Un embrión, un embarazo

Rementeria Argote, Nagore

Elhuyar Zientziaren Komunikazioa

La fecundación in vitro es la mejor tasa de embarazo en las técnicas de reproducción asistida. Y ahora se enfrenta a un gran reto: conseguir el embarazo mediante la transferencia de un único embrión. Para ello es fundamental distinguir entre los embriones fecundados en el laboratorio el de mayor calidad.
Un embrión, un embarazo
01/04/2010 | Rementeria Argote, Nagore | Elhuyar Zientzia Komunikazioa
(Foto: © iStockphoto.com/Henrik 5000)

En el hospital Quirón de San Sebastián, la doctora Miren Mandiola se encuentra ante nueve embriones. Son embriones que sobreviven después de tres días. Una mujer que no podía tener hijos fue extirpada de quince obocitos tras estimular a sus ovarios con hormonas. Mandiola introdujo un espermatozoide a cada ovocito mediante microinyección. Pues nueve de esos quince embriones han avanzado. Y ahora tiene que elegir tres de esos nueve para imponerse a la mujer. No es una decisión cualquiera, ya que la probabilidad de conseguir el embarazo depende de la calidad del embrión.

Mandiola selecciona embriones teniendo en cuenta varias características: "Elegimos según criterios morfológicos". Un criterio es la velocidad de crecimiento: "el ovocito fecundado con el espermatozoide debe tener cuatro células a las 48 horas, ese es el estadio perfecto y a las 72 horas el estadio perfecto es de ocho células". Hacen una especie de puntuación para medir la calidad morfológica. "Existen una serie de características morfológicas que indican una buena o mala evolución del embrión. Si tiene más o menos células de las necesarias, no es adecuado; si las células no son del mismo tamaño, ni siquiera tiene partes de detritos. Se eligen dos o tres embriones con mayor puntuación, entendiendo que son los de mayor capacidad de adherencia al útero".

Pero los embriones de buen aspecto no tienen por qué ser sanos. "Transferimos muchos embriones de buen aspecto, pero proporcionalmente quedan muy pocas mujeres embarazadas", explica Mandiola. Algunos de estos embriones pueden sufrir mutaciones en genes o aneuploidías, es decir, un número anormal de cromosomas. En muchos casos los embriones no se pegan o producen aborto en menos de tres meses. La única manera de descartar estos embriones es en la actualidad realizar un diagnóstico genético, el Diagnóstico Genético Preimplantacional (DGP).

Pero el diagnóstico genético no siempre se realiza en casos concretos. Por ejemplo, en familias con una enfermedad genética grave, para elegir embriones sin enfermedad. Enfermedad de Huntington, fibrosis quística o distrofia muscular de Steinert, por ejemplo. El DGP también se realiza cuando la mujer ha sufrido abortos reiterados, ya que el origen de los abortos puede estar en la cantidad o estructura anormal de los cromosomas de los embriones.

El DGP consiste en la extracción de una célula al embrión, por lo que se trata de una técnica invasiva. "Manipular el embrión no es bueno, claro", cuenta Mandiola, "cuanto menos toque, mejor, más viable será. Sin embargo, las técnicas utilizadas para la elaboración del DGP suelen ser las que permiten al embrión avanzar con una buena capacidad de desarrollo. Por ello, el DGP debe realizarse en el estadio adecuado del embrión, con entre 6 y 8 células. De esta forma el embrión es capaz de seguir creciendo, aunque haga un agujero y extraiga una de las células".

Miren Mandiola metiendo los embriones en la incubadora. Mandiola es directora del laboratorio de Reproducción Asistida y Genética del Hospital Quirón de Donostia. Ed. : Nagore Rementeria.

En la correa de embriones

Los embriólogos agradecerían una técnica rápida, sencilla y no invasiva que les ayudaría a elegir embriones sanos. Pero hoy en día no hay. Embryomics se esfuerzan en ello analizando los metabolitos del medio de cultivo embrionario para obtener información sobre la salud de los embriones. Esta investigación pertenece al ámbito de la metabolómica. Para Francisco Dominguez, de Embryomics, "la metabolómica llega a proporcionar a los embriólogos y ginecólogos información bioquímica que les ayude en la elección de embriones".

Los metabolitos son las moléculas que aparecen en el metabolismo del embrión, que los coge del medio de alimentación de los embriones, o que los elimina como residuos. La glucosa, el piruvato, la lactosa, por ejemplo, son metabolitos.

