La contaminación acústica es un término nuevo. ¿Quién diría hace unos años que el ruido es contaminación? El concepto mismo es más difícil de asimilar que el de contaminación del aire o del agua. Y es que el ruido es tan subjetivo.
Imagina que para quien tiene la costumbre de poner música alta en casa este sonido es agradable, pero la opinión de los vecinos y vecinas que no pueden soportarlo es muy diferente. Algo parecido ocurre con el ruido urbano. Muchos lo consideran insostenible, sobre todo a la hora de dormir, mientras que a otros parece que no les estorba y lo hacen como parte del entorno.
El ruido se ha convertido en un problema en las zonas urbanas. A pesar de que antes se consideraba una consecuencia imprescindible del desarrollo, en la actualidad los ciudadanos se quejan cada vez más del ruido de la calle. A la vista de ello, la Unión Europea ha publicado una directiva que regula el ruido y, poco a poco, los países que la integran se están adaptando a la legislación nacional.
La nueva ley ha tenido gran fama, sobre todo porque obliga a ciudades de más de 250 mil habitantes a realizar mapas de ruido. Aunque lo han hecho en muchas ciudades, para junio de 2007 todos lo tendrán que hacer, incluso en los diez Estados que están a punto de entrar en la Unión.
El mapa de ruido de París está disponible en Internet.Para los no expertos en acústica, resulta clarificador el comportamiento de la difusión sonora: se propaga por el aire, rebota en las paredes, entra por cualquier rendija... Por ello, los mapas de ruido permiten al ciudadano ver el ruido. La representación sobre papel del ruido urbano facilita la percepción ciudadana del estado de los lugares que conocen en relación a la contaminación acústica.
Para medir el ruido de la calle se utiliza un sonómetro. Este instrumento tiene una unidad de decibelio y para que pueda ser utilizado en el mapa de ruido se pasa al nivel de ruido equivalente.
Para casos locales se utiliza un decibelio adaptado al oído humano, dB(A). De hecho, el sonómetro puede registrar sonidos de todas las frecuencias y sólo son útiles las frecuencias que el hombre puede oír.
Cuanto mayor es el ruido, más decibelios se expresan, pero la relación no es lineal. Por ejemplo, cuando se duplica el nivel de ruido, éste sólo sube tres decibelios. A su vez, en el caso contrario, si el ruido generado por el tráfico es de 70 dB(A), reduciendo el número de vehículos a la mitad, el número de decibelios se reduce únicamente a 67 dB(A). Esto demuestra la dificultad de reducir los decibelios de ruido urbano.
El tren es una de las principales fuentes de ruido en pueblos y ciudades. (Foto: N. Herrería).No obstante, para la realización de los mapas de ruido actuales se realizan pocas mediciones con el sonómetro, y sólo en los casos en los que sea necesario, el técnico acude a la fuente de ruido a través de la herramienta de medición del ruido, como por ejemplo a zonas de ocio o talleres urbanos.
Normalmente se utilizan los datos que el Ayuntamiento dispone y el mapa se compone de un programa informático. Tiene en cuenta, entre otras cosas, el relieve de la ciudad y la situación y altura de los edificios, pudiendo incluir el clima como variable.
Por ejemplo, para incluir en el mapa el ruido producido por una carretera, se tiene en cuenta el número de vehículos que circulan por la carretera en diferentes épocas del día y su velocidad. El sonómetro se puede utilizar para comprobar las conclusiones obtenidas por el modelo matemático del mapa. Pero en muy pocos casos es necesario. Los resultados obtenidos mediante los mapas de ruido son muy precisos.
La nueva ley europea sólo afecta a Bilbao, la única ciudad del País Vasco con más de 250 mil habitantes. Sin embargo, cabe esperar que en breve las ciudades más pequeñas deban realizar mapas de ruido.
Sin embargo, antes de conocer la directiva se han realizado mapas de ruido en numerosas zonas del País Vasco. Es el caso de Pamplona, Bilbao, Barakaldo, Gernika, Irun, Donostia y Vitoria-Gasteiz, entre otros. También se han elaborado mapas de ruido de la red de carreteras y ferrocarriles no urbanos de la Comunidad Autónoma del País Vasco. Ahora estos mapas deben ajustarse a la metodología que se acaba de implantar.
El País Vasco es, en general, bastante ruidoso, y los mapas de ruido pueden ser de gran utilidad para determinar qué actuaciones deben llevarse a cabo para reducir esta contaminación.
Los mapas de ruido permiten comparar el ruido urbano con el uso del suelo en cada lugar. En función de su uso, los límites de ruido establecidos son diferentes. Por ejemplo, en el entorno de los hospitales y los centros escolares las limitaciones son menores que en el resto de la ciudad, ya que los pacientes necesitan un descanso curativo y los alumnos un silencio para estar atentos en el aula. Sin embargo, el silencio absoluto es imposible, ya que muchos hospitales y colegios se encuentran en el centro de las ciudades, y son obligados a soportar el ruido del tráfico circundante, de la gente y de las reparaciones callejeras, entre otros.
