Fósiles de nuestros rincones

Etxebeste Aduriz, Egoitz

Elhuyar Zientzia

El poeta ama los rincones ocultos por la bruma. Fósiles enterrados, paleontólogos. Y los demás también nos gustaría, tal vez si nos conociéramos mejor, tal vez conociéramos mejor la historia que nos cuentan, porque entonces comenzaríamos a ver lo oculto, las maravillas de hace miles y millones de años.
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Ed. Grupo Aragosaurus-IUCA de la Universidad de Zaragoza

“Cuando mis amigos me preguntan que quieren ver fósiles o algún museo, me hablan de las pisadas de dinosaurios de La Rioja, Atapuerca, etc., pero no saben que en Bilbao hay un Museo Arqueológico, en Vitoria el Museo de Ciencias Naturales de Álava, o que en el Geoparque, además de las rocas, se pueden ver fósiles”, dice el Paleainara Badiola Kortabitarte de la UPV. “También en la Universidad, los estudiantes de grado o postgrado hablan de paleontología haciendo referencia a lo externo”.

Badiola lo tiene claro: “Lo que tenemos aquí no se conoce bien. Y, por supuesto, si no se conoce, cómo habrá sensibilización sobre el patrimonio paleontológico”. Y es que “hay más sensibilización con la biodiversidad, pero menos con la geodiversidad, y la geodiversidad también forma parte del patrimonio natural”, reivindica.

Con el objetivo de comenzar a cambiar esta situación, este año se ha publicado el libro “Registro fósil de los Pirineos occidentales”. Han participado más de 40 expertos entre los que se encuentran los editores del libro: Ainara Badiola Kortabitarte, Xabier Pereda Suberbiola y Asier Gómez Olivencia, profesores e investigadores de la UPV/EHU, y el último de Ikerbasque. “El objetivo es, por un lado, dar a conocer el registro fósil existente en los Pirineos occidentales, Euskal Herria y su entorno, y por otro lado, contar cómo se hace la gestión, conservación y divulgación de estos fósiles”, ha explicado Badiola.

Aunque está dirigido principalmente a estudiantes de grado o postgrado, el libro será de interés para cualquier persona aficionada a la Paleontología, ya que en él encontrará los yacimientos paleontológicos y fósiles más importantes del País Vasco, o cómo se gestionan estos fósiles y dónde se pueden ver, entre otros.

Cuatrocientos millones de años de historia

Los fósiles encontrados en la zona de los Pirineos occidentales cuentan una historia de cuatrocientos millones de años. Es la edad de los fósiles más antiguos que se han encontrado, entre 300 y 400 millones de años. No son muchos los de aquella época, ya que los afloramientos del Paleozoico son muy escasos en estas zonas. Pero hay algunas en Bortziriak, Aldude-Kinto y Oroz-Betelu. Los fósiles de invertebrados marinos de Devónico y Carbonífero son los más abundantes, aunque también se han encontrado algunas plantas vasculares fósiles de secano.

El registro fósil no es continuo, ya que tampoco es una sucesión de rocas sedimentarias cercanas. “Hay más materiales palezoicos –por ejemplo­ Aiako Harria–, pero ahí la mayoría de los materiales son ígneos o metamórficos, por lo que no hay muchas posibilidades de que haya fósiles”, explica Badiola. “La mayor parte de nuestros fósiles son del Mesozoico y del Cenozoico, y también dentro del Mesozoico, aunque hay rocas sedimentarias del Jurásico, la mayor parte del Cretácico”.

Así, “tenemos esos antiguos fósiles del Paleozoico y luego saltamos al Cretácico inferior hace 120 millones de años”. El nivel del mar avanzó y retrocedió en el Cretácico, pero en general, en la vertiente norte del País Vasco existen rocas sedimentarias formadas en el medio marino, y además de varios microfósiles, abundan peces, mosasaurios, ammonite y otros moluscos fósiles. En el sur predominan los fósiles de animales terrestres.

Representación de los dinosaurios encontrados en el yacimiento de Laño. En la parte delantera el anquilosaurio Struthiosaurus, detrás dos Lirainosaurus y, en el fondo, un terópodo siguiendo dos ornitópodos. Imagen: Raúl Martín.

Dinosaurios en Laño

Un importante yacimiento del Cretácico Superior se encuentra a 25 km al sur de Vitoria-Gasteiz: Yacimiento de Laño (Treviño). “Es un yacimiento de referencia internacional, según Xabier Pereda Suberbiola, rico en fósiles y perteneciente a varios grupos de vertebrados. En Lañón se han identificado nuevas especies y géneros, y esto es muy importante”.

En total se han identificado unas 40 especies. De ellos, una docena son dinosaurios y el resto son peces, anfibios, lagartos, serpientes, cococodrilos, reptiles voladores, mamíferos, etc. “Hay una diversidad enorme”, subraya Pereda.

Los estudios paleomagnéticos han permitido estimar en 72-73 millones de años las huellas. En aquella época la costa se situaba en las proximidades de Vitoria-Gasteiz, zona de Laño que constituiría un río relativamente amplio y cercano a la costa.

