Visita a la refinería de Muskiz

Leturia Yurrita, Iñaki

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Ed. Ed. : Petronor

"Estás entrando en el polígono industrial" dice con letras mayúsculas el cartel situado a la entrada de la refinería de petróleo de Muskiz. Pero no es una industria cualquiera. Por un lado, porque es la única refinería existente en Euskal Herria. Y, por otro lado, no se retrasa en medida: refina 11 millones de toneladas de petróleo al año, tiene una superficie de 220 hectáreas y distribuye la totalidad de esta serie en tres municipios diferentes: Muskiz en sí, Zierbena y Abanto-Zierbena. El espacio industrial es tan amplio que es impensable moverse a pie en su interior. Bicicletas, coches y autobuses en línea suben y bajan las calles de la refinería como en una ciudad.

"¡Ojo! Entrarás en la zona de atmósferas explosivas", indica más abajo en el cartel de entrada. Por supuesto que no se puede fumar y hay que apagar los móviles. Otras refinerías las retiran. Utilizar calzado de seguridad, gafas y ropa ignífuga. "Trabajamos con hidrocarburos y no es normal, pero puede suceder que se acumulen los gases que fluyen", afirma Elias Unzueta, jefe de proceso de la refinería de Petronor. "Una chispa sería suficiente para provocar una explosión o un incendio". Por ello, llevar chaqueta que no acumule cargas estáticas o prohibir el uso de aparatos eléctricos. Todas estas medidas están establecidas por la normativa ATEX y se cumplen rigurosamente en toda la refinería. Todo lo que pueda ser una fuente de chispas --cable, interruptor, cuadro-eléctrico- está aislado. Si se utiliza el teléfono móvil se utilizará el que tiene las "tripas" aisladas en una caja, de medio kilo de peso.

Banco del petróleo

"En los bancos, como en la refinería, el petróleo va por los tubos, pero no lo vemos". Unzueta no ha mentido. Tubos por doquier, kilómetros y kilómetros, pero el petróleo no aparece en ninguna parte. La refinería está asociada a la terminal marítima y de ahí viene la materia prima negra. Allí llega por todo el mundo: Desde México, Rusia y el Golfo Pérsico. La refinería fue inaugurada en 1972 con el fin de producir el fuel necesario para la generación eléctrica de la central térmica de Santurtzi. La razón de su ubicación fue el mar. En el Cantábrico no hay tanta profundidad como en el puerto de Zierbena tan cerca de la costa. No es en vano el "superpuerto": Puede contener petroleros de hasta 500.000 toneladas de eslora y 50 de manga. Bajo el agua, altura de una casa de ocho plantas. Estos gigantes vacían petróleo a la refinería a través de cinco kilómetros y medio de oleaje.

Hoy en día el petróleo, sin embargo, prácticamente no sirve para nada sin refinarlo. Antiguamente los sumerianos utilizaban el asfalto de las calles, en Egipto se curtía el cuero y las culturas centroamericanas lo dibujaban con él. Marco Polo vio salir de una fuente de forma natural en el paraje actual de Azerbaidja y así lo recogió en sus crónicas. Parece ser que los chinos fueron los primeros en perforar y emerger la tierra. Llamaban Shiyou, el aceite de roca, y así lo bautizó el año más tarde el padre de la mineralogía Georg Bauer: petroleum, aceite procedente de la piedra, petróleo o harrollo.

Elías Unzueta, jefe de proceso de la refinería de Muskiz. Ed. Petronor

Cadenas fósiles

El petróleo llega desde el puerto hasta la refinería a 14 depósitos de color verde en la vuelta de una plaza de toros. Elías Unzueta ha saciado su curiosidad: "Cada una de ellas incluye 100.000 m 3". 100 millones de litros al contado. Pero no sólo el petróleo, sino también un poco de agua y aprovechando que el aceite se queda sobre el agua, sacan la impureza por la parte inferior.

Su origen se debe a que el petróleo es un combustible fósil: la materia orgánica se acumuló en grandes cantidades en el subsuelo hace millones de años y fue descompuesta por la presión y las altas temperaturas, convirtiéndose en aceite y gas. Es un elemento curioso. Se trata, por definición, de una mezcla de hidrocarburos, cadenas de carbono e hidrógeno, pero, más allá de la definición, la materia prima es extraordinariamente compleja. De hecho, una molécula simple como el metano con un solo átomo de carbono, así como moléculas pesadas con decenas o centenares de átomos de carbono, forman parte del mismo petróleo.

Entre otras, las moléculas de hidrocarburos más comunes que componen el petróleo son los alcanos o parafinas, los hidrocarburos más simples, con sólo enlaces simples y saturados de hidrógeno; los ciclocalcanos o naftanos, con una estructura anillada saturada; los hidrocarburos aromáticos, también anillados, pero no saturados; y los asfaltos, elementos complejos y pesados.

