Ventajas e inconvenientes del funcionamiento propio de cada hemisferio cerebral
Está comiendo un pollito. En el suelo hay varios granos de cereales, dispersos por un área de piedras pequeñas. El cerebro de Chita tiene que hacer un pequeño esfuerzo para separar los granos de las piedras, pero no le resulta muy difícil. Sin embargo, no está tranquilo, siente a un depredador cerca y teme. Mientras busca ejemplares, está dispuesto a escapar a toda velocidad.
De hecho, no debería tener miedo al depredador, ya que está en un laboratorio de la Universidad de Nueva England, en Australia, en el centro de investigación de Comportamiento Animal y Neurociencias. Pero él no sabe qué es un centro de investigación y no sabe que no hay peligro. Por lo tanto, al comer el grano debe estar atento ante posibles depredadores. Tiene que hacer dos cosas al mismo tiempo.
Gracias a este tipo de experimentos, el neuropsicólogo Lesley Rogers de este centro realizó un sorprendente descubrimiento: el pollito espía mucho mejor que un depredador con un depredador a su izquierda. El ojo izquierdo es un buen vigía y el ojo derecho separa fácilmente los granos que hay en el suelo, pero en posición inversa, el pollito tiene más problemas.
Es decir, Rogers descubrió que el pollito usa diferentes hemisferios cerebrales. Los chites tienen lateralidad en el cerebro. Y no solo los chites. "Ocurre en muchas especies. Utilizan el hemisferio derecho para responder a la novedad y el izquierdo para clasificar los estímulos y seleccionarlos entre las opciones".
Según los expertos, esta lateralidad es imprescindible para poder hacer las dos cosas al mismo tiempo. Si el pollito tuviera cerebro simétrico, es decir, si lo que hace con el hemisferio izquierdo lo hiciera exactamente igual con el hemisferio derecho, no tendría la misma capacidad para hacer dos cosas al mismo tiempo. La asimetría es más compleja que la simetría y aporta ventajas al chit.
Sin embargo, la lateralidad del cerebro no aparece en todos los animales; en algunas especies, algunos ejemplares tienen el cerebro lateralizado y otros no. Por ello, los neuropsicólogos consideran que un cerebro asimétrico no sólo aporta ventajas, sino también desventajas.
En Italia, Marco Dadda y Angelo Bisazza de la Universidad de Padua han tratado de identificar las desventajas de la lateralidad en los peces tropicales Girardinus falcatus. Son peces pequeños, de unos pocos centímetros de longitud y, como muchos otros, tienen un ojo a cada lado del cuerpo.
Esta característica es importante ya que lo que ven con un ojo no lo ven con el otro. Y eso significa que la imagen que recibe un ojo es procesada por un único hemisferio del cerebro. El cerebro no confunde las imágenes.
Los investigadores de Padua han descubierto que la lateralidad es una desventaja cuando tienen que utilizar simultáneamente la información de ambos ojos. Por ejemplo, es posible que la imagen del depredador llegue al hemisfero con menor capacidad de escapar de los depredadores. En cambio, a los peces con cerebro simétrico les da igual de por dónde vienen los depredadores, el cerebro les responderá igual y a los que tienen lateralizados mejor que cuando les vengan por el lado peor.
En este caso, la complejidad cerebral supone una desventaja. Los investigadores de Padua escribieron Proceedings. En la revista especializada Biological Sciences.
Teniendo un ojo a un lado y otro a otro, el caso de los peces es muy claro. Ocurre lo mismo con los chites. Pero las desventajas de la lateralidad también se han encontrado en animales con los ojos delanteros. Los apoos, por ejemplo, escapan más fácilmente al depredador que viene por la izquierda que al que viene por la derecha. Sin embargo, en el caso del sapo (y otros muchos) las ventajas de la lateralidad compensan las desventajas.