En este paisaje vivían, por ejemplo, los esbeltos titanosauros Lirainosaurus astibae. Ellos fueron los que más restos dejaron: unos cien dientes y unos cien huesos. Entre el resto de los dinosaurios había un acorazado, el anquilosaurio; u otros llamados ornitópodos; y la mitad de las especies encontradas son terópodos, carnívoros.

Entre las nuevas especies encontradas en Laño se encuentran, además del lirainosaurio, la tortuga Dortoka vasconica, la serpiente Herensugea caristiorum, el cocodrilo Musturzabalsuchus buffetauti y el mamífero primitivo Lainodon orueetxebarriai.

Xabier Pereda Suberbiola, Asier Gómez Olivencia y Ainara Badiola Kortabitarte, presentando el libro Registro fósil de los Pirineos occidentales. ED. : Humberto Astibia.

Existen otros pequeños yacimientos de fósiles similares en la zona. “En el parque de Izki, en la zona de Corres, por ejemplo, se han encontrado dinosaurios, cococodrilos y tortugas —dice Pereda—, pero no tiene nada que ver con la abundancia y diversidad de Laño. Hay una concentración extra de fósiles en Lañón”.

Época de los mamíferos

La foto que muestra el yacimiento de Laño iba a cambiar radicalmente, con una destrucción masiva que ocurriría entre 6 y 7 millones de años después. No sólo las aves, sino la mayoría de los dinosaurios desaparecerían para siempre. Entre los supervivientes, los mamíferos serían uno de los más exitosos.

Aunque antes el clima era bastante cálido, en el Eoceno, más aún: “Hace unos 56 millones de años fue un máximo térmico y en casi todo el mundo se multiplicaron los ecosistemas tropicales o subtropicales”, explica Badiola. En esta situación, los mamíferos fueron llenando los espacios ecológicos liberados por los dinosaurios. “En la época de los dinosaurios también había mamíferos, pero la mayoría eran muy pequeños. Durante el eoceno, los mamíferos irán aumentando de tamaño y se diversificarán y expandirán notablemente. Aparecerán muchos grupos de mamíferos actuales”. Por ejemplo, los perisodactilos, el grupo actual de caballos, tapes y rinocerontes; o los artiodactilos, el grupo de vacas, ovejas, cerdos, camellos, etc. También los primates o euprimates reales.

Un importante yacimiento de esta época se encuentra en Zambrana (Álava) (Lugar de Interés Geológico). El paisaje que se construye con los restos encontrados es la arista pantanosa de un lago hace unos 37 millones de años. Se han encontrado 26 especies de vertebrados; anfibios, cococodrilos, tortugas, lagartos, marsupiales, primates, roedores, carnívoros y, los más numerosos, perisodactilos y artiodactilos. “Los perisodactilos y los artiodactilos tenían una diversidad mucho mayor que la actual y eran muy diferentes”, afirma Badiola. “Por ejemplo, en muchos artiodáctilos actuales es habitual tener cuernos, en aquellos tiempos no tenían cuernos”.

La diversificación de mamíferos no se limitó a tierra. Algunos también se dirigieron al agua. No se han encontrado fósiles cetáceos de la época en nuestro entorno, pero sí de sirenios (del actual grupo de manatíes y de los que tenemos). Destaca el hallazgo del yacimiento de Castejón de Sobrarbe (Huesca). Los sirenios, como las ballenas, han ido transformando y perdiendo las cuatro patas a lo largo de la evolución. Los manatíes y dugones actuales tienen delante las extremidades aletonadas y las dos traseras están desaparecidas. Pues el sirenio descubierto en Huesca, cardieli de Sobrarbesi, aún tenía las cuatro patas. “En el mundo se conocen pocos sirios primitivos de cuatro patas y el de Huesca es la mejor colección de fósiles. Por eso este descubrimiento tiene mucha importancia”, subraya Badiola.

Representación de los cardielis sirenos encontrados en Huesca. En Uztárroz, Ardanaz y Urbasa-Andia también se han encontrado vértebras y costillas de los sirenios. Imagen: Rosa Alonso Montero.

También en Navarra, en Uztárroz, Ardanaz y Urbasa-Andia, se han encontrado vértebras y costillas de los sirenios. Y es que todo ese entorno era el mar en aquella época. La sierra de los Pirineos aún no se levantó. La placa ibérica y europea comenzaron a unirse, pero entre ambas todavía había una rama de mar. Por eso en Navarra, en Huesca, y también en Cataluña, aparecen fósiles del medio marino, entre ellos sirenios”.

En esta situación, “la fauna presente en el Eoceno ha sido bastante endémica”, afirma Badiola. “Europa era un archipiélago en el que la península Ibérica era una isla. Por ejemplo, muchos de los perisodáctilos encontrados en Zambrana, como Iberolophus arabensis o Pachynolophus zambranensis, son diferentes a los encontrados en Francia, Suiza o Alemania”.

