Por supuesto, acertar lo que pasará después no es difícil. El lobo alto comerá a su abuela y el homicidio Txanogorritxu también sufrirá una grave alarma. Aunque lo más caperuza es sólo un cuento antiguo, resulta muy representativo. Porque los niños desde pequeños aprenden a considerar al lobo como un animal maligno y la semilla para sentir miedo y odio en el futuro se queda sembrada.
Desde que el hombre se convirtió en pastor, el lobo le ha comido las ovejas, tiene un gran malestar respecto a esta “bestia”. Este problema, sin embargo, desapareció a mediados de este siglo en el País Vasco, desde que en 1923 en Urbasa, en 1955 en Gibijo, y en 1967 mataron a los últimos lobos de Turtzioz. Desde entonces, los pastores han podido dejar las ovejas con total tranquilidad por la noche y han tenido una vida más cómoda. Pero en los últimos años ha sucedido lo que parecía mentira. El animal que desapareció de nuestro mapa, sin ningún esfuerzo, ha empezado a entrar por el oeste, Burgos y Cantabria, y también por Soria.
En primer lugar, tenemos que decir que esta noticia es gratificante, porque el efecto barrera generado por los medios de comunicación de este último siglo no es total, y porque demuestra que nuestro entorno todavía puede ser adecuado para este depredador. Nada más entrar, sin embargo, surgió un intenso debate entre la defensa y la oposición del lobo.
Pero vamos a ver en cifras los daños que produce este magnífico animal. Según los expertos, 2.000 lobos del Estado español matan cada año a 5.000 ovinos, 400 ganado vacuno y 1.000 equinos, lo que supone una pérdida de 120 millones de pesetas. Mediante una sencilla división podemos concluir que cada lobo produce unos daños anuales de 60.000 pesetas, pero también se ha podido afirmar que estos daños son muy variables. Por ejemplo, cada lobo de la Sierra Cantábrica tiene un impacto de 250.000 pesetas al año y al sur, en la zona de Castilla, cada lobo tiene entre 10 y 15.000 pesetas. Según los expertos del País Vasco, entre octubre de 1992 y agosto de 1994, los lobos mataron a 179 cabezas de ganado, 35 resultaron heridos y 86 desaparecidos, causando unos daños de 2.550.000 pesetas.
Es curioso saber que hay animales que causan más daños que los lobos. Muchos insectos o jabalíes, por ejemplo, aunque causen mayores daños, no atraen la atención de los medios de comunicación ni disparan cierto odio entre los campesinos. Es posible que los jabalíes se acerquen a los campos de cultivo de manera aleatoria y a menudo, que no provoquen excesivos destrozos a cada agricultor, mientras que los lobos, en una sola noche, pueden dañar todo el patrimonio de un pastor, provocando una rabia mucho mayor. Sin embargo, es curioso que algunos animales, aun siendo tan nocivos como otros, no generen odio.
Siguiendo con las estadísticas, podemos concluir que cada lobo mata unas 3 cabañas de media cada año, pero explotando las matanzas, comen más ganado doméstico que lo que matan. Sin embargo, es posible que los lobos que operan en Euskal Herria, siendo jóvenes y poco experimentados, causen mayores perjuicios que los descritos. En el lado de la demanda, por ejemplo, se ha observado que cada lobo mata 7,6 ovejas al año y los de estas zonas podrían hacerlo de forma similar. Si hemos mencionado los daños, también sería bueno ver si los lobos pueden hacer algún favor.
Estos depredadores llevan a cabo el control y mejora de las poblaciones unguladas, destacando las poblaciones de zorros equilibrados presentes en los territorios de los lobos y la escasez o carencia de perros silvestres. En cualquier caso, procederemos a analizar las posibilidades que se pueden tomar ante este problema. Vamos.
Una de las opciones sería volver a la situación anterior, es decir, decidir que el lobo no tiene sitio aquí y actuar hasta que fallezca el último número. En cierta medida esto puede ser lo que estamos haciendo hoy en día, ya que cada año morimos unos 5 lobos de las poblaciones occidentales que se dirigen hacia aquí, y aunque está asentado en algunas regiones de nuestro territorio, este animal no está incluido en la lista de vertebrados amenazados de la Comunidad Autónoma del País Vasco.
Por otro lado, la escasa presencia de este animal en Europa occidental hace que se proponga su total protección, recuperando este tesoro para el patrimonio de nuestra fauna. De acuerdo con esta opción, los daños a los pastores se pagarían de forma generosa y se dejarían en el lugar donde se encuentran los lobos. Sin embargo, los pastores vascos no aceptarían fácilmente esta forma de vida en lugares como Aralar o Urbasa. En un entorno tan humano, las piezas de caza de los lobos serían en gran medida animales y esta profesión en mal estado podría sumergirse en una situación insostenible.
Intentemos, sin embargo, planificar una situación intermedia que, a pesar de su dificultad, permitiera la conservación de lobos y pastores. En primer lugar, en todas las zonas donde se produce el ataque del lobo y en todo momento se daría una rápida indemnización a los pastores. No sólo de ovejas muertas; de las perdidas, de las desaparecidas, del estrés, y de la caída de la producción y la fertilidad. Pero realizaríamos el control de los lobos que matan a muchos animales. ¿Por qué?
Por un lado, para que estos animales rápidos aprendan que el acercamiento a los animales es peligroso y, por otro, para que se sientan acompañados por los pastores, para que su desesperación y odio se blanquee en parte, y lo más importante, para que no vuelvan a actividades peligrosas como los venenos. Sin embargo, es posible que en alguna cadena montañosa de pequeña población humana, como el Pirineo navarro o alguna comarca alavesa, el lobo pase casi inadvertido y se alimente de corzos, jabalíes y otros. Estos ejemplares, por supuesto, se dejarían en paz.
Por último, por parte de los pastores, el hecho de que la reparación de las ovejas muertas se lleve a cabo con generosidad, rapidez y sin generar ningún tipo de burukomini, supondría un compromiso de esfuerzo en el cuidado de las ovejas. Puede ser oportuno conceder ayudas para la tenencia de pastores en rebaños o de perros de la raza mastín, ya que son muy apropiados para combatir los ataques del lobo. Desgraciadamente, como en las dos últimas generaciones los pastores no han tenido contacto con los lobos y llevan una vida mucho más cómoda, no aceptarán más trabajo. Es de suponer, por tanto, que el lobo, el depredador salvaje más sobresaliente del País Vasco, se va a llevar sobre la fama de vulgar, salvaje y diminutivo de toda la vida y que en ningún caso le vamos a permitir asentarse en nuestro territorio. ¡Ojalá me equivoque!