Tesoro de hace 15.500 años en Praile Aitz

Imaz Amiano, Eneko

Elhuyar Zientziaren Komunikazioa

Cinco collares decorados y una venus, que se ve a su lado, componen el equipo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi la parte más espectacular del tesoro descubierto en la cueva de Praile Aitz I. Todos ellos pertenecen a la Magdaleniense del Paleolítico Superior, hace unos 15.500 años. Nunca se ha encontrado en toda Europa. Por lo tanto, junto con Ekain y Leze Txiki, la pequeña cueva de Praile Aitz deberá incluirse entre los santuarios prehistóricos de Euskal Herria.
Tesoro de hace 15.500 años en Praile Aitz
01/11/2005 | Eneko Imaz Amiano Beñardo Kortabarria Olabarria | Elhuyar Zientzia Komunikazioa
(Foto: S. San José)

La palabra santuario viene perfectamente al yacimiento de la cueva de Praile Aitz I, que los arqueólogos de Aranzadi creen que era utilizado para los ritos. En palabras de Xabier Peñalver, jefe de la investigación, "Ekain, Altamira, etc. fueron el lugar de residencia de la gente, pero según las huellas, se puede decir que lo usaban para hacer ritos. Por eso es importante porque es diferente". Y es diferente tanto a nivel de Euskal Herria como a nivel europeo.

Han encontrado una Venus y los colgantes de cinco collares, 29 piezas en total, colocadas en espacios simétricos sobre un terreno empedrado intencionadamente y protegidas por una capa estalagmítica. Se han excavado más de 100 m 2 divididos en dos celdas.

Uno de los collares está hecho con dientes de cabra, con tres dientes. Los tres tienen dos agujeros para colgar con dos cordones o, uno de ellos, pintado de ocres, lo han encontrado en el paso entre dos habitaciones.

El resto de los cuatro collares estaban situados en la estancia interior y están construidos con colgantes de piedra. El tipo de roca utilizada es muy habitual en el entorno, por ejemplo en el río Deba. Sólo hay que elegir piedras lisas de forma adecuada. Son piedras negras o oscuras, muchas decoradas con grabados. Todos tienen un agujero para formar el collarín.

Son piedras agradables, tanto a la vista como al tacto. Peñalver también lo anunció en rueda de prensa para presentar el descubrimiento: "nosotros lo hemos confirmado, tienen un color muy agradable y un bonito brillo si lo mojamos con el sudor o el agua".

(1) Isturitze, Ekain, Praile Aitz, Altxerri, Santimamiñe, Azparte, Lumetxa, Bolinkoba, Ermittia, Arenaza, Urtiaga..; huesos, herramientas, pinturas; Homo sapiens sapiens . (2) Axlor, Lezetxiki (la huella humana más antigua del RD), Olha, Isturitze, Murba...; hacha de mano, láminas de roca, flechas...; Homo sapiens neanderthalensis. (3) Aizpitarte, Aitzabal, Arlanpe..; hachas de mano en piedra; Homo erectus .
(fuente: www.puntubi.com)

Uno de los collares de piedra tiene 14 ejemplares y una longitud aproximada de 1,5 metros. Todos los ejemplares han aparecido en el suelo a distancias simétricas. El resto de los collares tienen 6, 3 y 2 ejemplares.

Por último, se ha encontrado una roca en forma de venus, de 12 cm de longitud, que también tiene un orificio para ser utilizada como collar.

Además de los collares y el venus, los arqueólogos han encontrado fragua, sillín, hulla, aperos de sílex y huesos de cabra excavados, así como un asiento pulido frente al fuego.

Praile Aitz I

Los investigadores de Aranzadi comenzaron en el año 2000 a estudiar a Praile Aitz I, que se encuentra en una cantera en la que está trabajando. Según las excavaciones iniciales, la cueva parecía ser la residencia de un grupo de Cro-Magnon. De hecho, en la entrada de la cueva se encontraron un fogón, un sillín de piedra y restos de cabra preparado para comer o comer, además de las cuevas utilizadas como lugar de residencia.

Por ello, los investigadores concluyeron que sus seres vivos eran cazadores y que cazaban cabras. Por supuesto, una vez capturados, se comieron y se acumularon los restos en la parte delantera de la cueva. También se sabe que bajaban al río y se dirigían al mar debido a los restos de los esqueletos de los peces. En cualquier caso, la presencia de residuos industriales es prácticamente nula.

