Las orquídeas son las más bellas de las plantas. Al menos fascinan a los insectos. Uno de los pétalos de la flor ha sido completamente distorsionado y gracias a esta evolución, a pesar de tratarse de plantas, tienen formas típicas del reino animal. Varias orquídeas realizan imitaciones de insectos hembras en estado de despreocupación, imitación casi perfecta. ¿Y qué insectos no se agudizan después de recibir una invitación al sexo?
Sin embargo, detrás de estas invitaciones hay fraude. El insecto macho, cuando se acerca a cubrir a la hembra, percibe algo raro. ¡No hay forma de cubrir esa hembra! ¡Inténtalo e inténtalo, pero no! Arrebatado, va en busca de una hembra real, ya que se ha dado cuenta de que esas alegrías orquídeas le han vuelto a meter el pelo.
La orquídea, sin embargo, no tiene motivo de preocupación. A pesar de que esta vez le ha mentido, sabe que la próxima vez el insecto inocente volverá a caer en su red por el deseo sexual.
Debido a esta sorprendente transformación del pétalo, los botánicos afirman que las orquídeas están en la cima de la evolución vegetal. Las plantas, en general, utilizan colores y olores para atraer insectos y asegurar la polinización. Pero no hay quien haya desarrollado estrategias tan complejas como las orquídeas, que han tenido que hacer grandes imitaciones para atraer por sexo.
El biólogo Javier Benito Ayuso ha investigado durante muchos años a las orquídeas, y a pesar de que sus flores todavía le sorprenden, tiene una cosa clara: “la complejidad no significa necesariamente un éxito evolutivo. Hay plantas y animales primitivos que durante millones de años no han alterado su aspecto, precisamente por su sencillez y adaptación al entorno, sin necesidad de cambio.”
Sin embargo, nadie cuestiona el éxito de las orquídeas. Alrededor de 30.000 especies de orquídeas se conocen en el mundo. Se trata de una familia que alberga la mayor parte de las especies vegetales. Los polos y desiertos son las únicas zonas del planeta en las que no crecen orquídeas.
En el País Vasco hay más de ochenta especies. Habitan sobre todo en terrenos calizos, muy frecuentes aquí. Por lo tanto, muchas orquídeas son comunes en cualquier margen de vía, en cualquier campo. Eso sí, son de tamaño reducido, no tan grandes como los de las zonas tropicales. En opinión de Benito, precisamente esa pequeñez les da un encanto especial. Los expertos son conscientes de ello y algunas orquídeas han sido protegidas para que no sean atendidas por la gente.
La antigüedad de las orquídeas también ha suscitado un intenso debate entre los científicos. Durante muchos años se ha considerado que al haber conseguido estructuras tan complejas es de esperar que sean de las más recientes entre todas las plantas. “Ahora no está tan claro –dice Benito–. Algunos botánicos creen que no. De hecho, el registro fósil de las orquídeas es muy pequeño, y se corresponden con ejemplares no muy antiguos, pero es posible que posteriormente aparezcan fósiles más antiguos. De momento se cree que las orquídeas más antiguas tienen unos 20 millones de años.”
A pesar de haber desarrollado estrategias extremadamente complejas para la polinización, las orquídeas de aquí tienen una gran debilidad: viven bajo el dominio de un hongo que habita en la tierra. Para poder germinar necesitan su ayuda; si no se encuentra el hongo, las semillas de la orquídea no podrán germinar. De hecho, se trata de semillas muy especiales, prácticamente sin alimento de reserva, que se ven obligadas a suministrar hongos a la recién nacida glucosa.
Es un fenómeno muy raro, ya que el resto de plantas no tienen este tipo de limitaciones. Normalmente cada semilla tiene suficiente alimento para germinar la nueva planta y alimentarse hasta su desarrollo inicial. Las semillas de las orquídeas, sin embargo, sólo contienen el embrión y la superficie que la rodea.
