La importancia buen desayuno

Agirre, Jabier

Medikua eta OEEko kidea

Uno de los principales errores de nuestra alimentación actual es que a lo largo del día no repartimos bien las comidas (desayunamos poco, también la comida corre y con prisas, y la cena tarde, y a menudo con alimentos inadecuados), forzados por el ritmo de vida que llevan “desarrolladas” como la nuestra.

La mayoría de las encuestas realizadas desde el punto de vista dietético dejan claro que la ingestión que realizamos a la hora de comer de la mañana no es suficiente, tanto desde el punto de vista nutricional como de calorías. No se le ha dado la importancia que necesita al desayuno, y se ha considerado una obligación hecha corriendo y con prisas, casi cegadas. La palabra Euskaraz no nos da mucha claridad, pero en el resto de idiomas indica que esa comida matinal rompe el ayuno de la noche (des-ayuno en castellano, de-jeuner en francés), por lo que deberíamos poner más énfasis en la comida que nos da fuerza para romper el descanso nocturno y adelantarnos a los trabajos a realizar durante el día. Nuestro cuerpo nos lo agradecería.

En una época, y también en otros modelos sociales distintos a los nuestros, el almuerzo realizado a media mañana completaba las necesidades del cuerpo. Y en esta segunda comida suplementaria embutidos, queso, huevos, etc. se consumían habitualmente. Hoy en día, sin embargo, para muchas personas (diría casi todas), un café o zumo y un par de galletas, ese es su desayuno diario. Y eso, por supuesto, no es suficiente para una alimentación equilibrada. Y es que el desayuno es imprescindible para afrontar con fuerza la jornada de mañana, para llevar cargado el depósito de glucosa que vamos a gastar en el trabajo o en los estudios.

Imprescindible para niños y jóvenes

Un desayuno equilibrado (V. La tabla) reparte las calorías de manera más adecuada a lo largo del día y, además, nos asegura la ingestión de nutrientes esenciales en la época escolar, para saber que el crecimiento y el desarrollo van por el buen camino. Sin embargo, según un estudio realizado en el bienio 1996-1998, los niños que acuden a la escuela sin desayunar en Europa son 7 millones. Este mismo estudio pone de manifiesto también que la primera comida de la mañana es menos beneficiosa para la mayoría de los niños y adolescentes, en términos de aporte calórico. Esto, lógicamente, provoca un desequilibrio en su estado nutricional.

¿Qué pasa (bien) si no desayunamos?

Si el desayuno no se realiza correctamente, el cuerpo se ve afectado por una serie de consecuencias, como la debilidad, la falta de concentración y el mal humor; esto se debe a la falta de glucosa que supone el ayuno o, mejor dicho, no romper el ayuno (no olvides que la glucosa es nuestro principal combustible energético). La ausencia de glucosa obliga al cuerpo a consumir y quemar otras reservas, lo que provocará alteraciones en el normal funcionamiento del cuerpo.

Esto condiciona el propio proceso de aprendizaje durante la etapa escolar o universitaria, lo que provoca una disminución del rendimiento, afectando a la capacidad de hablar y expresarse, la memoria o memoria, la creatividad y la capacidad de resolver problemas. Por ello, el desayuno condiciona la situación física y psíquica, no sólo en niños y adolescentes, sino en todas las edades.

Desayuno equilibrado

El desayuno, para ser adecuado, debería aportarnos entre el 20 y el 25% del total de calorías ingeridas durante el día. Y, por otro lado, para que sea equilibrado, debe incluir diferentes grupos de alimentos: lácteos (leche, yogur, queso, requesón), frutas y cereales (pan, tostadas, cereales, galletas). También se pueden tomar otros alimentos (derivados cárnicos, embutidos, dulces, etc. ), pero en pequeñas cantidades.

  • Cereales. Proporcionan carbohidratos, vitaminas y minerales, fuente de energía. Además, aportan fibra.
  • Productos lácteos. Además de proteínas de calidad, aportan calcio y vitaminas del grupo A, D y B.
  • Fruta. Con ellos se obtienen carbohidratos, agua, vitaminas, minerales y fibras.
  • Productos cárnicos. Jamón cocido (cuidado con el serrano), carnes bajas en grasa, embutidos… Aportarán las proteínas de calidad necesarias para la producción de tejidos y células, y las grasas que son fuente de energía, pero con cuidado, ya que deben ser moderadas.
  • Otros. Azúcar, mermelada, miel, etc. aportan carbohidratos y energía.

Algunos modelos sencillos y saludables

Si el desayuno es sólo una comida antes de comer

Para los que no necesitan el almuerzo, bien porque sus necesidades energéticas no son muy grandes, o porque entre el desayuno y la comida no hay más de 4 horas.

  • Leche con café, cereales o cacao (u otros lácteos: yogur, petit suisse, queso…).
  • Zumo de fruta o algún grano de fruta de temporada.
  • Una de las siguientes opciones (según el gusto): - Pan con mantequilla o margarina y mermelada o miel. - Pan con queso fresco y menbrillo con miel o mermelada. - Galletas, cereales de desayuno, muesli. - Pan y queso sin grasa o jamón.

Para dos tomas

Uno al levantarse y el otro a media mañana porque su jornada laboral les permite hacerlo o porque necesitan energía extra.

Al levantarse:

  • Leche con café, cereales o cacao (u otros lácteos: yogur, petit suisse, queso…).
  • Una de las siguientes opciones (según el gusto): - Pan con mantequilla o margarina y mermelada o miel. - Pan con queso fresco y menbrillo con miel o mermelada. - Galletas, cereales de desayuno, muesli.

A media mañana:

  • Leche u otro lácteo.
  • Zumo de fruta o algún grano de fruta de temporada.
  • Una de las siguientes opciones: - Sandwich de jamón y queso suave. - Queso y/o jamón o embutidos (chorizo...) en bocadillo.
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