El eclipse total de Sol es un fenómeno astronómico producido por una coincidencia natural. Visto desde la Tierra al cielo, la Luna y el Sol parecen tener el mismo tamaño. La Luna tiene un diámetro de 3.475 kilómetros y es 400 veces menor que el Sol (1.392.000 kilómetros de diámetro), lo que significa que el Sol está 400 veces más lejos. Si la Luna se encuentra a la distancia necesaria de la Tierra, su tamaño aparente puede cubrir completamente al Sol provocando un eclipse total de Sol.
La inclinación de la órbita de la Luna respecto a la de la Tierra (eclíptica) es de unos 5 grados, por lo que normalmente la sombra de la Luna pasa por encima o por debajo de la Tierra, por lo que no se produce un eclipse total de Sol en cada Luna Nueva 1. El fenómeno se produce cuando nuestro satélite se encuentra en una de las dos intersecciones de ambos planos (uno de los nodos).
Mientras dura el eclipse, la sombra en forma de cono geometría de nuestro satélite llega a la Tierra. Como consecuencia de la rotación de la Tierra y de la traslación de la Luna, la sombra provoca un barrido, explicando los lugares donde se podrá ver el fenómeno. La sombra está formada por la umbra y la penumbra que la rodea. La umbra, cuando se mueve, crea el llamado recorrido del eclipse total (Figura 1), un corredor de oscuridad que alcanza una distancia máxima de 273 kilómetros. En ella el fenómeno es total. El eclipse total es la mitad del corredor de oscuridad. A ambos lados de la bruma la penumbra se extiende a miles de kilómetros, provocando un eclipse parcial.
El eclipse total es corto, puede durar hasta siete minutos y medio, y aunque se produce una media de 18 meses, para un punto de la Tierra, por ejemplo una ciudad, pueden pasar siglos. La información que se puede extraer de los pocos minutos que dura el eclipse total es algo habitual, ya que las capas de la atmósfera solar que normalmente permanecen ocultas por la acción de la fotosfera quedan al descubierto. Además, el eclipse total de Sol ofrece la oportunidad perfecta de realizar diferentes investigaciones en diferentes campos, desde la física relativista hasta las áreas de interacción de la Tierra.
El eclipse del 26 de febrero de 1998 era el nº 51 de la serie 130 de Saros 2, con 73 eclipses solares en 1.334 años. La serie 130 comenzó con un eclipse parcial en el Polo Sur del 20 de agosto de 1096 y finalizará con otro eclipse parcial que se producirá en el extremo del Polo Norte el 11 de noviembre de 2430.
El 26 de febrero de 1998 la umbra de la Luna comenzó su encuentro con la tierra en un punto del Pacífico, a 144º al Oeste y 2º al Sur del meridiano de Greenwich. A continuación comenzó su viaje supersónico hacia el Este cubriendo parte de los Galápagos (islas Pinta y Marchena, y norte de la isla de Isabela). Antes de llegar a la costa de Panamá y Colombia tuvo la duración máxima de su eclipse total: 4 minutos 8 segundos. Luego entró al sur de Panamá y, al mismo tiempo que mostró un eclipse total en tierras colombianas, cruzó la frontera venezolana en el golfo de Venezuela, en la impresionante península de Paraguaná y entró en su primera ciudad, Punto Fijo.
La mayor refinería mundial de petróleo (PDVSA) se encuentra en esta ciudad. Tras su salida de la península, la umbra no volvió a entrar en contacto con el continente, cubriendo sólo algunas islas: Aruba (ahora soberano, antes dominado por los holandeses), Gurazao, norte de Bonaire y alguna parte de las Antillas (Antiguo, Montserrat), incluido el francés Guadalupe. El largo recorrido de la Umbra finalizó tras cruzar el Atlántico, a 300 kilómetros al noroeste de las islas Canarias. En menos de tres horas y media recorrió 14.000 kilómetros.