Esta dependencia del hongo limita en cierta medida la extensión de las plantas, generando cada año miles de semillas para hacer frente al problema.
La orquídea Ophrys speculum imita con gran precisión a la abeja hembra con su pelo. Los científicos han visto que tiene la misma estructura molecular que los pelitos de las abejas. Y por poco, la flor huele a hormonas sexuales de las abejas. Con todos estos trucos engaña fácilmente a la abeja macho y, como si fuera real, trata de taparla. Muchas veces el esperma llega incluso a verter sobre la flor.
Pronto se da cuenta de que le han rociado y se va, pero para entonces el polen que la orquídea ha dejado en un lugar estratégico se le ha pegado en el respaldo. Y la flor conseguirá lo que quería: la polinización.
Algunas abejas son totalmente promiscuas y florecen por detrás de una hembra real. A la venta vuelven a casa con el respaldo lleno de polen al final del día.
No todas las orquídeas utilizan el sexo para atraer insectos, el alimento también sirve. La gymnadenia conopsea conserva el néctar en el órgano alargado llamado ezproi, pero sólo debajo. Así asegura que sólo las mariposas tomarán néctar con su lengüeta larga y enrollada.
Hay especies tranpatías, orquídeas con espolón vacío. El olor a néctar de las células internas hace que los insectos se acerquen exactamente igual. El polen queda pegado al cuerpo. ¡Eso sí, no hay rastro de néctar!
El género Serapias ha desarrollado una curiosa estrategia: actúa como refugio de insectos. Con la flor crea una especie de tubo, y cuando hace frío, las pequeñas abejas entran para pasar la noche, a la mañana siguiente, hasta que salen con el sol. La abeja de la foto acaba el día con la cabeza llena de polen de orquídeas.
Hombres en miniatura
Esta increíble transformación de las orquídeas en el labelo ha dado lugar a muchas formas extrañas. En algunos casos, el azar les ha dado la apariencia de seres humanos. Ejemplo de ello son los nombres de muchas orquídeas que crecen en Euskal Herria: Orchis purpurea, por ejemplo, recuerda a una niña con vestido (foto derecha). Se llama “Orquídea de Damas”. A Orchis militaris (a la izquierda), sin embargo, le han tomado forma de hombre y se conoce como “orquídea militar”. Orchis italica (en el centro) también parece un hombrecillo, pero a diferencia del anterior, antes Orchis longicruris subsp. longipenis, es decir, la “orquídea de patas y penes largos”.
El riojano Javier Benito Ayuso conoce perfectamente a las orquídeas de Euskal Herria. Ha estado muchas horas subiendo y bajando por el monte en su busca. Eso sí, con la cámara de fotos en el coco y siempre mirando al suelo, buscando las orquídeas más pequeñas y curiosas. De hecho, está realizando una tesis doctoral sobre orquídeas en la Península Ibérica.
¿Cómo empezó a investigar estas increíbles plantas?
Estudiando Biología, el tema preferido era Botánica y decidí investigar a la familia de las orquídeas. ¡Y es que son tan raros! Luego me di cuenta de que, por muy especiales que sean, se han investigado poco.
¿Qué es lo que más te ha costado fotografiar entre todas las orquídeas?
La especie Serapias perez chiscanoi ha sido probablemente la que más trabajo me ha dado para encontrar. He pasado mucho tiempo intentando sacarle la foto. Sin embargo, he encontrado varias orquídeas, pero todavía no he conseguido sacarme la foto que me llena.
Y en general, ¿cuál es la orquídeas más apreciada?
Yo creo que es la especie Cypripedium calceolus. De todas las orquídeas que crecen aquí es la de mayor flor, y su aspecto y color amarillo intenso son maravillosos. Y luego hay otras orquídeas que aprecian mucho por sus curiosas formas. Yo, en general, los más pequeños son los que más me gustan, entre ellos hay algunos que son auténticas filigranas en miniatura.