Aunque se han acostumbrado a vivir entre seres humanos, edificios, vehículos, luces y cables, el lugar natural de los animales que forman la fauna urbana no es la ciudad. La mayoría de ellos se han urbanizado porque encuentran comida fácil, y por eso no tienen que soportar riesgos especiales.
Muchas veces es difícil darse cuenta de que están ahí. Y eso es precisamente lo mejor para los animales que viven en las ciudades, pasar desapercibido. Los problemas comienzan cuando son demasiado evidentes, tanto para ellos como para los ciudadanos.
Nunca se sabe cómo es el estado de salud de los animales que viven en libertad, lo que en realidad es considerado un estado peligroso por la ciudadanía. De hecho, los animales que viven en las ciudades pueden ser fuente de problemas.
Algunas de ellas se refieren a la apariencia e infraestructura de la ciudad, también a la ecoonomía, ya que en muchos casos es necesario gastar dinero para controlarlas, eliminarlas o reparar sus daños. La mayoría de ellas son evidentes: paredes y esculturas sucias, cables de iluminación rascados, óxido, daños en tubos y tejados...
Sin embargo, los problemas relacionados con la salud son los más preocupantes para la población, ya que los animales pueden ser portadores de enfermedades o parásitos. Algunas de ellas son además transmisibles al ser humano. De ahí surge la preocupación y, para responder de alguna manera, se realizan controles.
El término control es citado por expertos en limpieza, desinfección, etc., pero hay que llamar a cada cosa por su nombre, y en este caso es más allá de controlar el significado de la palabra, ya que el objetivo es limitar la población.
Por ejemplo, con las palomas que se capturan, la mayoría de las veces se hace eutanasia, que se matan con gas, pero a veces se envían a otros pueblos o a palomeras. Lo mismo se hace con los perros y con los gatos, que son llevados a las perreras y, tras un tiempo de estancia en ellas, si nadie los coge, se matan.
En el caso de las ratas, el objetivo es controlar la población, evitando que ésta crezca espectacularmente. Para ello se utilizan venenos que evitan la coagulación de la sangre para que las ratas que han ingerido veneno por hemorragia interna mueran desangradas. De vez en cuando cambia el tipo de veneno, somos resistentes a las ratas.
Cuando en una ciudad o pueblo se oye que hay demasiada paloma, rata, perro o gato, que son los más comunes, cuando se empieza a oír la palabra epidemia y cuando la gente está diciendo que el ayuntamiento debería hacer algo, empiezan los problemas reales para los animales de las ciudades. Y es que, al hablar de fauna urbana, desde un punto de vista científico o objetivo, es difícil señalar la existencia de una epidemia, que viene marcada por las llamadas realizadas por la población. Si se incrementa el número de quejas que se reciben en el Ayuntamiento en un determinado periodo de tiempo, el Ayuntamiento debe atender y adoptar medidas.
En estos casos se cree que la población animal ha aumentado, pero no tiene por qué ser así. Es posible, por ejemplo, que sin un aumento de la población, la actividad de los animales crezca, aumente la propia actividad. El ciudadano tendría la sensación de peste, aunque no hubiera pánico.
Aquí y allá aparecen los números, pero según los expertos es casi imposible elaborar censos fiables de fauna urbana. Se suele decir que hay diez ratas por persona o que en las grandes ciudades del sur de Europa puede haber alrededor de 1.500 palomas por kilómetro cuadrado, pero estas cifras pueden variar mucho. Si la comida disminuye o aumenta, si la estación no es la más adecuada, si hay enfermedades que afectan a la población... se dan grandes diferencias.
Nuevamente palomas para el ejemplo. Pon imaginación en cualquier plaza de cualquier ciudad. Allí vive una colonia estable de 500 palomas, que puede contabilizarse aproximadamente. Es su casa, ya que en la misma plaza pueden poner nidos y conseguir comida suficiente para todo el grupo. No es posible atraparlos todos, pero si la mayoría de ellos se quedan en la plaza para más palomas. A la plaza se acercarán las colonias de palomas más pequeñas de los alrededores, ya que el lugar es agradable y se ha quedado libre. Con otros animales es aún más difícil hacer cálculos sobre la población. ¿Cómo saber cuántas ratas, golondrinas, ardillas, gatos... hay en una ciudad? No hay modo.
No importa el número de animales. En caso de que parezca que esto u otro ha aumentado, los ayuntamientos tomarán medidas de control.
En la actualidad existen once empresas dedicadas al control de la fauna urbana. Muchos de ellos se ocupan principalmente de las plagas que se producen en el interior de los edificios. Si se encuentran termitas, sitsa, ratones, etc., establecen medidas y tratamientos para reparar los daños. Estos son también fauna y viven en las ciudades, pero, de alguna manera, pueden ser un problema particular.
