De hecho, las castañas y los cereales son muy similares en cuanto a composición, a pesar de que muchos las comparan inconscientemente con frutos secos. Tienen una elevada proporción de carbohidratos (37,4%), al igual que las leguminosas y los cereales. Estos hidratos de carbono están constituidos principalmente por almidón y en cantidades muy pequeñas por sacarosa.
Por ello, se recomienda masticar muy bien las castañas para facilitar la digestión del almidón y evitar así el viento y la pesadez del estómago. La proporción de proteínas (2,42%) es similar a la de grasa (2,26%), siendo la mayoría monos o poliinsaturados. La castaña tiene 213 kcal por cada 100 g, más que la patata (79 kcal/100 g), pero mucho menos que las nueces (642 kcal/100 g). En cuanto a las sales minerales, la castaña tiene mucho potasio y poca sodio, por lo que se recomiendan para personas con problemas de hipertensión. También destaca la cantidad de hierro, magnesio, calcio, fósforo y zinc. Las vitaminas del grupo C y B son muy abundantes.
Por todo lo anterior, las castañas son consideradas como estimulantes musculares, alcalinizantes y galactógenos (productores de leche). Son especialmente recomendables:
Y en la época del año en que estamos, son aptas para cualquiera, 3-4 veces por semana, unas 10 castañas cocidas o asadas. Eso sí, como hemos dicho antes, comiendo despacio y masticando bien.