Aire más limpio por la salud

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

La Comisión Europea ha aprobado nuevas medidas para mejorar la calidad del aire. La Comisión espera que los países cumplan las nuevas medidas para 2030 y, con ello, prevengan las muertes prematuras por contaminación atmosférica. De hecho, según datos facilitados por el propio Parlamento Europeo, la contaminación del aire en la Unión Europea causa 300.000 muertes prematuras al año.

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Para la salud pública, la contaminación del aire es motivo de preocupación desde hace años, ya que es evidente que los contaminantes que respiramos tienen efectos directos e indirectos sobre la salud. La investigadora de salud pública Aitana Lertxundi Manterola, entre otros, se dedica a la investigación de estas conclusiones. Y, según él, las medidas siempre van detrás. “Sin embargo, las medidas que ahora se van a extremar afectan precisamente a los contaminantes que más daño hacen a la salud. De hecho, la mayoría de la gente vive en las ciudades y tiene como objetivo reducir a los agentes estresantes de las ciudades; en concreto, a los contaminantes del aire”.

Aitana Lertxundi Manterola. Investigador/a de salud pública
Nadia Arkarazo Arrizabalaga Responsable de la red de medición de la calidad del aire.

En Europa, la directiva de calidad del aire se estableció en 2008. Para responder al mismo es necesario realizar mediciones de diferentes contaminantes y en la Comunidad Autónoma del País Vasco la responsable de la red de medición de la calidad del aire es Nadia Arkarazo Arrizabalaga. Según ha explicado, en España es competencia de las comunidades autónomas velar por la calidad del aire: “Para ello, contamos con unas estaciones fijas en los países. En su interior, cuentan con examinadores o monitores de medida que miden la concentración del contaminante, que constantemente recogen y analizan muestras. Cada examinador está conectado en todo momento al terminal de recogida de datos que, cada cuarto de hora, calcula y recibe la media. Estos datos se transmiten de forma continua a la central de datos, se validan y se publican en la web de calidad del aire del Gobierno Vasco”.

Los principales contaminantes que miden son el dióxido de azufre (SO2), los óxidos de nitrógeno (NO y NO2), el ozono troposférico, el monóxido de carbono (CO), el benceno y las partículas en suspensión. Estos últimos son de los contaminantes más problemáticos y de diferentes tamaños. La legislación de calidad del aire contiene dos partes en función de su incidencia sobre la salud y el medio ambiente: PM10 (material particulado de diámetro inferior a 10 µm) y PM2,5 (inferior a 2,5 µm).

En cuanto a su origen, pueden ser de origen natural, como los aerosoles marinos, el mineral, el polen u otras sustancias orgánicas que emiten las plantas. Pero la mayoría son de origen antropogénico, es decir, debido a la actividad humana: tráfico, industria, construcción, calefacción doméstica… Por otro lado, pueden ser emitidas directamente (origen primario), como el humo de los motores diésel y las partículas emitidas por las fábricas de cemento y acero, o por transformaciones químicas derivadas de los precursores (nitratos y sulfatos) y condensaciones de compuestos orgánicos volátiles (origen secundario).

Tasa de mortalidad por partículas PM2,5 según la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA) (2024).

 

Directamente en salud

Es más difícil medir los efectos sobre la salud que recoger las concentraciones de contaminantes. “En cierta medida, todos somos arrendatarios de laboratorio”, ha dicho Lertxundi. De hecho, estas conclusiones se han ido conociendo con el paso del tiempo. “Al fin y al cabo, no se pueden hacer estudios experimentales con las personas para ver los efectos de los contaminantes; no serían éticos”.

Estación del Parque Europa de Bilbao. Ed. Red de medición de la calidad del aire

En cualquier caso, Lertxundi ha recordado que en el pasado se realizaron algunas investigaciones experimentales: “Por ejemplo, en Estados Unidos, algunos propusieron que los motores diésel eran mejores para el medio ambiente que los de gasolina, porque emiten menos CO2. Sin embargo, observaron que en la combustión se producían partículas y que podían suponer un riesgo para la salud. Para ello, se reclutó a 40 voluntarios con problemas cardiacos y de tráfico, que fueron distribuidos en dos camarotes, mitad y mitad, y que fueron puestos a pedalear en las bicicletas estáticas. A unos les pusieron aire limpio para respirar, y a otros, aire que contenía las partículas de la combustión del diésel. Con el electrocardiograma se monitorizó la actividad del corazón y se comprobó que los afectados por la inhalación de partículas diésel ejercieron peor actividad que los que respiraron el aire limpio”.