El collado más grande tiene 14 colgantes y el más pequeño es el de un solo grano. A la vista de este tipo de collares, se puede pensar que en Praile Aitz se vivió alguna de las fuerzas de los levantadores actuales.
R. Imaz

Los siguientes descubrimientos, obviamente, han modificado esas primeras convicciones y ahora, más que como lugar de residencia, lo consideran un lugar de encuentro y ritos. Pero no podemos decir qué tipo de ritos hacían. En otros yacimientos de la misma época han aparecido huesos que se han asociado a ritos de enterramiento, pero en la cueva de Praile Aitz I no hay ningún resto.

Según explica Peñalver, el descubrimiento es muy raro y singular y, además, "no está científicamente demostrado, pero estoy casi convencido de que todas son piezas elaboradas por una sola persona, ya que por su ubicación y motivos decorativos muestran una secuencia similar".

Los collares tienen marcas a ambos lados.
S. San José

Los investigadores desconocen el papel que desempeñaron los collares; para el arranque, para subrayar la jerarquía, el simple adorno. Carecían, al menos, de una función de utillaje; pueden ser consideradas obras de arte o piezas con funciones sociales o espirituales. "Es posible que se trate de un espacio asociado a una persona con actividades o capacidades especiales entre los vecinos."

Sin embargo, en cuanto al uso posterior de la cueva de Praile Aitz I, las huellas siguen siendo escasas pero singulares. Así, a finales de la Magdaleniense y en los niveles de la Epipaleolítica se han encontrado bastones de mando, más de 200 caracoles marinos que no se comieron, fogón sin restos de fauna, quizás de uso ritual, y otros muchos restos más.

(Foto: Sociedad de Ciencias Aranzadi)

Entorno vivo

Praile está situado entre Deba y Mendaro, en una zona de pendiente muy difícil acceso. En esta zona se han encontrado numerosas cuevas con restos del Paleolítico Superior. En la misma ladera existía otra cueva llamada Praile Aitz II que desapareció como consecuencia de las obras de una cantera. Si los árboles no lo evitasen, desde Praile Aitze se verían las cuevas de Ermittia, Iruroin y Langatxo.

Barandiarán y Aranzadi analizaron la cueva de Ermittia entre 1924 y 1926 y recuperaron un material muy importante. Iruroin y Langatxo se excavaron en los años 90, como Praile Aitz II. Este tipo de congestión indica que el Bajo Deba fue muy apreciado por los humanos del Paleolítico Superior.

Sala principal de la cueva de Praile Aitz I. La Sociedad de Ciencias Aranzadi ha investigado en detalle la cueva en busca de restos.
S. San José

Hay que tener en cuenta que el período de Madeleine coincidió con el de la última glaciación, y que en aquella época ni siquiera quitaba la nieve en lugares superiores a 1.000-1.500 metros. Por lo tanto, Cro-Magnon buscaba valles que ofrecían protección, a poca altitud y cerca del mar.

En palabras de Peñalver, "ser un conjunto de este tipo de yacimientos es el verdadero tesoro, porque nos ayuda a tener una cierta visión global". Y es que la intención de los investigadores va más allá de encontrar herramientas y materiales sorprendentes, sobre todo quieren saber cómo era y cómo vivían los que vivían hace miles de años.

En la actualidad, los trabajos de campo de la cueva de Praile Aitz I están paralizados, pero las muestras e información recopiladas se están analizando para elaborar la memoria final.

Magdaleniense
Se trata de la tercera y última cultura del Paleolítico Superior, que duró desde hace 16.000 años hasta cerca de 9.500 años y que ha tomado el nombre de la cueva de La Madeleine de Dordogna.
En el Paleolítico Superior los seres humanos ya pertenecían a la especie Homo sapiens sapiens, la cultura Cro-Magnon. Durante la Magdaleniense se proliferan los utensilios de hueso y se desarrolla el arte rupestre: útiles de piedra, arpones, anzuelos de pesca, colgantes de hueso o de concha, agujas de hueso, pequeñas esculturas de piedra y hueso, bastones de mando, venusas, etc.
En las paredes de las cuevas también se hacían pinturas y en la época de Madeleine se empezaron a utilizar los colores. En el País Vasco existen numerosos vestigios y obras de arte de aquella época.
Eneko Imaz Amiano Beñardo Kortabarria Olabarria
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2005
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