Bajo la palabra reuma se agrupan cerca de 200 enfermedades que tienen una característica común: afectan al aparato locomotor. Entre estas enfermedades, las más frecuentes son la artrosis y la osteoporosis. La artritis reumatoide, la fibromialgia, la gota o la gota son menos frecuentes. La mayoría de estas enfermedades son crónicas y deterioran la calidad de vida del paciente debido al dolor y a los problemas de movilidad que le afectan.
Se debe al desgaste del cartílago articular, es decir, la sustancia que cubre de alguna manera los huesos que entran en contacto en una articulación se deteriora, por lo que el rozamiento entre los mismos suele ser mayor que el normal.
Se trata de una enfermedad degenerativa crónica cuyos principales síntomas son el dolor y la pérdida de movilidad. Aparece principalmente en las rodillas, manos, cadera, columna y dedo pulgar del pie.
Al ser un mal degenerativo, no tiene remedio. Sin embargo, puede retrasar la evolución de la enfermedad y aliviar los síntomas. Los medicamentos que protegen a los cartílagos en los últimos años han sido los que han introducido la mayor novedad. Estos fármacos, además de prevenir la enfermedad y estabilizar la evolución, pueden 'reparar' en parte las lesiones de cartílago y huesos.
También afecta a los hombres, pero la osteoporosis es sobre todo una enfermedad femenina y aparece sobre todo tras la menopausia. Se debe a la disminución de la masa ósea. El hueso se hace más frágil y aumenta el riesgo de fracturas. La propia osteoporosis no produce dolor, pero sí fracturas óseas producidas por ella.
Al tratarse de una alteración asociada a la menopausia, la terapia sustitutiva de las hormonas puede retrasar la evolución de la enfermedad por la influencia de los estrógenos. Por otra parte, los medicamentos contra la resorción ósea, como los alendronatos, reducen el proceso de destrucción ósea y disminuye el riesgo de fractura.
Es una enfermedad en la que las articulaciones aumentan y, más concretamente, la membrana sinovial aumenta. Pero también al hueso, al cartílago y otros órganos del cuerpo (miocardio, piel, etc.) les afecta. Los síntomas principales son el dolor, la deformación y la pérdida de movilidad de la articulación afectada.
Por el momento, esta enfermedad no tiene remedio. Los tratamientos tratan de reducir la inflamación para mejorar la movilidad articular. Para ello se utilizan principalmente antiinflamatorios no esteroides, corticosteroides y antirreumáticos que alteran la enfermedad.
Afecta a los músculos y al tejido fibroso. Produce dolor en diversas partes del cuerpo, de intensidad variable y sensación general de fatiga o agotamiento. También puede provocar alteraciones de la memoria y depresión.
En este caso tampoco hay remedio, pero se pueden aliviar los síntomas
con tratamiento adecuado: las medidas físicas (calor local, masajes y ejercicios de tonificación muscular) se combinan con fármacos como sedantes musculares, analgésicos y infiltraciones locales de anestésicos o corticosteroides. Y, si es necesario, pueden utilizarse ansiolíticos o antidepresivos.
Aparecen cristales de ácido úrico en algunos tejidos como las articulaciones de pies, manos y piernas. Los síntomas principales son el dolor, la inflamación de la articulación, la fiebre y los bultos superficiales (sobre todo en el dedo grueso del pie).
Los antiinflamatorios son los más utilizados en la fase aguda de la enfermedad para aliviar los síntomas. Se recomienda tomar líquidos abundantes y evitar el alcohol, la carne roja, el café y los mariscos. La dieta debe ser rica en verduras, fruta fresca y alimentos integrales.
Las sales de calcio se depositan en el cartílago articular y finalmente el cartílago se deteriora, haciéndolo más frágil y pudiendo aparecer síntomas similares a la artrosis o la artritis.
Si la condocinosis no da síntomas, bastan las medidas generales (evitar sobrepeso y evitar en lo posible la sobrecarga articular). En caso de dolor, el tratamiento es el mismo que en caso de artrosis.