Embryomics nace en el contexto de la fecundación asistida en la Fundación IVI de Valencia. Se trataba de un proyecto de investigación en origen que, a la vista de su éxito, se trasladaron a la Biokabia del Parque Tecnológico de Bizkaia, centro de creación de empresas de biotecnología. Exploran los medios de crecimiento de los embriones fabricados por DGP de Embryomics. De esta forma pueden equiparar el estudio metabolómico del medio con el resultado del DGP, es decir, comparan los perfiles de metabolitos de embriones normales y anormales.

El medio en el que el embrión ha estado creciendo es recogido en este tipo de tuberías. Ed. : Zaloa Larreategui/IVI.

En palabras de Domínguez, "los embriones y normales con muchas anomalías cromosómicas se distinguen al 100% según el perfil de los metabolitos. En otros casos la separación es menos clara, por ejemplo, cuando hay una sola monosomía --en lugar de un par de cromosomas - hay un único cromosoma - es más difícil encontrar diferencias, ya que está más cerca del embrión normal, pero también se distinguen en estos casos".

Para llevar a cabo esta separación se analizan más de mil metabolitos. "Son muestras muy complejas, el metabolismo tiene muchos metabolitos y nosotros analizamos al máximo", explica Domínguez. "Conocemos algunos de estos metabolitos, pero la mayoría los tenemos sin identificar, simplemente los diferenciamos por masa y tiempo de retención". Utilizan resonancia magnética de análisis y espectroscopia de masas. Estas técnicas permiten medir concentraciones muy pequeñas. Pero el equipo es muy caro y hace falta gente formada. Por eso, Embryomics trabaja junto a Owl Genomics, que aporta recursos técnicos y su experiencia en metabolómica. Este centro también se encuentra en el Parque Tecnológico de Bizkaia.

Un proyecto, de momento

Domínguez espera que los resultados estén publicados para finales de año, pero quiere dejar claro: "es un proyecto y por el momento estamos en fase de investigación, pero estamos desarrollando el producto y al menos inicialmente lo vamos a ofrecer a las clínicas IVI". La oferta será un servicio. En el laboratorio se recogerán los medios cultivados por el embrión (gotitas de unos 40 microlitros) y se enviarán a Embryomics, obteniendo el resultado en 24 horas. Esto permitirá al embriólogo diferenciar mejor los embriones normales de los no normales.

Francisco Domínguez es el director científico de Embryomics. Se trata de una nueva empresa que espera publicar los primeros resultados de la investigación antes de fin de año. Ed. : Monika del Valle/ARGAZKI PRESS.

Será una herramienta más para el embriólogo. Según Mandiola, "probablemente dentro de unos años la metabolómica tendrá una aplicación clínica clara. Pero todavía está un poco verde. Y además, la metabolómica dirá qué embrión se adherirá más fácilmente desde un punto de vista cromosómico. Servirá para casos normales, para fecundaciones in vitro convencionales. Pero no para sustituir el DGP. En el DGP tienes que tener claro qué buscas".

Esther Fernández coincide con Mandiola. Este embriólogo, uno de los pioneros en la elaboración de DGP en España, considera que la metabolómica puede tener muchas aplicaciones en la embriología humana, pero no será en absoluto sustituto del DGP. Explica que, entre otras cosas, "el Diagnóstico Genético Preimplantacional (DGP) se utiliza en embriones de parejas portadoras de una enfermedad grave, así como en el diagnóstico de determinadas enfermedades genéticas o alteraciones cromosómicas –ambos hereditarios-. Y ese DGP nunca podrá ser sustituido por la metabolómica".

No obstante, Fernández ve a la metabolómica un papel importante en uno de los grandes retos de la embriología: la transferencia de un único embrión. Cuando el embriólogo está a punto de elegir entre varios embriones, además de la puntuación morfológica, tendría otro dato para elegir la mejor opción.

Sin embargo, en la actualidad, tal y como explica Mandiola, el número de embarazos es bajo, comparado con el número de embriones que se implantan (40%-50%), por lo que se transfieren a la madre dos o tres embriones en cada ciclo, siempre que sea posible. Esto supone un riesgo de embarazos múltiples, y el embarazo de gemelos --y sobre todo de trillizos - es un riesgo inherente tanto para la madre como para los niños. Por ello, lo ideal sería transferir un único embrión, para lo que se requiere mucha seguridad de que ese embrión avanza. En eso consiste, por tanto, el gran reto de la metabolómica: ser una herramienta para elegir el embrión más viable.

Para el diagnóstico genético se extrae al embrión una célula durante la fase de blastocito. Ed. : © iStockphoto.com/Raulov.

La ecuación de un embrión igual a un embarazo, por el momento, está lejos de la realidad. En el laboratorio, Mandiola ha seleccionado los tres mejores de los nueve embriones y, en el quirófano, los han transferido a la mujer. Sólo queda esperar a que alguno de ellos se pegue ahora.

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