Recubrimientos metálicos (II): residuos y emisiones

Los recubrimientos electrolíticos producen diversos residuos y emisiones en sus procesos. En este capítulo se explica su origen, naturaleza y
tratamientos más adecuados.

Los residuos más importantes derivados de estos procesos son los baños agotados y los lodos galvánicos procedentes de la depuración de aguas contaminadas procedentes de procesos galvánicos.

Baños agotados

Los baños agotados más comunes son ácidos (decapados, activados, ...), básicos (desengrase, ...), con cromo hexavalente (pasivados, ...), cianurados (algunos desengrases, ...).

Los procesos galvánicos actuales permiten mantener los baños de proceso durante mucho tiempo. En algunos años, sin embargo, puede llegar a una impureza u otra concentración muy elevada, lo que obliga a cambiar el baño y a reformularlo. En consecuencia, se genera la concentración de electrolitos que deben ser eliminados como desechos. El electrolito contiene metales útiles en su interior y siempre que sea posible debe recurrirse a su recuperación. Si no es posible, deberá ser tratado mediante métodos físico-químicos, tanto en la propia empresa (si dispone de infraestructura para ello) como en el exterior (entregándolo a un gestor externo).

Existen otros baños agotados que difieren de los anteriores en los procesos galvánicos, sustancias extrañas en el proceso (grasas y aceites usados en el desengrase, metales en decapado y activado, etc.) derivados de su uso. Estas sustancias hacen inservible el baño, lo que obliga a crear un baño nuevo. Estos baños agotados deberán ser tratados en las instalaciones de depuración propias de la empresa, y en ausencia de infraestructura deberán ser puestos a disposición de un gestor externo.

Aguas residuales de limpieza y lodos

Sin excepción, las emisiones más importantes que se generan en los procesos de recubrimientos electrolíticos son las aguas residuales generadas por la limpieza posterior a la actividad. Un gran derroche de agua de limpieza suele ser inútil y además las aguas residuales son altamente tóxicas. Esta toxicidad obliga a liberar las aguas de los tóxicos pasando posteriormente por los procesos de sedimentación y decantación.

Los lodos procedentes de la depuración tienen casi tanta importancia como los baños agotados en cuanto a su toxicidad y cantidad. Estos lodos se gestionarán en función de los componentes que los contengan, recurriendo a la recuperación en caso de contener metales de alto valor añadido. Si las aguas residuales no han sido tratadas adecuadamente con anterioridad pueden tener efectos nocivos sobre la calidad de los lodos, como la aparición de trazas de compuestos problemáticos, la presencia de exceso de floculantes, el exceso de contenido en agua, etc. Esto, lógicamente, incrementará el coste de la gestión.

Regeneración de intercambiadores de iones

En muchas instalaciones galvánicas existe un intercambiador de iones como equipo auxiliar, tanto para la obtención de agua destilada a partir de agua bruta como para la limpieza con agua desionizada en circuito cerrado. En ambos casos las resinas captadoras de iones se saturan y deben regenerarse. La regeneración se realiza mediante soluciones ácidas y básicas, obteniéndose una resina activa dispuesta a reanudarse. Como residuo quedan los concentrados ácidos y básicos que contienen los iones extraídos, así como las aguas de lavado ácidas y básicas diluidas que contienen componentes similares a estos concentrados. Tanto unas como otras necesitan ser depuradas o gestionadas externamente.

Otros residuos

Además de los ya mencionados, existe otra serie de residuos a destacar. Entre ellos se encuentran los residuos procedentes del mantenimiento de los baños, tales como materiales filtrados, carbono activo contenido en compuestos orgánicos impregnado de electrolitos, residuos grasos procedentes de equipos de eliminación de aceites, etc. Los ánodos también producen los lodos que quedan en las bolsas anódicas. También son residuos las piezas que presentan un acabado incorrecto o caen en las cubas. Asimismo, los residuos de laboratorio (derivados de los análisis químicos que se llevan a cabo en el proceso galvánico), los envases y embalajes que han recogido materiales sucios y reactivos utilizados para la protección humana deben gestionarse como residuos. Estos residuos, por su diversidad, requieren un tratamiento específico, bien mediante su depuración in situ, bien mediante su entrega a un gestor externo.

Por último, las emisiones a la atmósfera no deben ser omitidas, ya que éstas proceden de los procesos de aspiración que se realizan en diferentes baños, entre los que destacan los aerosoles procedentes de baños de cromo duro. Normalmente estas emisiones se transfieren al exterior sin ningún tipo de tratamiento.

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