La ecología, además de ser un tema socialmente discutido, es también una ciencia, es decir, los científicos realizan hipótesis y las someten a la experimentación, asumiendo así las hipótesis como buenas o malas. En definitiva, con estas hipótesis se pretende desarrollar una teoría general que explique las relaciones entre los seres vivos. En este punto la ecología se acerca a la filosofía (estas teorías quieren explicar la vida).
Por eso en este artículo analizaremos los trabajos de los que se dedican a los bosques. En primer lugar, el ecologista plantea algunas preguntas en su interior, y si vamos a los montes de Euskal Herria la pregunta más importante es: ¿Por qué donde hay ROBLEDAL no se crea el HAYEDO? y viceversa, donde está el HAYEDO desarrollando el ROBLEDAL. Probablemente hay un problema de competencia, es decir, cuando en la zona en la que se encuentra el robledal, el haya y el roble empiezan juntos, el roble es el que gana la competencia. Es una competición en la que uno destruye al otro y en la que ambas especies juegan una vida. En el hayedo compite el hayedo con el roble. Todo está permitido en esta competencia (robar la luz, robar sales minerales, matar con hambre los arbustos...). Este es el panorama.
En el bosque hay una gran guerra. Viendo esto, los ecologistas empiezan a reflexionar y a dar vueltas. También surgen hipótesis: la competencia se produce en el suelo o, más concretamente, en el suelo. Por lo tanto, nuestro ecológico va con una pala al monte, al bosque, para tomar muestras de tierra. Los coge y los lleva al laboratorio. El muestreo se ha realizado en dos tipos de bosques y el análisis de laboratorio ha indicado a nuestro ecológico que todas las muestras del suelo son similares. Su hipótesis ha ido a la deriva: el suelo no es la razón para ganar unos (robles) u otros (hayas).
Una vez más se ha tratado de demostrar otra hipótesis. Las condiciones físicas del medio ambiente pueden condicionar la distribución de ambos bosques. Y sí, parece que la altura respecto al mar separa perfectamente ambos tipos de bosques. Pero... ¿qué influencia tiene la altura en la fisiología de estas dos especies?. La altura probablemente condicionará la temperatura y la iluminación, lo que condicionará la fisiología de los árboles y su distribución. El ecologista debe confirmar esto, tiene una nueva hipótesis de trabajo. La mejor manera es traer los árboles al laboratorio y en él controlando la temperatura y la luz e introduciendo variaciones en estas variables aceptar o anular su hipótesis. Pero... no podemos entrar en el laboratorio.
Por tanto, llevaremos el “laboratorio” al bosque, o mejor dicho, las herramientas de medición. Y cuando el utillaje esté situado en el bosque, llamaremos al conjunto Estación Experimental. Pero, ¿cómo y dónde organizará nuestro ecológico las estaciones experimentales?
... Para empezar, irá al bosque y deberá encontrar dos modelos o tipos forestales. No te lo pienses
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La mayor parte de los bosques de Euskal Herria han sufrido la influencia humana y, si es posible, los bosques “naturales” son los más útiles para el ecológico. El lugar de ubicación de las estaciones, siempre que sea posible, deberá ser el mismo para todas las demás variables (piedra original, pendiente, orientación, etc.) y la variable será única, es decir, la especie arbórea.
Esto es casi imposible. Una vez localizadas estas dos áreas tipo, instalará sus herramientas y artefactos. Le interesa medir las temperaturas del suelo, pero tendrá un gran obstáculo; los termómetros de mercurio no pueden medirlas en el subsuelo. Para solucionar este problema, nuestro ecologista también debe conocer la electrónica. Deberá utilizar termómetros electrónicos. En las tiendas no se venden y él tendrá que construirlas. Estos termómetros permiten el paso de más electrones a medida que se hace más caliente. Nuestro ecólogo, por tanto, medirá cuántos electrones deja pasar. También se deben estudiar las temperaturas en el aire, siendo las más importantes las máximas y las mínimas. Estos se pueden medir con un termómetro de mercurio.
La luz también es muy importante para los árboles, ya que es la fuente de energía de la vida. Gracias a la luz, la planta produce su gas CO2, procedente de agua y sales minerales. Aquí también nuestro ecólogo controlará la luz, pero ¿qué luz?. ¿Aquel que llega al bosque, es decir, que llega a la cima de los árboles o que entra por él?. Lo biológicamente más interesante es conocer la cantidad de luz que permite introducir los bosques y el grado de aprovechamiento de los mismos. El fotómetro los colocará en el extremo del árbol, dentro del bosque y entre ambos. De este modo, podrá conocer la proporción que queda en el bosque de la luz que llega en ambos tipos de bosques.
Otro problema es detectar si el bosque vive bien o mal. ¿Y cómo se consigue?. Para ello se colocan redes sobre el terreno y podremos calcular el número de frutos, hojas y flores que produce el árbol. Lo más importante son las hojas, ya que en las hojas hay clorofila y son los principales productores. Si un bosque desprende muchas hojas, significa que la capacidad de producción de este bosque es mayor que la de otro con menos hojas.
El ecológico también mide la biomasa existente. ¿Y para qué?. La biomasa es un parámetro muy importante para los ecologistas, ya que permite conocer la salud de este ecosistema.
Y quizás el factor más importante sea el agua. El agua es lo que permite la vida. Las plantas lo saben perfectamente, y nuestro ecologista, sabiendo eso, se dirigirá al bosque para controlar el agua. Quiere saber cuánto llega al bosque, cuánto queda en la superficie de las hojas, cuánto baja de la superficie del tronco, cuánto se vierte por la ladera, cuánto se pierde por el suelo. Y todo ello con otros tantos artilugios como lisimetros, pluviometros, etc. Posteriormente tomará muestras de agua y las analizará químicamente en el laboratorio. De este modo podrá conocer la cantidad de alimentos necesarios para los árboles, así como su movimiento en el sistema suelo-aire. Es decir, conocerá el ciclo de nutrientes y así predecir el desarrollo del bosque a largo plazo.
Y después de haber ido al monte a recopilar datos al menos durante un año, es posible que el ecólogo se acerque un poco más a las respuestas a esas preguntas iniciales.
Por último, queremos agradecer al Patronato Municipal de Albergues y Acampados de San Sebastián que nos ha permitido poner nuestras estaciones experimentales en los bosques.