Lertxundi ha insistido en que, en el año 2007, se llevó a cabo esta investigación, que en la actualidad no se aprobaría. Sin llegar a ello, en otros muchos estudios se ha demostrado el riesgo de las partículas de combustión del diésel. Lertxundi presenta otro estudio experimental del mismo año, más ético que el anterior: “En Londres se hicieron dos grupos: unos tenían que andar por la calle de Oxford, es decir, en aquella época circulaban muchos autobuses con motores diesel; otros, por Hyde Park. Cada hora se les midió la función de los pulmones, y a la tercera hora se les llevó a realizar una analítica para determinar su estado. Así, mediante un estudio experimental, se confirmó que la combustión de los motores diésel era perjudicial para la salud”.

Afilando los límites

La aplicación de las medidas de limitación de contaminantes atmosféricos se llevó a cabo teniendo en cuenta las evidencias de investigaciones experimentales y, sobre todo, de estudios epidemiológicos llevados a cabo durante años. “Por detrás”, por lo tanto, como ha dicho Lertxundi. Y ahora se limitan aún más. Arkarazo explica por qué se han renovado las medidas: “En 2019, la Unión Europea presentó el Pacto Verde cuyo objetivo es alcanzar la neutralidad climática y eliminar la contaminación para el año 2050, incluyendo la contaminación de los gases de efecto invernadero. Esto supuso, en primer lugar, la revisión de la Directiva de Calidad del Aire de 2008 y la aparición de cuatro lagunas. Primero, que los límites establecidos no se correspondían con los recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En segundo lugar, que los planes de acción para volver a los valores normales una vez superada la frontera no eran suficientes o no eran eficaces. La tercera, que la forma de recoger y entregar los datos no era la misma en todos los Estados, es decir, que se necesitaba armonización. Y, por último, lo mismo ocurre con la forma de hacer el seguimiento, incluso dentro de algunos estados, como es el caso de las comunidades españolas”, ha enumerado Arkarazo.

Número de personas que sufren los efectos de los contaminantes, teniendo en cuenta las fronteras existentes en Europa, y número, si se establecieran los límites de la OMS.

Por lo tanto, se ha procedido a la renovación de la directiva. “Para empezar, se han endurecido los límites de los contaminantes. No son tan estrictos como los recomendados por la OMS, pero se han reducido considerablemente de los valores establecidos, a la mitad o más, en función del contaminante. Cabe destacar, por un lado, su cumplimiento para 2030 y, por otro, la importancia que han otorgado a los planes de acción. Tenemos que prever, a través de modelizaciones, etc., si cumpliremos esos valores en 2030 y, si se ve que no, ya tenemos que empezar a hacer el camino para poder cumplirlos”.

Arkarazo ha explicado que hasta el momento no se ha hecho así, las medidas correctoras se han tomado a la vista de los datos reflejados en la realidad. En la nueva directiva se requiere la anticipación. Además, habrá que medir otros contaminantes que antes no se tenían en cuenta, a nivel de investigación: partículas ultrafinas, más precursores de ozono troposférico, amoniaco, carbono negro (partículas de carbono que se forman en la combustión parcial o por descomposición térmica de los hidrocarburos)...

Además, los límites se revisarán cada cinco años, ya que el objetivo final es alcanzar los valores marcados por la OMS en 2050. Por último, la nueva directiva recoge que todo aquel que haya sufrido daños en la salud por la contaminación del aire podrá solicitar indemnizaciones, que los Estados deberán garantizar. Arkarazo ha añadido que también da más importancia a la información a la ciudadanía.

En la siguiente generación

Las investigaciones llevadas a cabo en los últimos años han demostrado que los contaminantes del aire afectan no solo a la circulación y al aparato respiratorio, sino también a los sistemas de todo el cuerpo, tanto en el momento de la exposición como a largo plazo. Y en las siguientes generaciones también se notan los daños. Por ejemplo, Lertxundi lleva años participando en el proyecto INMA. Este proyecto, puesto en marcha en 2006 a través de la colaboración de varios centros españoles, tiene como objetivo conocer el impacto de los contaminantes ambientales en el desarrollo físico y cognitivo de los niños y niñas a partir del embarazo.

El objetivo del proyecto INMA es conocer el impacto de los contaminantes ambientales en el desarrollo físico y cognitivo de los niños y niñas a partir del embarazo. Ed. pickpic.Royaltyfree

Lertxundi ha recordado que los efectos sobre la salud de los contaminantes no se pueden estudiar de forma aislada en ningún caso. Por un lado, las recibimos de muchas fuentes; el aire es solo una fuente, y la exposición a contaminantes del aire varía según el lugar y la época. Por otro lado, los efectos sobre la salud también varían en función de la edad, la genética, la alimentación, etc. “¿Y por qué prestamos atención a los niños? Porque viven bajo los efectos de los contaminantes, porque no son personas adultas pequeñas, porque están creciendo, y su sistema inmunológico y sus formas de desintoxicación no están completamente desarrolladas. Por ello, son más vulnerables a los contaminantes ambientales”.

