En una constante evolución entre el depredador y el presa, algunas especies han desarrollado vías para expresar su desagrado alimentario. Muchos insectos acumulan sustancias químicas en sus cuerpos para ello. Otros, cuando son atacados, segregan sustancias similares de las glándulas especiales. A veces el insecto sintetiza estas sustancias engañosas. A menudo los insectos los obtiene de las plantas que come.
Otros insectos, como las abejas, avispas y avispas, debido a sus dolorosas puyas, no gustan tanto a los depredadores. Las defensas químicas no son sólo cuestión de insectos: los sapos tropicales y otros tipos de sapos producen las toxinas biológicas más potentes conocidas. Dosis muy pequeñas detienen el corazón de la presa, lo paralizan o en pocos segundos se forman partes de su sistema nervioso de gran importancia.
Algunas presas venenosas son difíciles de ver. El extremo Sits, por ejemplo ( Phalera bucepala ), es difícil de ver: la rama del abedul se camufla para imitar.
Lo que nos sorprende es que la mayoría de las presas nocivas, sin ser difíciles de ver, intenten hacerse lo más visible posible. Rayas de vivos colores y punto rojo, amarillo, blanco, púrpura y negro, brillantes y con una trayectoria espectacular. Es lo que se conoce como coloración aposemática o fenómeno de aviso. Según Darwin, si los insectos de mal sabor pasan de tener un aspecto oscuro a una coloración brillante, los depredadores sin experiencia podrían ver a estos mutantes y comer más a menudo.
Parece que el fenómeno de la advertencia debe fracasar como estrategia defensiva.
Este tipo de coloración ha evolucionado en muchas especies diferentes. Por tanto, debe tener alguna ventaja que compense su grado de desprotección. Desde la época de Darwin se han dado muchas respuestas posibles, pero parece que en la actualidad se están dando pasos para elegir las correctas.
El naturalista Alfred Russel Wallace pensó que quizá un depredador podía aprender mucho más fácilmente a evitarle una presa venenosa si la materia nociva estaba relacionada con los vivos colores. Si tocas una luz roja intermitente y recibes una descarga eléctrica, tal vez la recuerdes tocando esa experiencia (la misma descarga) en un disco gris oscuro mucho mejor que si la recoges.
Aparte de lo que decía Wallace, hay otra hipótesis alternativa. Un depredador sin experiencia puede atacar al depredador de vivos colores mucho más a menudo que al de colores oscuros, y así aprender más rápido a descartar el de primera clase. Según este argumento, los depredadores aprenden más rápido a descartar presas de vivos colores. No porque cada experiencia sea más eficaz, sino porque esas experiencias se producen en un corto espacio de tiempo.
En la Universidad de Sussex, Paul Harvey y sus compañeros colocaron los pollos en un cierre y les echaron trozos de comida de mal sabor. Los investigadores teñieron la mitad de la comida con los mismos colores que el pavimento, haciéndolo casi invisible. La otra mitad de la comida contrastaba con el pavimento, haciéndolo así visible. Al comienzo de una prueba, los chites comieron más de la comida visible. Pronto aprendieron a no picotar este tipo de comida.
Por el contrario, al principio rara vez comieron comida casi invisible. Pero gracias a su larga experiencia nunca aprendieron a desterrar la comida que no llamaba la atención. Con estos resultados llegamos a la conclusión de que con la administración de presas del mismo sabor, los chites (al empezar a alimentarse) aprenden más rápido y mejor a la hora de encontrar la presa nociva.
Aleatoriamente, este ensayo no niega la hipótesis alternativa, es decir, ayuda a aprender a descartar las coloraciones llamativas más rápidamente.
Para demostrarlo, los investigadores deben organizar las cosas para que, en un principio, un depredador sin escrúpulos pueda atacar a depredadores de colores llamativos en la misma proporción. Tim Roper y sus compañeros, después de varios intentos con los Chits, aprenden más rápido a descartar trozos de comida de mal sabor si la comida tiene un color intenso. Además, los pollos recuerdan con comida de vivos colores durante más tiempo. Parece que Wallace tenía razón.
La coloración puede influir en el tiempo que las aves necesitan para aprender a rechazar la comida desagradable y en el tiempo que recuerdan ese picoteo.
Esta coloración puede tener otras ventajas. John Turner, de la Universidad de Leeds, cree que la coloración llamativa no es importante porque convierte a la presa en llamativa, sino porque la hace diferente. Según él, esta innovación facilita al depredador asociar el aspecto de la presa con elementos nocivos. Hay al menos dos razones que impulsan esta idea: es más fácil aprender un estímulo llamativo, lo que hace que la presa aparezca como un elemento nuevo.
Hay que mencionar algo más para poner fin a este tema. Hay aves que no necesitan aprender a descartar insectos de colores llamativos. Son discriminados por sí mismos. Esto queda patente en los ensayos realizados por Werner Schuler y Elke Hesse en la Universidad de Götingen.
La presencia de líneas no aumenta la tendencia a la marginación espontánea de algunos.
¿Y por qué los insectos tienen una coloración llamativa rayada? Quizá las líneas actúen como camuflaje y coloración llamativa. Mirando más lejos, las rayas pueden borrar el contorno de la presa y hacerla difícil de ver (cebras, por ejemplo). Mirando de cerca, las líneas convierten a la presa en una forma visible.
La evolución del abandono espontáneo de las presas por parte de algunos depredadores marca los ensayos que se llevarán a cabo a partir de ahora en el caso de la brecha entre la presa y la presa. Los insectos de vivos colores pueden dejar de fluir toxinas o los insectos inocuos pueden protegerse a sí mismos adoptando una coloración brillante. Algunos depredadores han desarrollado vías para evitar las toxinas de algunos animales cambiando su fisiología o comportamiento. Por ejemplo, las colmenas evitan sus picaduras antes de comer abejas. Aquí la coloración llamativa no tiene ninguna ventaja, ya que esa coloración convierte a la presa en visible.
Los amantes de la naturaleza se han interesado durante siglos por la coloración de los animales. Los nuevos modelos de evolución han generado nuevas preguntas sobre los colores de los animales. La investigación sobre la coloración de los animales nos brinda el punto de encuentro entre ciencia y estética.