Penumbra, hacia el norte, abarcaba los tramos del Pacífico, el Caribe, Centroamérica, México, parte de los EEUU, el este de Canadá y gran parte del Atlántico Norte. Hacia el sur, además del Pacífico, cubrió la parte alta del cono sudamericano, el Atlántico sur, y las tierras del oeste de África
El público y los investigadores se reunieron en tres áreas: En la zona de Maracaibo, la umbra lunar cubrió totalmente la península de Paraguaná y la isla de Aruba. En esta última, al quedar la mitad del corredor de oscuridad fuera de la isla, se organizaron cruceros. Una vez finalizado el eclipse y teniendo en cuenta la meteorología, la facilidad de aproximación y la duración del eclipse total, se considera que las mejores condiciones para la observación de este eclipse se dieron en la península de Paraguaná, con el cielo perfectamente limpio, con un eclipse total de 3 minutos y 45 segundos (Figura 3).
La península de Paraguaná recuerda al cráneo humano. Tiene 50 kilómetros de ancho en dirección E-Oeste y 60 en dirección Norte-Sur. La península más grande de Venezuela tiene un clima desértico con un ecosistema único. Aunque la tasa de precipitación anual es baja, esta tierra del estado de Falcón fue un importante productor agropecuario antes de la explotación del petróleo. Además, estadísticamente, febrero es el mes más seco del año.
Según los datos aportados por sus organismos oficiales, en la península llegaron más de un millón de personas, procedentes de la zona y del extranjero, astrónomos, investigadores, observadores especializados y turistas, conocidos como “temporadistas”. Con motivo de la llegada del eclipse, casi coincidiendo con las celebraciones del carnaval, se tomaron medidas especiales: por un lado, para dar una buena información sobre el fenómeno a la población, para tomar medidas de seguridad a la hora de mirar al eclipse y poder llegar al centro del corredor de oscuridad, colocando en todas las vías la señalización necesaria con el lema “camino del eclipse”.
Por otro lado, se habilitó un lugar adecuado para la observación de investigadores y especialistas propios y externos. 10.000 personas y 25 ambulancias formaron el equipo de trabajo. Entrega y entrega de 100.000 gafas a través de diferentes entidades. El día del eclipse, jueves 26 de febrero, fue declarado festivo por el Gobierno de Falcón.
Las previsiones eran espectaculares para el día del eclipse, ya que en todos los medios de comunicación diferentes el fenómeno se anunció como algo raro y terrible (en Venezuela el próximo eclipse total de Sol se producirá el 23 de septiembre de 2071). El espectáculo fue retransmitido en directo por Venevisión, la cadena de televisión más importante de Venezuela.
Venevision se instaló en el lugar denominado El Pico, el único espacio reservado para periodistas y expertos en el control del ejército. La playa de El Pico es muy peculiar, un pequeño y afilado cabo en forma de pico de loro, que aprieta unos 2 kilómetros hacia el golfo de Venezuela. El Pico se situaba a 8 kilómetros al sur del centro del corredor de oscuridad, donde se esperaba que la duración total del eclipse fuera de 3 minutos y 43 segundos.
El 26 de febrero nos pusimos en el lugar del Pico que teníamos preseleccionado. El programa de observación era muy amplio, con fotografías de gran potencia con cámara motorizada, fotografías panorámicas y all-sky. Del mismo modo, debíamos intentar capturar en las fotos las bandas de sombra que se generan alrededor del eclipse total. Queríamos realizar mediciones de viento, temperatura y luminosidad en el campo del medio ambiente meteorológico, así como de su influencia en la fauna.
Como el eclipse parcial comenzaba a partir del mediodía, nos puso todo el utillaje y nos dio tiempo para prepararlo correctamente. La fase parcial comenzó a las 12 y 36 minutos, con el sol a 69º de altura y la ausencia de niebla en el cielo, a pesar de vientos de intensidad media.
Los tres primeros cuartos de hora transcurrieron normalmente, como si fuera un eclipse parcial convencional. A partir de ese momento, cuando el 50% del Sol estaba cubierto, y casi de repente, comenzó a notarse un descenso en la luminosidad del entorno (algo que indicaba el fotómetro casi media hora antes). El Sol entonces no “quemó” como antes, a pesar de que la temperatura bajara un solo grado (y estábamos a 31 grados). El efecto eclipse, el amarillento lunar, era evidente si se observaba con un protector solar simple. Los hechos se aceleraron. La luminosidad disminuyó notablemente y la fauna, sobre todo los pelícanos, que existía alrededor, comenzó a volar nerviosa.
A las 13:42, a media hora del eclipse total y con el 70% del Sol cubierto, se observó que el mar se estaba oscureciendo, viendo el horizonte más marcado. Una ráfaga de viento arrojó un trípode y se rompió el disparador de una cámara con el interbalómetro, que había que usar a mano a partir de ese momento.