Al final del Eoceno, el clima se enfrió y terminó el mundo tropical. Los bosques cerrados fueron sustituidos por paisajes más abiertos, en forma de sabanas. Además, la orogenia alpina provocó que Asia y Europa quedaran conectadas, y la fauna que entró por el lado asiático provocó la desaparición de muchos animales preexistentes. Los restos de esta época, de hace unos 20 millones de años, se han encontrado en las Bardenas, entre otros. “El escenario cambió radicalmente —dice Badiola— y sus descendientes serán los que luego tendremos en el Cuaternario, que nos hacen más conocidos. Pero el Eoceno era otro mundo”.

Jaguares en Zierbena

Los fósiles más antiguos de macromamíferos del Cuaternario presentes en nuestros rincones se remontan a los 500.000 años, procedentes del yacimiento de Punta Lucero (Zierbena, Bizkaia). “No sabemos muy bien cómo era esta zona en aquella época —explica Asier Gómez Olivencia—; no sabemos si estamos en un momento glaciar o interglaciar. Pero lo que sabemos es que algunos de los mamíferos que vivían en ese momento no aparecen más en el registro fósil de Euskal Herria”.

En Punta Lucero hay tres especies muy especiales que no aparecen en ningún otro lugar. Uno de ellos es el Jaguar europeo, Panthera gombaszoegensis, algo mayor y más fuerte que el jaguar que vive hoy en América. La segunda es Canis mosbachensis, antepasado del lobo actual, algo menor. Y el tercero, el tigre con dientes de sable, Homotherium latidens, del tamaño de un león actual.

En Punta Lucero también hay fósiles de más mamíferos: ciervos gigantes, ciervos comunes, bisontes, rinocerontes, uros, etc. “Pero estos también se encuentran en otros yacimientos”, afirma Gómez Olivencia. “Estas tres especies hacen tan importante la Punta Lucero. Y también cronologías; comparando con otros yacimientos de la zona, al menos 200.000 años de antigüedad son los mamíferos de Punta Lucero”.

El yacimiento fue hallado apenas en 1987 por Iñaki Líbano, cantera utilizada para las obras del Puerto de Bilbao. Y probablemente la mayor parte del yacimiento se destruyó en la cantera.

Fósiles de las tres especies más singulares encontradas en el yacimiento de Punta Lucero. ED. : Asier Gómez Olivencia.

Otro importante yacimiento de mamíferos del Cuaternario se encuentra en una cantera: Koskobilo (Olazti, Navarra). Se han recuperado de la cantera fósiles de distinta cronología. “Es el único yacimiento con hipopótamo en Euskal Herria. En Europa el hipopótamo desapareció hace 125.000 años, así que el hipopótamo nos da una edad mínima y nos dice además que era una época caliente”, explica Gómez Olivencia.

Otras dos especies singulares encontradas en Koskobilo son el oso tibetano y el macaco. “Los osos tibetanos entraron y desaparecieron en Europa dos veces en el Pleistoceno. Son fósiles muy raros en este extremo de Europa” dice Gómez Olivencia. El macaco también se ha encontrado en Lezetxiki. Y aunque inicialmente se le calcularon unos 75.000 años, los estudios más recientes han demostrado que puede alcanzar los 170.000 años. “Seguramente los macacos vivirían en aquel momento cálido, donde había hipopótamos, osos tibetanos, rinocerontes, ciervos, castores, etc.”.

Restos humanos

En aquella época, en estos rincones había otra especie más cercana. “Los neandertales estuvieron aquí por lo menos desde hace 200.000 años hasta que desaparecieron hace unos 40.000 años”, explica Gómez Olivencia. En Lezetxiki, Axlor y Arrillor se han encontrado sus fósiles. No son muchos, un chorro y unos pocos dientes. “No aportan mucha información. Sin embargo, el registro arqueológico sí nos dice que sus culturas fueron cambiando. Se observa que en el mismo lugar, en diferentes momentos, cazaban diferentes especies y cultivaban el sílex diferente. Fueron neandertales de diversas culturas”.

Nuestra especie se introdujo en Europa hace unos 45.000 años. “No sabemos si aquí se encontraron o no con los neandertales porque hay poca información”, afirma Gómez Olivencia. En cinco yacimientos se han encontrado fósiles de sapiens. “Son muy pocos fósiles. Pero hay yacimientos singulares de interés como el de Santa Catalina (Lekeitio). Es de un momento frío y se han encontrado muchos huesos de renos. También los indicios de pesca y algunas aves que cazaban, como el alca gigante”.

Estos sapiens, además de los fósiles y los utensilios, dejaron otra información sobre la fauna de la época: el arte rupestre. En este caso, sin embargo, lo que cuenta el arte rupestre no coincide exactamente con la historia que narran los fósiles. “Sobre todo dibujaban caballos y bisontes —dice Gómez Olivencia—, pero en los yacimientos (como en Santimamiñe) se observa que principalmente cazaban ciervos. Entonces, si el arte rupestre es reflejo de su imaginario, su imaginario y el que cazaban no tenía nada que ver. En definitiva, estos seres humanos eran como nosotros, porque somos la misma especie”.

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