Su nombre científico es Cortaderia selloana, conocida como “carrizal de pampa”, “pampa” o “mustuka”. El nombre científico lo dan los bordes afilados de los más pequeños, que lo cortan. Los nombres comunes denuncian otros aspectos del ser: Originaria de América del Sur, región templada fuera del trópico, desarrolla una inflorescencia en forma de mustú cuando florece en el extremo de los más pequeños. Precisamente por eso es una planta tan conocida: en otoño se produce una inflorescencia en forma de pluma de color blanquecino o rosado, y entonces aparece más evidente que nunca.
Siendo tan conocido, cualquiera puede afirmar que en los últimos años se ha producido un aumento espectacular de la carroza. Ha pasado de ser exótico a ser invasor. No es la única. En Euskal Herria, sin ser cultivadas por el hombre, crecen cerca de cuatrocientas plantas vasculares extrañas que aparecen espontáneamente, tanto en entornos naturales como en medios humanos. De ellas, aproximadamente cien han aumentado de forma desproporcionada, poniendo en peligro su hábitat. La cortaderia es una de esas selloanas, una de las más peligrosas en algunos lugares.
El carrizo de pampa se ha adaptado perfectamente a las tierras húmedas costeras y tiende a formar poblaciones de alta densidad. Abarca sobre todo los terrenos que han sido transformados por su fácil colonización: bordes de medios de transporte, taludes, solares de nueva ejecución... Sin embargo, es cada vez más frecuente su presencia en hábitats poco alterados y de gran valor ambiental, como humedales, dunas, marismas, pastizales y matorrales, así como en plantaciones juveniles de pino radiata.
Produce diversos tipos de daños en los hábitats ocupados. Por ejemplo, en bosques jóvenes y plantaciones arbóreas compite con árboles jóvenes para absorber agua y alimentos, lo que ralentiza o dificulta el crecimiento de los árboles jóvenes. Por otra parte, en verano, las hojas e inflorescencias secas aumentan el riesgo de incendio. En los pastos, por el contrario, disminuye la calidad de la hierba, disminuyendo el valor económico del pastizal. También supone la pérdida de biodiversidad del pastizal o prado.
En zonas de especial interés o de protección compite con la vegetación autóctona, llegando a su sustitución, especialmente en zonas húmedas. Además, perturba la evolución de las áreas naturales, ralentizando la evolución natural hacia la forestación. Finalmente afecta a todo el ecosistema.
Desde el punto de vista social, reduce el valor estético del entorno y su uso recreativo, así como la calidad del paisaje. Y el polen que genera a finales de verano y principios de otoño puede producir alergias a personas que viven cerca de las grandes colonias de carricero de pampa.
Cada inflorescencia del carrizo de pampa produce cien mil semillas y una sola planta crece un millón. Se desprenden de la planta atado a un pelaje largo, lo que facilita su transporte. Se separan más de treinta kilómetros y llegan más lejos a través de los medios de transporte, de las corrientes de aire que generan los vehículos, de la superficie de los vehículos o de los peatones y ropa de las personas.
Las mejores tierras para germinar las semillas son de arena abundante, agua y sombra, pero también son capaces de germinar en tierras inadecuadas. Las temperaturas templadas favorecen que sea más abundante en la parte baja de los valles, donde se encuentran la mayoría de los pueblos y ciudades, por donde pasan los medios de transporte.
La Diputación Foral de Bizkaia editó en 2006 una guía práctica para el control de la escorrentía de pampas, que en el mapa de poblaciones aparece claramente representado: las principales poblaciones se encuentran en las márgenes de las carreteras principales y de las autopistas, destacando las autopistas A-8 y A-68 y la autovía del Txorierri.
La cartografía de la planta ha sido realizada ahora por la Sociedad de Ciencias Aranzadi, a petición de la Diputación Foral de Gipuzkoa, y han comprobado que en este territorio la expansión del carrizo de la pampa sigue el mismo modelo. Es decir, las mayores densidades de población se concentran en las proximidades de Donostia-San Sebastián, comenzando por Irun, y se extiende por los valles siguiendo los principales medios de transporte. Se ha determinado la localización de cada población, prestando especial atención a los espacios naturales, muy vulnerables y de gran valor.
La elaboración del mapa ha sido el primer paso. Ahora deben probar las medidas de control para elegir y poner en marcha las más adecuadas en cada caso. Los lugares prioritarios serán los terrenos con áreas protegidas y poblaciones de alta densidad.
Las medidas pueden ser físicas, químicas y otras. Lo más selectivo es arrancar la planta. Como es muy abundante, se necesitaría un montón de trabajadores para sacar todas las plantas, algo que es imposible aquí. Sin embargo, en algunos lugares se han organizado grupos de voluntarios que extraen las plantas de raíz a mano. Es un método eficaz en determinados lugares, como zonas protegidas y pequeñas poblaciones.
En zonas de alta densidad se han utilizado maquinaria para la extracción y destrucción de plantas, pero no es una buena solución ya que el suelo queda desnudo, lo que facilita la introducción de plantas invasoras (carrizo de pampas u otras). Otros métodos pueden ser el corte con guadaña, la eliminación de inflorescencias y la quema, aunque poco efectivos.
Además de los métodos físicos, hay químicos, es decir, herbicidas. El uso mayoritario es el glifosato, ya que es eficaz contra la planta y poco tóxico para mamíferos, aves y peces. Sin embargo, no se puede utilizar de cualquier manera ya que no es selectiva y puede ser perjudicial para la vegetación de la zona. Por ello, su uso debe ser moderado y cuidadoso. Por ejemplo, se puede inyectar en la propia planta, evitando que llegue al suelo y a los seres vivos que la rodean.
Además, existe la posibilidad de compartir métodos. Aunque en cada caso hay que analizar qué es lo más eficiente, los expertos recomiendan que lo mejor sea cortar la planta (antes de que se creen las flores) y después dar herbicida. Posteriormente se procederá a la retirada de las plantas muertas.
En cualquier caso, no basta con retirar las plantas existentes. Las medidas preventivas son imprescindibles para prevenir nuevas colonizaciones. Entre otras cosas, conviene planificar adecuadamente las obras de carreteras y otras construcciones para minimizar la alteración del terreno y restaurar rápidamente la vegetación existente. Además, los vehículos deben ser limpiados correctamente antes de ser utilizados en ningún otro lugar. Por otro lado, una vez implantadas las medidas, es necesario realizar un seguimiento sistemático y continuo de las poblaciones.
Asimismo, los expertos señalan la importancia de educar a la sociedad. La gente debe saber que esta planta elegante perjudica al medio ambiente, no tiene que plantarse y no debe contribuir a su expansión. Con todas estas medidas consiguen eliminarlas o al menos impiden su difusión.