La ciencia necesita un sistema de publicaciones eficaz y transparente para difundir los descubrimientos, reflexiones y datos de los investigadores. En los últimos años, sin embargo, existe una gran preocupación entre los científicos, hasta el punto de poner en peligro el propio sistema.
Los que trabajamos en ciencia estamos en la carrera de conseguir resultados y publicarlos día a día. La presión de publicar entra en nuestra mente inmediatamente después del comienzo de la carrera científica, ya que las publicaciones garantizarán nuestra supervivencia como investigadores. “Lo que no se publica no existe”. Pero, ¿hasta qué punto es adecuado el actual sistema de publicaciones científicas?
Son muchos los puntos oscuros. Por ejemplo, un negocio construido en torno a publicaciones científicas. Una parte importante de la investigación que se lleva a cabo en el mundo está financiada con fondos públicos, mientras que los resultados obtenidos de estos estudios se publican en la mayoría de los casos en revistas científicas privadas con acceso de pago. Así, para garantizar el acceso a los artículos, las instituciones públicas deben recomprar el material producido con dinero público. Por lo tanto, se puede decir que las editoriales científicas viven con dinero público. Si quieres publicarlo, paga y si quieres leerlo paga de nuevo. Negocio redondo.
Sin embargo, la naturaleza cerrada del sistema de publicaciones científicas también plantea problemas como la falta de acceso y transparencia en las evaluaciones de trabajos científicos. A pesar de que en los últimos años varias revistas han decidido publicar el nombre y apellidos de los evaluadores de los artículos y sus evaluaciones, en la mayoría de los casos no es posible acceder a esta información. Por tanto, si un evaluador quiere detener la publicación del trabajo de un competidor, la sombra del anonimato le dará un escudo inmejorable.
Para hacer frente a los problemas del actual sistema editorial, se ha puesto en marcha el movimiento denominado Ciencia Abierta. El objetivo de este movimiento es que la investigación y los datos científicos sean accesibles y abiertos al público en general. Así, establecería un acceso universal a las publicaciones científicas y garantizaría el carácter abierto de las evaluaciones de resultados de las investigaciones. Y es que lo que se hace pública y abiertamente existe.
Supongamos que has escrito un libro, que a una editorial le ha gustado el escrito y lo va a publicar. Pero para eso tienes que pagar y, además, de la venta del libro no recibirás ningún céntimo. ¿Te parecerá mal trato? Pues ese es el trato que muchos investigadores deben aceptar a diario si quieren publicar sus resultados en una revista científica.
Afortunadamente, esta situación está cambiando gracias al sistema de publicación Open Access, el acceso a los artículos es gratuito. Pero este modelo tiene algunos problemas:
Uno de ellos es que los investigadores deben seguir pagando por la publicación de los artículos y que en algunas revistas hay que pagar entre 1.000 y 4.000 euros, por lo que algunos investigadores no pueden publicar artículos en las revistas más prestigiosas, aunque sus trabajos tengan un nivel que permita su publicación. Otro de los problemas es que el elemento más importante de este tipo de editoriales es el proceso de peer review o revisión por parte de sus miembros, mediante el cual los investigadores en activo realizan una evaluación técnica exhaustiva para comprobar si el rigor científico es suficiente para que los artículos puedan ser publicados. Salvo excepciones, los científicos no cobran dinero para hacer ese trabajo. En consecuencia, los científicos dedican parte de su tiempo personal a trabajar gratuitamente para las editoriales.
Por todo ello, el sistema Open Access beneficia a las editoriales pero perjudica a los investigadores. Además, los investigadores tienen que seguir publicando artículos para aumentar su trayectoria profesional, lo que dificulta enormemente la resolución de estos problemas.