Todas estas moléculas vienen mezcladas en aceite negro. En negro, amarillento, verde, rojizo… porque el petróleo no siempre es negro. El color, así como la viscosidad, depende de la estructura molecular: las moléculas cada vez más grandes, el aceite será más oscuro y con muchas pequeñas moléculas el aceite volverá al amarillo. Unzueta en sus manos tiene un color marrón rojizo, casi negro. Maya (México) y ural (Rusia) son las combinaciones que se están estudiando hoy en el laboratorio. Sin embargo, no suele haber grandes necesidades de análisis, ya que una vez comprados se conocen las especificaciones del petróleo. La función del laboratorio es realizar el control de calidad del resultado del refino y el seguimiento de los procesos de trabajo.

Ed. Petronor

Cocer, trocear, batir

"La metáfora es buena para describir lo que hacemos en la refinería", reconoce Unzueta. La preparación del plato o platos comienza en la torre de destilación. Parece una nave espacial o, siguiendo con la metáfora, una olla a presión de 40 metros de altura. El petróleo entra en él a temperaturas superiores a 350 ºC y se produce un proceso de evaporación. Los productos más ligeros, las moléculas más pequeñas mencionadas anteriormente, suben a la cabecera de la torre y los más pesados quedan en el fondo. En este rango de altura existen otros muchos productos: los diferentes componentes del petróleo se condensan a diferentes temperaturas en función de su peso molecular. Algunas bandejas situadas en el interior de la torre recogen el resultado de esta condensación. A este proceso se le denomina también división del petróleo. Es decir, los gases --butano y propano-- (menos de 35ºC), naftas (entre 35ºC y 180ºC), queroseno (180ºC-25C), gasóleo (250ºC-350C) y fuelóleo y asfalto (superior a 350ºC).

Esta tecnología no es nueva, XIX. Tiene la misma base que la utilizada en el siglo XIX. El refino ha avanzado mucho. En la actualidad, para sacar el máximo partido al petróleo y producir los productos que demanda el mercado, son muchos los procesos que siguen a la primera destilación. Así, se dice que la refinería de Muskiz tiene un "esquema de conversión" porque tiene 21 unidades diferentes para transformar las fracciones de petróleo.

Por ejemplo, en el vacío se realiza una destilación adicional al fuel residual de la torre y al asfalto para obtener un mayor "zumo". Las naftas ligeras se utilizan en petroquímica y con pesadas se fabrica gasolina. En la unidad de reformado se mejora el octano de estas naftas, es decir, se modifica la forma de las moléculas: mediante la utilización de un catalizador que contiene platino, las moléculas de 6 o 7 átomos de carbono de longitud se convierten en anillos, ya que son mejores. Y así en el resto de unidades: soltar y atar cadenas para obtener materias primas petroquímicas, eliminar azufre, generar hidrógeno... el trabajo de refinería es la suma de mil pequeños trabajos, o menos, en términos cuantitativos. La generación anual de hidrógeno es de 36.000 toneladas. O más de 200.000 toneladas de azufre se quitan para que cumplan las normas.

Ed. Petronor

La unidad de reducción de URF o fuel va en la senda de mejorar el rendimiento: la torre de coque. En las nuevas instalaciones se transforman los componentes más pesados del petróleo, lo que se conoce como fondo de cuba, para elaborar productos más ligeros, más demandados en el mercado a partir del fuel: gases licuados (propano, butano), gasolinas y gasóleos. Esta transformación se basa en el proceso de "conversión" térmica del petróleo. Para ello se rompen moléculas de alto peso molecular a muy alta temperatura, unos 500ºC. Poniendo el resultado en cifras, el 45% de lo que salía de una cuba en 1972 era fuel, asfalto y coque y hoy es el 8%, es decir, el 92% es promesa como combustible o para petroquímica. O más: El residuo de la unidad URF, coque, producto final similar al carbón, es quemado por fábricas cementeras para generar energía.

Los árboles en el aire

La cantidad de energía necesaria para la destilación anual de 11 millones de toneladas de petróleo es elevada, y la gestión adecuada de esta energía es "de suma importancia", según Unzueta. "Con la cogeneración producimos casi 100 Mw utilizando el gas de refino y el gas natural adquirido, piénsalo: Garoña producía 70 Mw". Pero el consumo tampoco es despreciable, casi 65 Mw. Venden el resto del excedente eléctrico. Petronor ha puesto en marcha recientemente un proyecto de ahorro energético y reducción de emisiones de CO 2 debido a las exigencias medioambientales y a los costes económicos. "Queremos reducir las emisiones en un 15% o más durante los próximos 4-5 años: 300.000 toneladas menos de CO 2 en el aire, cantidad que absorbería un bosque del tamaño de la media Bizkaia", afirma Unzueta.

Puede que alguien, quizás algún vecino de Muskiz, prefiera ver esos árboles que las chimeneas de la fábrica. Pero vivimos en un mundo de sed de petróleo y, de momento, las refinerías son necesarias.

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