También son muchas las empresas que se encargan del resto de animales y en su mayoría utilizan sistemas similares. Los ahuyentadores constituyen uno de los conjuntos de sistemas. Algunos de ellos son electrónicos, que envían señales sonoras que no son humanas, pero que pueden llegar a asustar y recibir animales.
También se utilizan ahuyentadores visuales como los chorizos. A la vista de ello, los animales escapan. Por último, existen repelentes químicos, sistemas que transmiten algún olor que sea molesto o peligroso para los animales. Además de los ahuyentadores, o con los repelentes, hay celadas, sustancias viscosas, mecánicas, cepillos... Y los venenos también pueden formar parte de este grupo. Los venenos son muy variados y se pueden encontrar en diferentes formatos: polvo, líquido, bolsas... Se utilizan principalmente con ratas.
En el caso de las aves, se adoptan medidas preventivas como espinas metálicas y eléctricas en edificios o monumentos, o redes. Las redes también se utilizan para la captura de aves. La técnica consiste en encontrar un grupo de aves, atraer de alguna manera y lanzar la red. Las redes son lanzadas a gran velocidad mediante máquinas y capturadas por debajo.
Existen otros sistemas de control como palos o cajas especiales para la captura de perros o gatos. Sin embargo, el sistema de control más eficaz es cerrar los accesos de los animales a la comida. Si no tienen comida, difícilmente seguirán en un entorno desagradable y natural de la ciudad.
El gato callejero forma parte de la fauna urbana. Destaca sobre todo en los casos de precaución o aumento de la población. A pesar de su aspecto solitario, el callejero vive en grupos y cada grupo tiene su espacio. Si hay comida también habrá gatos.
Al igual que en el caso de las aves, con los gatos es muy difícil saber cuánto hay realmente. Sin embargo, existen estimaciones. Según el Centro de Protección de Animales del Ayuntamiento de Madrid, en el Estado español pueden haber dos millones de gatos. Este mismo centro recibe cada año unos 1.000 gatos. Además de limpiarlos, se desparasitan a los gatos y se identifican. También se les aplica la vacuna antirrábica y en ocasiones se castran y se esterilizan. Sin embargo, la mayoría de los gatos de calle capturados son sacrificados, ya que están acostumbrados a caminar por su cuenta y la adopción es prácticamente imposible.
Según un reciente estudio realizado en Estados Unidos, el 60% de los hogares que no se esterilizan se convierten en un gato callejero. Sin embargo, la mayoría de los gatos de calle son nacidos en la calle. Por eso es casi imposible saber cuántos gatos hay en las ciudades, de dónde son, de qué enfermedades... Los gatos callejeros son hábiles en la pesca de ratones y ratas, por lo que generan menos preocupación que otros animales. Sin embargo, hay problemas: se rompen las bolsas de basura y se esparce la basura, se hieren cuando se reúnen en el grupo y entorpecen, además dejan las heces en la calle, como los perros, aunque no se ven.
Viene con la primavera y se marcha antes de finalizar el otoño en busca de lugares más cálidos. Nidifica con hierba, paja, plumas y barro, generalmente en los ático. Pone tres o cuatro huevos.
Después de nacer, la golondrina pasa alrededor de un mes y medio en el nido. Se alimenta principalmente de insectos y resulta de gran ayuda para los agricultores.
Sin embargo, debido a los excrementos, en muchos lugares la gente destruye sus nidos. Lo dicho para la golondrina también sirve para el sorbente.
Es uno de los más irreverentes. Se ha adaptado perfectamente a la vida de pueblos y ciudades. Imagínate que cuando se dejan los pueblos pequeños también desaparece el gorrión. Vive en colonias en grupo. Come semillas, insectos y basura. Tiene tres o cuatro etapas al año y aprovecha las rendijas de los edificios para nidificar.
Los palomares nacen hacia abril con la primavera adelantada. Permanecerán en el nido entre 4 y 6 semanas vigiladas por sus padres. Se trata de los días de mayor actividad de las aves y, por tanto, de los de mayor incidencia, ya que la suciedad comienza a acumularse. Según los expertos, en las grandes ciudades del sur de Europa hay cerca de 1.500 palomas por kilómetro cuadrado, siendo Barcelona la ciudad con mayor concentración de palomas en Europa: 3.000 kilómetros cuadrados.
La paloma en la naturaleza se puede llegar a los 15 años, mientras que en la ciudad apenas supera los 5. La paloma de las ciudades come principalmente basura, basura abandonada por los seres humanos.
Cada semana necesita medio kilo de comida y, para facilitar la digestión, toma la comida junto con granos de arena o piedras preciosas. También es aficionado al agua, tiene la capacidad de sobrevivir unos días sin comer, pero necesita agua a diario.
