En la actualidad existen varias ciudades en las que grupos de investigadores universitarios difunden los sacos de plástico tras la recogida de basuras y analizan, clasifican y pesan su contenido. En realidad este tipo de investigación no es nueva, ya que los arqueólogos han utilizado el estudio de los residuos para obtener datos sobre antiguas civilizaciones. La investigación de las basuras de hoy en día también puede aportar datos interesantes sobre esta diabólica civilización.
La basura se compone de todo tipo de residuos: restos de comida, utensilios deteriorados, suciedad recogida en las tareas de limpieza, cosas que ya no se han considerado útiles o que no se quieren tener más. Los servicios encargados de la recogida de basuras han transportado su contenido en camiones y vertido en vertederos. En el mejor de los casos, podemos denominar vertederos sanitarios, por lo que cada día la nueva descarga se cubre de tierra para evitar el olvido y las ratas.
Cuando un vertedero de este tipo se llena hasta la saturación, hay que buscar otro lugar u otra solución para dar cara a un problema que se renueva día a día. En una gran ciudad de un millón de habitantes, al menos en los EEUU, genera diariamente más de mil toneladas de basura. Los camiones de recogida de basuras tienen que ir cada vez más lejos a verter su carga, ya que nadie quiere vertederos cerca del barrio en el que viven.
Sin embargo, en esta carga repugnante hay muchos materiales útiles. Hierro, aluminio, cobre, zinc, estaño, plomo y latón, entre otros. Se puede hacer una minería real de todos estos materiales en vertederos. Un vertedero puede ser más rentable que muchas minas. Algunos empiezan a decir que la basura puede ser una gran fuente de riqueza.
Las ingenierías están trabajando en el acondicionamiento de maquinaria de procesado de minerales para hacer rentables los residuos, como cintas transportadoras, tamices, caza e imanes de separación de férricos. Y los ventiladores de separación de materiales ligeros: papel, plásticos, cuero, recortes,... Algunas sustancias pueden quemarse para obtener energía. Mediante un proceso denominado pirólisis en las cámaras de combustión pobre en oxígeno se pueden descomponer los residuos orgánicos para extraer el gas y transformarlo en un combustible oleoso a medida que este gas se enfría.
De esta forma, además de recuperar materiales valiosos y energía, se reduciría la necesidad de buscar nuevos vertederos.
Estas maravillosas promesas a veces han fracasado, ya que hay experiencias que no han salido tan bien como se esperaba, bien por las numerosas averías que han sufrido las instalaciones, por los malos resultados económicos o por los efectos nocivos de la combustión en la contaminación del aire. La parte orgánica de las basuras también se puede utilizar para la producción de fertilizantes. Esta idea comenzó a desarrollarse en la década de 1970. Esta solución puede aportar además otros beneficios. A medida que los abonos químicos han sustituido el estiércol se ha deteriorado el humus.
Si se siguiera haciéndolo, con la excusa de mejorar las cosechas a corto plazo, no se haría más que esterilizar el suelo a largo plazo. Empresas como Francia están fabricando fertilizantes a partir de basuras domésticas. Todos ellos utilizan un procedimiento similar, clasificando y triturando las basuras, fertilizando los residuos orgánicos, granular o incinerar los residuos comburentes y recuperando metales.
Uno de estos procedimientos consiste en la reducción de las basuras, seguido de la distribución magnética de los herrajes y el cribado de plásticos, papel y textiles. Estos últimos elementos ligeros son desecados y granulados. La parte orgánica molida se lleva a la plata y allí se conserva durante ocho días, girando un día. En algunos casos se añaden residuos orgánicos líquidos como los lodos retirados de aguas residuales. A partir de ahora el abono puede conservarse en otras semanas si es conveniente.
Una vez triturados los residuos en otro procedimiento, los elementos ligeros son separados por ventiladores. Estos elementos ligeros se destinan a la fabricación de combustible y el resto a la fabricación de abono. El combustible también se vibra. El abonado se introduce en un cilindro giratorio que circula la materia orgánica. Después de tres días la materia orgánica se tamiza y a ésta se le retiran las fracciones de vidrio aprovechando la diferencia de densidad.
Estos procedimientos permiten obtener 4 toneladas de humus y 2,5 toneladas de combustible granulado de 10 toneladas de residuos urbanos.
Este abono, extraído de la basura, no tiene gran fama, quizá porque a menudo tiene peor calidad de la que se necesita, con trozos de plástico y vidrio. Algunos también están trabajando para remediarlo. Los biólogos han investigado los procesos de fabricación y han conseguido un abono más limpio. También se han mejorado los combustibles granulados que se obtienen junto con los fertilizantes para evitar que al retirar el cloro se desprenda el gas corrosivo del cloruro de hidrógeno.
Este procedimiento mejorado consiste en la homogenización de los elementos orgánicos y su mezcla con los restos de matadero y los lodos de depuración, hasta conseguir una humedad adecuada para la fermentación. La fermentación se realiza de forma controlada con ventilación sin presión y manteniendo el control de humedad y temperatura. Tras dos semanas la biomasa se expande para que se cure durante dos meses. A continuación, aprovechando la diferencia de densidad, se separan los trozos de vidrio y los fragmentos de metal.
Recientemente se ha inventado otro procedimiento que ha jugado un papel importante. Se trata básicamente de un método de separación de elementos fluidos y sólidos de la basura. Las basuras se comprimen a más de 800 bar de presión. De esta forma se acelera la descomposición de los elementos orgánicos. El líquido resultante se vende a los usuarios de productos orgánicos. La parte sólida puede utilizarse como combustible, pero es más inutilizable que el granulado y además el problema del cloro y la escoria de hierro no están resueltos.
Un complemento a este último método es la metanización. Mediante este proceso se obtiene el abono de los elementos orgánicos y el metano generado por la fermentación. Los resultados pueden ser interesantes, sobre todo desde el punto de vista ecológico, pero de momento no se ha conseguido una rentabilidad económica.
Por lo menos se puede afirmar que el tratamiento de las basuras que se generan en las viviendas ha comenzado a conocer una nueva etapa.