Gracias a la mejora de los inmunosupresores y al avance de la ingeniería genética, algunos científicos han anunciado que los xenotransplantes están en condiciones de investigar en humanos.
Esto ha despertado el debate ético. Los xenotransplantes se encuentran con una serie de principios éticos hasta el momento y surgen nuevas preguntas. Si la aceptación de esta técnica fuera fundamental para la sociedad, los principios éticos imperantes deberían ser objeto de una serie de cambios, como ha ocurrido en otros muchos momentos a lo largo de la historia. Sin embargo, si las barreras éticas fueran insalvables, se prohibiría esta técnica.
No es fácil decir si es mejor renovar la ética o mantenerla como está. Vivimos en una sociedad éticamente plural y cambiante, lo que nos lleva siempre a buscar el consenso de la mayoría con este tipo de debates. Pero, además de esta dificultad, los xenotransplantes presentan otras dificultades de decisión, la fuerza de sus opiniones favorables y desfavorables en las investigaciones sociológicas más desarrolladas. Nuestro objetivo es expresar los principios éticos más importantes que atacan a los xenotransplantes, así como los pormenores del debate.
Se tardó más de una década en resolver el problema que suponían los trasplantes interhumanos (alotransplantes) con respecto a los planteamientos éticos de entonces. Los derechos del paciente, el respeto debido al fallecido, el uso de inmunosupresores, la protección de la identidad y muchos otros problemas estaban implicados. Se decidió reformar muchos de los principios éticos imperantes en la sociedad en aquel momento a los nuevos tiempos.
Pero en esta nueva forma que se creó para los alotransplantes tampoco están cómodos los xenotransplantes. Comparando con los alotransplantes, los efectos inmunológicos que pueden producirse sobre el receptor son más severos. Los órganos de otra especie pueden provocar un grave rechazo en el cuerpo y destruir el órgano vacunado o atraer otras enfermedades. Además, se desconoce si el órgano de un animal puede cubrir fisiológicamente las necesidades corporales de una persona de forma adecuada y durante largos periodos de tiempo.
La cuestión es que la única manera de conocer estos aspectos con mayor precisión es mediante ensayos clínicos con seres humanos. Mientras no se desarrollen modelos virtuales adecuados (con ayuda de ordenadores), al menos deberíamos aislar socialmente y controlar rigurosamente a las personas que participan en estos ensayos clínicos.
La eliminación de las fronteras naturales entre especies, en el caso de los xenotransplantes, puede atraer enfermedades hasta ahora desconocidas en el ser humano. Para detectar la importancia de este riesgo, recordemos dos ejemplos conocidos de virus y infecciones procedentes de animales hacia los seres humanos: SIDA y Virus del Ébola. Según los estudios llevados a cabo por la Cátedra de Derecho y Genoma Humano, más de la mitad de nuestra población ve aquí la principal razón de su oposición a estas técnicas. Si la investigación de xenotransplantes siguiera adelante, cualquier ensayo clínico de esta técnica debería proteger los intereses de la sociedad y crear una organización que considere los resultados de los ensayos para el futuro.
Está claro que para el éxito de los xenotransplantes sería mejor utilizar los animales (primates) más próximos filogenéticamente al ser humano en experimentación y como donantes. Mejor si se les aplica ingeniería genética para evitar el rechazo o mejorar el funcionamiento de los órganos. Pero la sensibilidad ética de nuestra cultura en los animales, sobre todo en los primates, dificulta estas posibilidades. Los permisos para llevar a cabo investigaciones con primates son muy escasos y en el caso de otros donantes de órganos, hay que tener en cuenta que sin este órgano extraído, los animales no podrán vivir a menudo. Por su sensibilidad y argumentación económica, los cerdos han sido los más utilizados en la investigación de xenotransplantes. Sin embargo, al no estar tan cerca filogenéticamente del ser humano, los resultados de estos ensayos dejan sin resolver muchas dudas. Las manipulaciones genéticas hacia un xenotransplante también están limitadas éticamente. Los principios éticos imperantes hasta el momento no admiten ninguna manipulación que altere el fenotipo animal (aspecto de sus especies). Y aunque no se altere el fenotipo, los únicos cambios genéticos que se admiten para xenotransplantes son los destinados a superar barreras inmunológicas. Por lo tanto, aunque las manipulaciones para mejorar el funcionamiento y la duración de los órganos (para solucionar problemas fisiológicos) pudieran ser posibles, en la actualidad no están aprobadas éticamente.
Debido a las preocupaciones éticas, en los países en los que los alotransplantes cumplen un porcentaje muy importante de la necesidad de órganos, como es el caso de la spainia\, se ven lejanos los permisos de ensayo de xenotransplantes en humanos. Sin embargo, en otros países el número de personas que no esperan recibir un alotrasplante es demasiado elevado y los Gobiernos no pueden mantener la presión. Se cree que Estados Unidos, Alemania u otro país van a permitir que pronto los xenotransplantes intenten en los seres humanos. Ya tienen listas largas de personas que se han ofrecido a ensayar.
A la vista de la situación de estos países, creemos que las actitudes cerradas contra los xenotransplantes son agitadas. Es necesario investigar si es posible organizar las medidas y controles de seguridad adecuados y si existen medios para evitar consecuencias inmunológicas adversas. Si existiera la posibilidad de cumplir estos dos requisitos, por nuestra parte, no habría un obstáculo ético para que los xenotransplantes intentaran clínicamente en los seres humanos. Al igual que en el caso de los alotransplantes, si existen ciertas garantías, habría que dar a esta técnica la oportunidad de sacar a la luz su idoneidad, sin juzgar previamente.
A su vez, si no se cumplen los dos requisitos que hemos puesto para iniciar los ensayos clínicos (o más concretamente, mientras no se cumplen), estamos totalmente en contra de que los xenotransplantes se intenten con humanos. Estamos convencidos de que los intereses de quienes están a favor de iniciar las sesiones de xenotransplante inmediatamente, sin estas garantías, no son muy claros. Con motivo de otros intereses económicos y de tantas incertidumbres científicas, nos gustaría conocer a todos la información y expectativas que han proporcionado a las personas que se han presentado voluntariamente a los ensayos clínicos.