Sin buscar ventajas ni desventajas concretas, hay otra manera de abordar este tema: buscar la lateralidad. En los últimos años los neurobiólogos están trabajando en ello. Buscan especies que han triunfado en la evolución gracias al cerebro lateralizado. Cuanto más pequeñas y sencillas sean las especies en las que se encuentra el cerebro asimétrico, más éxito ha tenido la lateralidad.
Pero la búsqueda de un comportamiento asimétrico de estas especies no es tan fácil. Es más fácil con los chites, los peces y los sapos, debido a la complejidad del cerebro y a su comportamiento más complejo. Pero los investigadores deben estudiar, por ejemplo, si las arañas y los insectos practican más fácilmente una actividad en su parte izquierda o derecha.
El equipo del investigador Pinar Letzkus, en la Universidad Nacional de Australia, encontró una manera de demostrar que las abejas tienen la lateralidad. Si una antena se moja en látex, la abeja no puede usarla y debe adaptarse a la otra. Gracias a ello, los investigadores descubrieron que la abeja tiene una gran capacidad de aprendizaje utilizando la antena de la derecha, pero que tiene escasa capacidad de aprendizaje con la izquierda.
Y el equipo de Lesley Rogers, en colaboración con el de Giorgio Vallortiga de la Universidad de Trento, llevó más adelante la investigación. "Hemos demostrado que las abejas utilizan las dos antenas para recordar los olores; nada más aprender a conocer el olor, lo recuerdan con el de la derecha, pero seis horas después utilizan la antena izquierda para recordar el olor", dice Rogers.
El equipo dirigido por el investigador Alberto Pascual, en el instituto IBIS de Sevilla, obtuvo un resultado similar con la mosca Drosophila melanogaster. La mayoría de las moscas tienen cerebro asimétrico, no tienen los dos hemisferios exactamente iguales. Pero en pocas moscas no hay diferencias. "Estos pocos ejemplares con cerebro simétrico no son capaces de fijar la memoria a largo plazo", explica Pascual. Ellos creen que la asimetría del cerebro es necesaria para poder fijar una memoria a largo plazo. Y disponer de esta memoria supone una ventaja evidente ante los cambios. "Sin memoria a largo plazo, ¡la mosca corre más peligro! ".
La asimetría cerebral se ha encontrado en moscas y abejas. Pero no está claro dónde está el límite de la lateralidad, es decir, a partir de qué especie comienza el cerebro asimétrico en la escala de la complejidad. Sin embargo, está muy claro que el cerebro más complejo de la naturaleza es el humano. Y que está lateralizado.
La idea más extendida sobre la lateralidad humana es que el hemisferio izquierdo es capaz de tratar conceptos analíticos, mientras que el derecho es el hemisferio sentimental. Pero la psicoeurología descubrió hace tiempo que eso no es así, sino que es como la lateralidad animal del ser humano. Parecido, pero más complejo, claro.
El hemisferio izquierdo realiza las tareas necesarias con una secuencia de pasos. Es el proceso de hablar, por ejemplo. El cerebro debe buscar palabras, aplicar las reglas de una gramática, completar la frase y decir la frase. Todo esto lo hace en ese orden, es una secuencia.
El hemisferio derecho, por su parte, realiza los trabajos a analizar en su conjunto. El ejemplo es el conocimiento de las caras. No se puede conocer el rostro de un amigo de una manera secuencial (primero los ojos, después las cejas, después la nariz, etc.), sino a través de un estudio de la cara entera.
Es el mismo caso que los pollos de gallina. Txita espía al depredador de una manera secuencial, analizando en todo momento la localización del depredador (con el hemisferio derecho). Pero debe analizar la integridad de una imagen (con el hemisferio izquierdo) para separar los granos de cereales de las piedras.
Al igual que a Chita, la lateralidad aporta importantes ventajas al ser humano. Además, en las capas exteriores del cerebro humano la lateralidad es mayor que en las interiores. Está claro que en estos niveles de complejidad las ventajas son mucho mayores que las desventajas. Pero, por otro lado, el ser humano es un animal, y no es de extrañar que en las características cerebrales se encuentren características animales. La lateralidad es una de estas características.