El tráfico es sin duda la principal fuente de ruido en las ciudades.Además, en el mapa se ubican las viviendas y se tiene en cuenta el número de habitantes de cada barrio para calcular el impacto de cada fuente de ruido. Cuantos más datos disponibles, más fácil es establecer prioridades, lo que ayuda a tomar la decisión más adecuada.
En general, los mapas de ruido cumplen una doble función: por un lado, son comprensibles por la ciudadanía y, por lo tanto, informan; por otro, son interactivos, es decir, tienen variables, modificando las cuales se aprecia la variación del nivel de ruido.
En el caso de que se quiera colocar pantallas en el borde de una carretera para que llegue menos ruido al barrio colindante, en el mapa se coloca la pantalla y el programa calcula la nueva situación, es decir, el número de decibelios en los que llega el ruido a las casas del barrio, parques, etc. Esto permite conocer hasta qué punto la situación mejorará antes de realizar un proyecto, y cuando haya más de una oportunidad elegir la más adecuada o decidir si merece la pena llevarla a cabo.
Pero la directiva no ha aclarado todas las dudas sobre la contaminación acústica. Para ello se deberá publicar la normativa correspondiente. Conviene que la normativa explique, entre otros aspectos, los efectos nocivos para la salud del ruido. Y es que la ciudadanía está empezando a preocuparse porque el ruido que soportan a diario no les hará daño.
Está demostrado que el ruido tiene efectos sobre la salud y que el daño depende de la intensidad del ruido y del tiempo de exposición. El ruido excesivo puede causar, entre otras cosas, disminución y pérdida de audición, pero también estrés, dolor abdominal, dificultades para dormir y otras molestias.
El impacto del ruido sobre los seres humanos es mayor de lo esperado y, de una vez por todas, ha cobrado protagonismo como fuente de contaminación. Lamentablemente, sobre todo en las ciudades, está íntimamente ligado a nuestro modo de vida y deberíamos cambiar radicalmente los hábitos de reducción del ruido. Y, sin embargo, donde haya colectividades siempre habrá ruido.
Cuando se habla de ruido urbano, lo primero que viene es el tráfico. Y no es de extrañar. Las zonas más ruidosas de la ciudad son las de alto tráfico, y no se puede obviar que el ruido del tráfico afecta a la mayoría de la población, salvo a todos. De hecho, según el urbanismo de antaño, las carreteras principales pasaban por el interior de la ciudad. Con el paso del tiempo, el ruido, la contaminación del aire y otros problemas que generaban estas carreteras han obligado a salir fuera de la ciudad.
El sonómetro recoge todos los ruidos de la ciudad. (Foto: LABEIN).Pero, además del tráfico por carretera, existen otros medios de transporte que dificultan el silencio. El tren y el avión afectan de media a un menor número de ciudadanos, pero normalmente el malestar que generan es más grave porque el ruido es discontinuo y muy fuerte.
La contaminación acústica de la industria urbana también es preocupante. La primera solución es la salida de la industria generadora de ruido fuera de la ciudad, pero cuando esto no sea posible, la administración debería obligar a utilizar las máquinas más silenciosas y a trabajar con las puertas y ventanas cerradas.
Sin embargo, la fuente de ruido que más quejas suscita no es el tráfico, ni los talleres urbanos, sino que los que más molestias ocasionan son, sin duda, espacios de ocio y esparcimiento. El conflicto se debe principalmente al horario, ya que durante la noche del anochecer aumenta el ruido de los bares y lugares similares, y hay que tener en cuenta que es hora de descansar o dormir para la mayoría de la ciudadanía.
En cuanto a las especificaciones, la directiva europea tiene como objetivo principal mantener la misma norma en todos los países en materia de ruido, por lo que es necesario que los instrumentos utilizados para medir y evaluar sean iguales o equivalentes para todos. No hubo ningún debate antes de la aprobación de la ley. Las mayores controversias se dieron en el establecimiento de límites de ruido. De hecho, los pueblos de la zona mediterránea no admitían utilizar el mismo horario que los pueblos del norte. Está claro que en la vida cotidiana el horario que tienen los ciudadanos de unos y otros es muy diferente; a las nueve de la noche el ambiente que se da en las calles de Oslo es difícil, por ejemplo, el de Milán. Por ello, se ha dado una diferencia de dos horas para que cada municipio establezca las limitaciones en función del horario que considere más adecuado. Por el contrario, los pueblos del norte y del sur de Europa no sólo distinguen los horarios. La diferencia también es notable en los niveles de ruido. Por ejemplo, en España, Inglaterra y Holanda, el 50% de la población se encuentra expuesta a niveles diurnos superiores a 65 dB(A), mientras que en Noruega, Suecia y Finlandia tan sólo el 20%. La diferencia es enorme. |