Las investigaciones son largas y complejas, y en cuanto a la calidad del aire, por ejemplo, en el proyecto INMA se analizaron las partículas del aire entre 2018 y 2022. “Dentro de eso, analizamos los metales asociados a las partículas: hierro, cromo, níquel, cobre, manganeso… Entre ellos, tuvimos el COVID-19, que fue una especie de intervención, ya que la concentración de estos contaminantes disminuyó. Y ahí se ve la influencia. Lo mismo sucedió en las Olimpiadas de China, donde se tomaron medidas para limpiar el aire de las ciudades en esa época, los recién nacidos tenían más peso que antes de tomar medidas”.

Múltiples y variados factores

“Tres son los principales orígenes de los contaminantes del aire: un tercio procede de los sistemas caloríficos de los edificios, otro tercio del tráfico y el último de la industria”, ha explicado Lertxundi. “En el COVID-19 se interrumpió la industria y, antes y después, algunas empresas han sido clausuradas. Este tipo de modificaciones afectan a la calidad del aire que respiran los habitantes del entorno, así como a los que se producen en el urbanismo y en las infraestructuras de transporte”.

No obstante, ha advertido de que no es necesario vivir muy cerca de la fuente de los contaminantes para estar expuestos a ellos: “Las partículas de gran diámetro son pesadas y quedan cerca del manantial, pero las finas pueden llegar muy lejos, más aún teniendo en cuenta que en nuestra orografía son frecuentes los valles estrechos y largos”. La situación socioeconómica tampoco siempre predice bien la exposición de la población: “Es cierto que antes existía la costumbre de hacer las casas de los trabajadores junto a las fábricas, por lo que los trabajadores sufrían una mayor exposición. Pero las casas del centro de las ciudades son caras y han sufrido un tráfico denso durante muchos años. Ahora se han declarado zonas de bajas emisiones en el centro de las capitales, pero la relación entre la situación socioeconómica y la exposición no siempre es la que pensamos”.

Ahora, disponen de un proyecto en la CAPV y otras comunidades autónomas españolas para analizar el impacto de los contaminantes ambientales en la salud mental. “Además de los contaminantes del aire, investigaremos otros muchos: los que recibimos a través del agua, los de la dieta, los fármacos… y también los efectos del ruido. Queremos ver cómo baja la mortalidad cuando estos parámetros mejoran. En California, por ejemplo, se vio claramente este impacto gracias a un plan de acción para reducir la contaminación del aire. En ese sentido, en la Unión Europea estamos atrasados con Estados Unidos”.

 

Necesidad de una visión integral

Así las cosas, tanto Arkarazo como Lertxundi han valorado positivamente el endurecimiento de las fronteras, pero no creen que sea suficiente. En opinión de Arkarazo, para que las medidas sean realmente efectivas, las administraciones deberían trabajar conjuntamente. “Deberíamos trabajar de forma integral. No podemos cambiar las cosas si nosotros ponemos algunas medidas y no nos suman en el Departamento de Transportes, en la Industria o en la sanidad pública. Una vez superadas las divisiones territoriales, todos los departamentos deberíamos actuar conjuntamente”.

Lertxundi también ve la necesidad de dar un salto desde el punto de vista de la salud pública y la sociedad: “Hemos conseguido que la sociedad y la sanidad comprendan la importancia del ejercicio físico. Pues algo parecido necesitaríamos con la calidad del medio ambiente. Dado que los coches eléctricos contaminan menos que los motores de combustión, está bien impulsarlos, pero aún es mejor fomentar el uso de la bicicleta dentro de la ciudad y disponer de una buena red de transporte público. El camino sería que la gente lo comprenda y lo exija, y para ello hay que hacer un gran trabajo pedagógico. Por ejemplo, al nombrar zonas de bajas emisiones, habría que conseguir que la gente vea sus beneficios y, al mismo tiempo, no se vean perjudicados”.

Ambos expertos coinciden en que es necesario hacer algo más que eso pese a que se esté de acuerdo en que se reduzcan las medidas de contaminantes. Además, ambos han puesto de relieve la relación entre la contaminación del aire y el calentamiento global. Una razón más para abordar de una vez la contaminación del aire, con un enfoque integral y buscando el consenso de los agentes.

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