Elhuyar Fundazioa
En 1997, en la primavera del hemisferio sur, el satélite RADARSAT, provisto de radar, estuvo recogiendo piezas de un puzzle durante 18 días, noche y día, para poder hacer otra herramienta que ayude a los científicos a explorar el rincón más lejano y difícil de alcanzar de nuestro planeta, la Antártida. Desde entonces, científicos han trabajado estrechamente uniendo las piezas de estos puzzles y, finalmente, han presentado el resultado en octubre de 1999: el primer mapa de radar de alta definición del continente helado, de gran precisión.
No es el primer mapa antártico por satélite. El último mapa realizado antes del trabajo de RADARSAT data de 1994. Pero la diferencia es evidente: la elaboración del mapa fue de 13 años, de 1980 a 1994, y se necesitaron imágenes de 5 satélites diferentes para realizar el mapa. Sin embargo, algunas partes del continente quedaron oscuras, pues las nubes lo cubrían.
Girando alrededor de la Tierra circulan muchos satélites artificiales, muchos de los cuales retratan la Tierra, pero RADARSAT es la herramienta más adecuada para tomar imágenes en alta definición de la Antártida. Por eso fue elegido por los científicos para realizar el mapa. ¿Por qué? Hay tres razones principales:
Gracias a estas características, los científicos han podido realizar tantas fotos de radar como han sido necesarias en tan corto espacio de tiempo (18 días). Pero también se han utilizado medidas concretas en la propia Tierra, en la Antártida. Estas mediciones han sido realizadas por investigadores de los estados que estudian la Antártida. En este sentido, el nuevo mapa es el resultado de la cooperación internacional, lo que le ha permitido obtener una gran precisión. El satélite, propiedad de la Agencia Espacial Canadiense, fue lanzado por la NASA de Estados Unidos y varios centros de investigación y universidades han trabajado en el procesamiento y elaboración de datos.
Las corrientes
de hielo en la Antártida Oriental son una de las corrientes antárticas. Antes de la misión RADARSAT, los científicos sabían muy poco de las corrientes de hielo. Ahora por primera vez se han cartografiado completamente. Las corrientes de hielo parecen grandes glaciares. Como si fueran cintas transportadoras, atraviesan el continente en zigzag llevando hielo roto y nieve. Algunas son muy grandes: pueden alcanzar cientos de kilómetros de longitud y una anchura superior a los 50 kilómetros. Además, abundan los pequeños lechos de hielo que los alimentan, al igual que los afluentes, formando una compleja red. Las corrientes de hielo se mueven unos
500 metros al año, mientras que el hielo que está alrededor de ellos apenas alcanza los 25 metros al año. Por tanto, se mueven mucho más rápido que los glaciares convencionales. Los científicos no saben por qué se mueven tan rápido, ya que no existe una pendiente tan pronunciada que pueda producir este tipo de velocidad en el territorio. Según una teoría, el fondo de las corrientes de hielo es una especie de cama lubricante sobre la que el hielo se desliza con facilidad. Pero todavía hay que completar esa teoría y comprobarla.
La precisión es enorme. Una prueba es que también se han detectado restos que dejan sobre la nieve los tractores de nieve utilizados para acceder a las estaciones de investigación. De hecho, la superficie congelada de la Antártida
de baja definición
desde el punto de vista de los satélites que han elaborado mapas, el continente de hielo se hallaba blanco y sin grandes rasgos físicos. El nuevo mapa, sin embargo, es una nueva y extensa ventana de observación del continente, que dará respuesta a muchos puntos inéditos a los científicos, pero que, a la vez, abrirá el camino a otras muchas preguntas, ya que el continente blanco aparece ahora con unas características raras y sorprendentes que antes nunca se habían visto.
Sin duda alguna, la característica más sorprendente del mapa son las corrientes de hielo. Son ríos de hielo que, como gigantescos lombrices, se deslizan en zigzag hacia el océano sobre la capa de hielo. Se mueven 100 veces más rápido que la capa de hielo que atraviesan. Son los que transportan la mayor parte de la nieve que cae en el continente hasta el océano. Los científicos, utilizando los datos de RADARSAT y otros satélites, consideran que un sistema de hielo rápido puede alcanzar 30 kilómetros cúbicos al año al mar de hielo, lo que significa que Bizkaia puede cubrir cada año una capa de hielo de 15 metros de altura. Las corrientes de hielo son las zonas más dinámicas de la capa de hielo de la Antártida y los científicos consideran altamente sensibles a los cambios medioambientales.
Las espectaculares corrientes de hielo no son el único espectáculo de la Antártida. El mapa de RADARSAT muestra que el continente está vivo. La costa está rodeada de cubitos de hielo que caen al mar y que se rompen, la capa de hielo se derrite y sale a la mar, los volcanes muestran la cabeza sobre la capa de hielo...
El mapa ofrece, por tanto, una nueva visión del continente meridional. Se trata de una nueva herramienta para los investigadores que, gracias a ella y a muchos otros datos, no sólo servirá para conocer mejor el mundo de la Antártida, sino para mostrar cómo los seres humanos podemos cambiar ese mundo o cómo tal vez lo estemos cambiando, tanto a nivel local como global.