendo nuevos descubrimientos.
Para finalizar, en este artículo se pretende dar a conocer una idea de un concepto explicado de forma somera: "los robots necesitan un nivel de inteligencia para poder verlos, aunque sea muy primario".
Sin duda, este nivel de inteligencia irá aumentando a lo largo del tiempo, por lo que los robots van a sustituir a un número creciente de personas. Y no sólo en procesos productivos, sino en cualquier acción de nuestra vida. Por eso, ¿qué papel jugaremos en este mundo?. ¿Qué nos diferencia de las máquinas inteligentes? ¿Quizás las posibilidades de nuestra mente?