Algas

Las algas forman un conjunto variado de plantas que se desarrollan en las aguas de mares, ríos y lagos.

Se conocen algas de diversos colores y formas. Por ejemplo, la espirulina es muy pequeña (milimétrica) y de color azul, mientras que la laminaria mide unos dos metros y medio y es verde; el fucus es similar a la lámina de lechuga, pero más oscuro; el wing o grano y el salmón, por su forma, también se denominan espaguetis marinos; las algas rojas se utilizan para producir agar-agar adicional (este aditivo se utiliza como espesador y emulgente).

(Foto: R. Imaz Amiano).

En los países occidentales no existe la costumbre de utilizar las algas como alimento. Sin embargo, algunos científicos consideran que es una buena oportunidad para solucionar el hambre que sufre una parte importante de la humanidad. Y es que tres cuartas partes de la Tierra es agua, por lo que el cultivo controlado de estas plantas es relativamente fácil y, además, son los vegetales más autónomos, ya que no necesitan riego, fertilizantes y pesticidas. Además, tienen muchas propiedades nutritivas, entre ellas:

  • Hidratos de carbono: la mayoría no pueden digerirse (goma y mucílagos), por lo que son muy eficaces como laxantes o laxantes.
  • Grasa: no tienen grasa.
  • Proteínas: En general, las algas frescas tienen muy poca proteína (1,68 mg/100 g) y su calidad es baja. La única excepción es la espirulina, ya que una vez seca, el 70% de sus ingredientes son proteínas de buena calidad.
  • Sodio: 100-300 mg/100 g. Debido a su gran cantidad, CUIDADO si tiene problemas de hipertensión, en este caso no debe tomar algares.
  • Calcio: 168 mg/100 g. Cien ml de leche contiene 114 mg.
  • Hierro: La mayoría de las algas frescas contienen entre 2,5 y -3 mg de hierro por 100 g, tanto como las carnes rojas, a veces más.
  • Magnesio: 121 mg/100 g. Algo más de un tercio de lo que necesitamos cada día.
  • Yodo: De todos los alimentos, las algas son la fuente de yodo más abundante. La alga laminera secada tiene 62.400 g de yodo por cada 100 g, mil veces más yodo de lo que necesita una persona adulta cada día. El pescado también es una buena fuente de yodo, pero tiene entre 150 y 300 mg de yodo por 100 g. Por ello, las algas son muy recomendables en caso de bocio e hipotiroidismo. Por el mismo motivo, las personas con hipertiroidismo no pueden comer risas.
  • Vitaminas: Contienen las cantidades adecuadas de B1, B2, E y niacina, además de 180 g de ácido fólico por cada 100 g. Lo que necesita casi una persona adulta al día (200 g) y la mitad (400 g) de lo que necesita la mujer embarazada. Contienen ácido fólico y hierro, por lo que las algas son recomendables en caso de anemia.

Las algas se cuecen durante 20-30 minutos y se añaden a los arroces, pastas y legumbres como cualquier otra verdura. También se pueden preparar en tortilla, fritos y empanadas. Hay tantas opciones como quieras. Eso sí, utiliza cantidades muy pequeñas. De hecho, normalmente se venden por deshidratación y adquieren un gran volumen durante la cocción. No echar sal al cocer, ya que son abundantes.

Cuidado con problemas de hipertensión o hipertiroidismo como se ha indicado anteriormente. Si no, se pueden tomar tranquilos y son una buena oportunidad para hacer algunos cambios en la dieta y disfrutar de los nuevos sabores.

Yodo

Nuestro cuerpo contiene aproximadamente 20-30 mg de yodo, de los que el 75% corresponde a la glándula tiroides. El 25% restante se distribuye por todo el cuerpo, especialmente en la mucosa gástrica y la sangre.

La mayor parte del yodo se acumula, por tanto, en la glándula tiroides, donde participa en la producción de triidotironina (T3) y tiroxina (T4). Estas hormonas participan, entre otras cosas, en la regulación del metabolismo. Si el yodo en nuestro cuerpo está a un nivel adecuado, la producción de estas hormonas será adecuada y se regulará bien el metabolismo. Sin embargo, si tenemos menos yodo de los necesarios, produciremos menos hormonas de las necesarias, lo que se llama hipotiroidismo. Todas las reacciones corporales de los hipotiroidismo se producen muy lentamente y lentamente, el consumo energético es muy bajo y a menudo aparece un sobrepeso. Al mismo tiempo, un exceso de yodo en el cuerpo produce excesivos hormonas y acelera los procesos corporales, consume más energía y adelgaza. Esto es debido al hipertiroidismo.

Para poder realizar correctamente las funciones de las hormonas tiroides, todos los adolescentes y adultos debemos tomar 150 mg de yodo cada día. Las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia necesitan entre 25 y 50 mg más, mientras que los niños recién nacidos necesitan 40 mg hasta los seis meses, 50 mg hasta el año y a partir de ese año una media de 70-120 mg diarios.

El agua potable y los alimentos contienen cantidades muy diferentes de yodo. La comida con más yodo es el alga. A continuación se encuentran los pescados y mariscos de agua salada (mejillones, almejas...). Estos contienen entre 300 y 3.000 mg/kg y los de agua dulce entre 20 y 40 mg/kg. La cantidad de yodo de carnes, huevos y productos lácteos depende del tipo de alimentación del animal. Si a estos animales se les suministran piensos con alto contenido en yodo, su carne, sus huevos y sus derivados lácteos también serán ricos en yodo. Sin embargo, en realidad no son fuentes de yodo muy abundantes.

En cuanto a las hortalizas y las frutas, las que se siembran junto al mar tienen mucho más yodo que las del interior, ya que estas tierras, así como el agua utilizada para el riego, tienen más yodo.

La falta muy grave de yodo provoca en algunos países subdesarrollados una enfermedad denominada bocio. Como consecuencia de esta enfermedad, la glándula tiroides del cuello se expande enormemente tratando de conseguir el escaso yodo que hay en el cuerpo. Si la mujer embarazada sufre esta grave falta de yodo, el bebé a punto de nacer puede sufrir un cretinismo: interrupción del desarrollo físico y mental, hipotiroidismo, baja altura...

En los países desarrollados no suele haber este tipo de carencias graves, pero se han encontrado niños que tienen el yodo por debajo del nivel necesario. Por ello, hace unos años los responsables sanitarios decidieron añadir yodo a la sal y hoy en día podemos encontrar sal yodada en cualquier tienda. Con esta sal basta con cocinar para no tener carencias.

Pero hay que tener cuidado: el exceso de yodo durante mucho tiempo puede tener el mismo efecto de carencia, es decir, puede provocar el bocio (aunque sea muy lento). Sin embargo, no te preocupes demasiado, ya que el problema actual no es exagerado y no se está consumiendo demasiado yodo cada día debido a la moderación de la sal yodada.

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