Judit Muñoz Matute siempre ha gustado las matemáticas. Dice que desde pequeño era bueno con los números, y no tanto en Historia, Euskara y Castellano: "Me gustaba mucho resolver problemas, y en Bachillerato, Durango, tuve un profesor de matemáticas muy bueno, y eso también me impulsó a elegir matemáticas en la universidad", ha recordado Muñoz.
Ha reconocido, eso sí, que las Matemáticas que se estudian antes de llegar a la universidad son muy diferentes de las que se han trabajado en ella: "En el instituto aprendemos a resolver ecuaciones, pero en la universidad es muy abstracto y muy difícil. La verdad es que el cambio fue un reto para mí, pero fue totalmente positivo, me gustó mucho. Sin embargo, también hay riesgo de desesperación: en mi curso, la mitad de los que empezamos la carrera o acabamos, los demás lo abandonaron".
Teniendo en cuenta el género de los compañeros de Muñoz, hay un dato significativo: en la carrera, salvo dos, el resto eran chicas, pero ahora se está doctorando en Ingeniería, en Matemáticas aplicadas, y son muy pocas las mujeres. "Tengo la sensación de que la mayoría de las mujeres que han estudiado Matemáticas acuden a Biología, Medicina o Estadística, pero no es habitual en Ingeniería. En los congresos y me pasa que en total somos dos o tres mujeres, y es muy raro".
En su opinión, sería positivo que hubiera más mujeres en su ámbito: "La diversidad siempre es enriquecedora porque aparecen otros puntos de vista. En mi grupo también he sido yo la primera mujer, pero desde entonces han ido entrando más mujeres y ahora de 9 a 4 somos mujeres. Y se nota".
En su grupo trabajan en Matemática Aplicada, sobre todo en geofísica, en problemas de propagación de ondas. "Ofrece muchas posibilidades de colaboración. Yo trabaja en la UPV, pero hay compañeros que trabajan en BCAM y estamos en un proyecto europeo en colaboración con otras universidades a nivel internacional. Y también tenemos colaboraciones con empresas. Es muy motivador".
Asimismo, valora positivamente la posibilidad de asistir a congresos y estancias en el extranjero. Entre otras cosas, estuvo trabajando en Australia durante ocho meses y este año ha estado en Chile durante un mes. Ahora va a Texas.
La esclerosis múltiple fue diagnosticada hace seis años, en el último año de la carrera de Matemáticas, pero obviamente, por eso no se ha quedado quieta. Eso no quiere decir que no le haya afectado: "Al principio me perdí la vista en un ojo y estaba de exámenes. Me duele muchísimo, fue muy duro. Tuve que estar en el hospital... Sin embargo, hice los exámenes y los superé todos", ha recordado.
Más adelante tuvo una aparición y entonces le pusieron un tratamiento para toda la vida. Desde 2014 no ha tenido más comparecencias. Preguntando si la participación en grupos de investigación de personas que se encuentran en su situación u otros diagnósticos tiene algún beneficio, responde que sí: "Creo que podemos dar otros puntos de vista para resolver problemas. También ayuda a tomar conciencia de la situación de los demás y a trabajar la empatía".
Pero no es fácil. Por ejemplo, ha tenido dificultades para viajar: "A Australia no podía llevar más de tres meses de tratamiento, está prohibido. Si no, hay que comprarlo ahí, pero es muy caro y no se puede enviar. Por lo tanto, aunque la idea era ir a cuatro meses, sólo pude estar tres meses. Pero bueno, luego he ido otras dos veces".
No es la única injusticia: En España, los seguros no cubren las emergencias de las personas con enfermedad crónica. Así que ha tenido que contratar un seguro danés.
Sin embargo, mira al futuro con esperanza. No puede saber si va a tener más brotes, y su tratamiento actual no es curativo, pero tiene intención de avanzar: "Ahora mismo me han confirmado que este verano trabajaré donde yo quería: Instituto Oden. Leszek F. El director es Demkowicz, uno de los mejores matemáticos del mundo. El ganador del premio Abel de este año, Karen Uhlenbeck, es también de este instituto y ha sido la primera vez que se lo han entregado a una mujer. ", dice, sin poder ocultar la alegría.