El excremento de las palomas es muy corrosivo y puede destruir plantas y árboles jóvenes de los jardines. A menudo presenta pulgas, alcaparras, ácaros... La afección a los edificios y a las tuberías de los tejados es muy elevada, por lo que frecuentemente se adoptan medidas de control.
Sin embargo, el mayor problema que puede causar es otro. La paloma es portadora de un hongo que puede causar histoplasmosis. Las excrementos de las palomas pueden causar esta enfermedad pulmonar en el ser humano. También puede causar ornitosis —enfermedad similar a la neumonía— y salmonelosis.
En los pueblos y ciudades de Euskal Herria no ha sido hasta ahora muy habitual, pero poco a poco se está extendiendo. El ardilla es un animal roedor de cola peluda y larga. Aunque los que están aquí son rojizos, cuanto más al norte, más oscuros son los ardillas —a veces casi negros— y cuanto más al sur, más rojos.
En la dieta de la arcilla los principales alimentos son las semillas y los frutos: castañas, bellotas, bellotas de haya, semillas de pino, hongos... Sin embargo, el escarabajo no es capaz de encontrar estos alimentos a lo largo de todo el año, por lo que en la época más adecuada para la obtención de los alimentos, forma almacenes de alimentos para situaciones de escasez. Si los almacenes se agotan antes de tiempo, en la zona primaveral, generalmente se pueden comer brotes de árboles, huevos de pájaros y pollos.
El ardilla es un animal de gran tamaño y en los años en los que el otoño es abundante en semillas, la población de ardillas puede crecer considerablemente. Sin embargo, como ocurre en la mayoría de los animales con altas tasas de reproducción, el ardilla también presenta una elevada mortalidad y, al menos en condiciones naturales, la situación se equilibra rápidamente debido a la escasez de comida o a los duros inviernos.
Con la primavera comienza una época de gran actividad para el katagorri: por un lado, por la necesidad de moverse más en busca de comida y, por otro, por el inicio del celo. Tras una gestación de 30-35 días nacen 4-7 crías a finales de primavera o principios de verano. El nido suele ser una estructura circular compacta y robusta de ramitas y palillos para sustentarse mediante la unión de dos o tres ramas. Cuando llega el otoño, el joven ardilla se lanza a su caso.
La mayoría de las veces busca comida en las ramas, pero si no ve peligro, también baja al suelo para buscar comida. En las ciudades se concentra en parques, donde hay numerosas especies arbóreas, a pesar de que en realidad les gusta el pino.
Es muy abundante en la costa, aunque también se encuentra en el interior, atraído por los restos de los vertederos. Vive en grupo y come de todo: peces pequeños, crustáceos, basuras... Nidifica en barrancos con plumas y hierbas. Tiene crías en primavera, un par de nidos.
La supervivencia para los recién nacidos no suele ser muy fácil, ya que si falta comida la gaviota no suele tener problemas para convertirse en un caníbal. En estos casos se alimenta no sólo de crías sino también de huevos. El hórreo es uno de los problemas más graves que presenta este ave, ya que forma una dura capa blanca sobre piedras, plantas o campos. Esta capa puede ser asfixiante para los seres vivos que la captura.
El componente del género Rattus realiza el ciclo biológico habitual de los mamíferos. A los 21 días de cubrición (alcantarillado-ratas) o 22 (ratas negras), nacen entre 5 y 15 ratones. Cada año la rata da a luz unas cinco veces. Llega a los 2-3 años y muere a los 5-7 años.
Las ratas que habitan entre nosotros son las especies Rattus noruego –alcantarillado - y Rattus rattus –rata negra–. Las alcantarillas viven en lugares muy húmedos, sobre todo en alcantarillas, o en el subsuelo. Buen nadador y buen escalador. Es omnívoro, come de todo: insectos, carne, hierba, madera, plástico... Cada día es capaz de comer un tercio de su peso. Se mueve principalmente de noche, protegido en postes.
La rata negra nidifica en lugares secos. Y se mueve alrededor del nido, no le gusta ir demasiado lejos.
También es omnívoro. Ambas especies viven en grupo. Por ello, su comportamiento es igual, su comportamiento colectivo. Por ejemplo, cuando encuentran una comida nueva, son totalmente desconfiados. Lo probará primero un integrante del grupo y, si fallece, el resto no lo comerá. Tienen una gran capacidad para desarrollar resistencia a los venenos. También son caníbales, por lo que al comer ratas muertas envenenadas ingieren un poco de veneno, son capaces de eliminarlo y desarrollar la inmunización.
Viven en lugares muy sucios, por lo que las ratas son portadoras de diversas enfermedades, aunque si no soportan un dentado es difícil transmitir enfermedades al hombre.