Otro cuarto de hora eran las 13:56 y el 85% del Sol estaba cubierto. Faltaban 12 minutos para la totalidad del eclipse; el Sol más alto vestía el ambiente tropical con una extraña luz. No en el trópico, parecía que estábamos en la tarde de invierno. Desde el comienzo del eclipse la fuerza del viento en la misma dirección se suavizó, pero era más fresca, casi fría.
El reloj indicaba la hora 14:05, faltaban tres minutos para comenzar el eclipse total. El 95% del Sol estaba cubierto. Las aves marinas que volaban sin parar desaparecieron. Todo empezó a oscurecerse espectacularmente como si fuera el fin del mundo. En el horizonte Oeste, lejos, en el mar, se apreciaban las primeras huellas de una inmensa nube azul, cada vez mayor. Se trataba de una umbra lunar a 2.500 kilómetros por hora. El Sol no era más que un fino arco de luz que se iba reduciendo de momento.
El apagón tuvo lugar en el último minuto, junto con los gritos alegres de miles de personas que se oían lejos por la costa (figura 4). En el Sol se produjo una explosión de luz, un anillo de diamantes que se apagó dando lugar a un agujero negro creado en el cielo. Este disco estaba rodeado de un halo luminoso perlado y estructurado, que se extendía hacia la dirección este-oeste. Era una corona solar, hermosa y mágica, como en todos los eclipses de Sol, en esta ocasión representaba la posición mínima de Sol.
Otros dos puntos brillantes junto al Sol, Mercurio y Júpiter, mientras que Venus, que pudo verse antes del eclipse total, aparecía más lejos. Todo tenía forma de oscurecimiento, aunque la calidad de la luz, el tono, era indescriptible; era una luz rara, diferente. En algunos momentos el horizonte Oeste comenzó a iluminarse, casi por casualidad, hasta que otro anillo de diamantes anunció el final del eclipse total.
Minutos después del eclipse total vimos las bandas de sombra. Aparecieron como líneas oscuras y claras alternativamente de muy bajo contraste. Eran casi invisibles, movimientos rápidos, ondulantes y sin rumbo. Creo que podían tener una anchura aproximada de dos centímetros.
Poco a poco el entorno llegó a ser un aspecto eterno, mientras nos sentíamos privilegiados como testigos de un suceso rutinario (figura 5). Para la mayoría de los asistentes al espectáculo, fue la primera y última vez de su vida.
Sol Eclipsado
Las perlas de Baily se vieron bien, ya que por la configuración del perfil de la Luna se mostraban favorables en este eclipse. Se producen unos segundos antes y después del eclipse total, cuando la luz fotosférica se dispersa por pequeñas depresiones orográficas del borde lunar. En las fotos (figura 6) se puede ver el proceso de formación de estas primeras fases del eclipse total.
Las protuberancias solares son uno de los fenómenos más bellos de los 3 eclipses. Aparecen en la orilla del sol como si se tratara de nubes rojas en llamas, formadas por nieblas de materia a menor temperatura y densidad que el entorno. En este eclipse eran muchos, pero de pequeño tamaño. Se destacó uno, el que se observa en la Figura 7, que tuvo lugar al comienzo del eclipse total, en forma de erupción, con un extremo fino y una altura de 56.000 kilómetros, es decir, cuatro veces el diámetro de la Tierra.
La corona era la que más esperaba la gente durante el eclipse, ya que no se puede ver hasta el eclipse total, ya que es un millón de veces más claro y la fotosfera la mantiene encerrada (Figura 8).
Durante mucho tiempo se pensó que la corona presentaba algún elemento químico desconocido, bautizado como coronium. En el año 1940 se observó que el coronium era debido a metales corrientes, a muy baja presión y a altos niveles de ionización 4. La temperatura media de la corona es de 1.000.000 de grados. En el eclipse del 26 de febrero aparece una tipología mínima de sol prolongada en el eje E-Oeste.
En la actualidad nuestra estrella está 5 en el once año de la fase de iniciativa ascendente que alcanzará su máximo en el año 2001. A un vistazo la corona no se mostraba muy luminosa. Se observaba sobre todo el halo circular que rodeaba el disco eclipsado y dos ramas que se abrían hacia el oeste y un gran corrente que se extendía hacia el este. Tendrían un tamaño de seis radios solares, unos 4 millones de kilómetros. También se podían ver algunas plumas polares, como haces de materia lumínica conducidos por el campo magnético del Sol (Figura 9).
El oscurecimiento del entorno fue espectacular, hasta el punto de que todos los observadores permanecieron abiertos. 25 minutos antes del comienzo del eclipse total
(13:42), todos nos dimos cuenta de la caída de la luz, cada vez más rápida. Los últimos 10 minutos anteriores al segundo contacto fueron los más dramáticos. De hecho, si hasta entonces la luminosidad había disminuido hasta 10 veces, a partir de entonces se había reducido hasta 2.000 veces y se habría apagado. La medida fotométrica más baja (4,4 lx) se tomó a las 14:09:56 en el centro del fenómeno. Es decir, si se compara con el comienzo del eclipse (12:36 / 96.000 lx), la luminosidad era 20.000 veces menor. Todo ello se puede observar en la siguiente gráfica (dado que las diferencias de valor son elevadas, muestra la luminosidad de forma logarítmica) (Figura 10).
Se observó tanto al acercarse a la umbra lunar como al alejarse. Durante todo el eclipse se se pudo adoptar una visión panorámica de 360º en horizontal (120º en vertical), mostrando el aspecto del área de observación hacia el final del eclipse total. En ella destaca la umbra, con una anchura de 146 kilómetros, que se desplaza hacia el Este ocupando gran parte del horizonte; el efecto del falso amanecer sobre el horizonte Oeste, iluminado por el sol, a unos 35 kilómetros; y finalmente el Sol eclipsado con Venus sobre el horizonte Sudeste (Figura 11).
Estuvieron principalmente a temperatura y viento. La temperatura siguió el mismo camino que la fotometría, disminuyendo a medida que el eclipse total aparecía más rápido, pero mucho más suave. La temperatura se movió entre los 28 ºC del eclipse total y los 32,5 ºC que estaban al principio y al final del eclipse, es decir, 4,5 ºC menos, al igual que la bajada de 5 ºC de los periódicos al día siguiente.
La dirección este del viento no varió, aunque en la segunda fase de la parcialidad se desplazó hacia el sureste. La intensidad también fue muy alta, en la 6ª escala de Beaugres, tras 20 minutos antes del eclipse total y regresar lentamente a la primera.
Además de lo indicado para las aves marinas, la Comisión de Observación del Eclipse estableció otro tipo de especies: cabras, gallinas, gallos, un perro y un burro, todas ellas cerca del lugar reservado para Venevisión. Todos tuvieron alguna reacción en el fenómeno, pero lo más espectacular fue el de las aves, que se reunieron como si fuera de noche mientras cantaba el gallo. Las cabras caminaron sin rumbo fijo.
Horario del eclipse en El Pico (Latitud 11º 51´ N, Longitud 70º 18´ W):
Primer contacto: 12:36:54 Segundo contacto: 14:08:06 Tercer contacto: 14:11:50 Cuarto contacto: 15:34:52
Mitad del eclipse: 14:09:58 Duración del eclipse total: 3’ 43”
(Horario local, hay que sumar 4 horas para conseguir el Tiempo Universal).
Eclipse en internet. Proyecto “Eclipse 98” 6
El eclipse se se dio en directo a través de Internet. En ese proyecto yo fui uno de los dos europeos. En toda la banda de sombra se instaló una red de observadores, dotada de una videocámara y un sistema de transmisión, para que la combinación de todos ellos aumentara virtualmente la duración del eclipse total a media hora. Las imágenes se enviaban a una dirección de control y de ahí a unas direcciones de espejo para su dispersión.
Sin embargo, el día del eclipse el acceso fue lento porque mucha gente de todo el mundo quiso ver el fenómeno en directo. Además, la avería de una importante red de transmisión en Missouri provocó una mayor moderación del tráfico. Según me dijo el director del proyecto “Eclipse 98”, Philip Staiger, “el problema más importante del proyecto ha sido su éxito”, citando a la multitud que conectó para ver la transmisión.
Tras la experiencia del equipo del proyecto “Eclipse 98” en este eclipse, preparará una nueva transmisión para todo el eclipse solar europeo del 11 de agosto de 1999.